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El cementerio Las Mercedes, ubicado en el municipio de Dabeida (Antioquia), parece como si no lo hubieran intervenido durante años. Sólo unos parches de pasto seco delatan los puntos donde los investigadores de la Unidad de Investigación y Acusación (UIA), en diciembre del año pasado, cavaron en busca de 45 cuerpos que, según militares que hoy están sometidos a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), serían falsos positivos, es decir, muertes ilegítimamente presentadas como bajas en combate.
El sepulturero del pueblo, Jaime o Ratón, como lo conocen, está contento. Mientras acomoda una lápida, asegura que “todo el sudor gastado” en esa diligencia judicial valió la pena. Desenterró 17 cuerpos y de ellos, el Instituto de Medicina Legal pudo identificar uno: Edison Lexánder Lezcano, un campesino de 23 años, desaparecido en 2002, de acuerdo con su su familia, por un grupo de militares que lo sacaron violentamente de su casa. “Uno con ver que alguien está aliviado por tener el cuerpo de su familiar perdido se alegra ¿no?”, dice y tira el cemento contra la pared.
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A pesar de que Jaime y Edison eran oriundos de Dabeiba, y que su casco urbano es pequeño, nunca supieron del otro. “No, ni idea. Yo no lo conocí. Ahora se siente diferente porque lo sacamos”, menciona este hombre bajo y delgado. En realidad es un eufemismo para esconder su logro de haberlo encontrado con un grupo de cinco sepultureros.
Ratón se refiere a que hoy siente cercano a su paisano. No sólo porque esos restos que entregó ya tienen nombre y una familia, sino porque es uno de los encargados de instalar la infraestructura para la ceremonia que se celebra hoy en Dabeiba, para la entrega digna del cuerpo de Edison. Desde el domingo en la tarde ayudó a ubicar las carpas y el atril, donde los magistrados de la JEP contarán cómo identificaron a este joven y le harán un homenaje como víctima del conflicto armado.
El día comienza a las 8:00 a. m. con la apertura de una segunda inspección en el cementerio de Dabeiba. Encontrar a Edison y las declaraciones de otros militares y testigos, obligaron a la JEP a volver al municipio e indagar si hay más personas dadas por desaparecidas en este camposanto. El magistrado Alejandro Ramelli, quien adelanta el caso 03 sobre falsos positivos, dará inicio a la etapa de prospección en 13 nuevos puntos del cementerio.
Uno de esos puntos lo entregó un testigo del caso, quien cuenta que ayudó a enterrar a cuatro personas asesinadas en una vereda hace 12 años: “Los trajeron civiles y nosotros tuvimos que abrir un hueco por cada uno y dejarlos ahí… nosotros no llamamos a la Policía. Esa época era muy dura y si uno contaba se metía en problemas. Sólo los enterramos y listo. Eso sí, yo estoy seguro de que no eran de por aquí. Y como ese caso hay varios”.
En esta segunda búsqueda habrá más personal de la JEP en las exhumaciones. Sin embargo, el equipo se dividirá en dos: unos quedarán en el cementerio y otros irán a una zona rural del municipio, donde se iniciará la búsqueda, junto con excombatientes de las extintas Farc, de un grupo de menores reclutados, asesinados y desaparecidos. Se espera que una exguerrillera lidere la jornada de delimitación de los puntos.
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A las 9:00 de la mañana comenzará el homenaje. El primer punto de la agenda es la entrega del cuerpo por parte de la JEP a los hijos, padre y esposa del joven campesino. Luego las embajadas de Francia y Suecia les darán sus condolencias y les entregarán unos arreglos florales que acompañarán luego la peregrinación alrededor del parque central del pueblo que está programada. Los familiares le pidieron a la Alcaldía, la JEP y los vecinos llegar con ropa blanca y asistir a una eucaristía en nombre de Edison.
Al evento asistirán Alejandro Ramelli, Hugo Escobar y Juan Carlos Losada, magistrados de la JEP; Gautier Mignot, embajador de Francia; Ewa Werner, embajadora de Suecia; Giovanni Álvarez, director de la UIA; Carlos Murillo, subdirector de Medicina Legal; Leyton Urrego, alcalde de Dabeiba, y representantes de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y la Organización Internacional para las Migraciones (OIM).
Además de estos homenajes, el alcalde de Dabeiba decidió decretar tres días de duelo en el municipio como un gesto de acompañamiento a la familia Lezcano: “Hoy es muy importante y de sentimientos encontrados. Estamos tristes por su muerte, pero agradecemos que lo hayan encontrado. Esto se convierte en una esperanza para muchos dabeibanos que viven lo mismo. Nos reconforta conocer la verdad de estos casos y esperamos que vengan más”.
Y cuando dice “muchos” se refiere a centenares. Dabeiba es el sexto municipio de Antioquia con mayor número de casos de desaparición forzada. De acuerdo con el Centro Nacional de Memoria Histórica, se han reportado 579, pero las autoridades aseguran que hay una gran cantidad de subregistros. Y la diligencia de la JEP en el cementerio Las Mercedes es prueba de ello.
En Dabeiba son contadas las personas que no tuvieron una relación directa con la guerra. Los campesinos del municipio, que los domingos sin falta se reúnen en el parque y se distinguen por sus sombreros y sus trapos al hombro, cuentan un sinnúmero de barbaries que vivieron o presenciaron. “Esa violencia fue dura, dura, dura. Usted no sabía quién era quién. A mi hijo me lo mataron los paramilitares. Era un pelao de 20 años, dice Luis Eduardo Durango, un jornalero de 70 años. Cuando le preguntan por qué lo asesinaron, Durango zanja la conversación: “¡Y yo qué voy a saber! Aquí en esa época se mataba a mucha gente sin razón”.
Su hijo está enterrado en el cementerio de Dabeiba, “donde encontraron esa fosa llena de muertos”, como se refiere a la primera inspección de la JEP. Y es que el número que se quedó en el pueblo fue 45 cuerpos, aunque se hayan encontrado 17. Es una cifra vergonsoza y dolorosa, pero sus vivencias no le permiten sorprenderse: “Es que eso fue así siempre. A finales de los noventa y comienzos del 2000, uno escuchaba un disparo y era normal. Los de la guerrilla y luego los paramilitares mataban a todo mundo”.
Durango recuerda, con asombro de haber sobrevivido, la época paramilitar y el régimen de Escalera, exjefe de las Autodefensas de Córdoba y Urabá o “el propio fino”, como lo tilda, quien no le tembló la mano para despojar y asesinar decenas de campesinos y jóvenes que, según él, tenían alianzas con la guerrilla de las Farc.
Dabeiba tampoco olvida la muerte de Escalera. Miguel Ángel Caro, otro campesino que vivió la desaparición de su suegra y el desplazamiento por miembros del Ejército, cuenta que ha sido uno de los episodios más impresionante para el municipio: “Eso lo llevaron, lo arrastraron, lo agarraron a palazos y luego lo picaron. Le cortaron hasta el pene. El pueblo sólo vio la cabeza que sacaron los guerrilleros para mostrarnos que estaba muerto”.
La tarde cae y la gente sigue contando las historias de la violencia. Algunos, como una habitante que prefirió no revelar su nombre, se atreven a asegurar que la cifra de personas asesinadas que puede estar en el camposanto de Dabeiba “no es nada en comparación con lo que pasó en las montañas”. Alza su mano y señala que en el cementerio de Campoalegre, en una vereda lejana, debe haber centenares de muertos, pues era el lugar donde los grupos armados duraban hasta doce días en combates.
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Justo en ese mismo punto, dos meses atrás, un grupo de militares indicó que asesinaba a decenas de civiles para después bajarlos a la caseta de las necropsias, vestirlos de negro, ponerles botas de caucho, untar sus manos de pólvora y así hacerlos pasar como bajas en combate, lo que se traducía en beneficios para los informados.
Hoy el pueblo recuerda la noticia con dolor, como todos los hechos de la guerra que tuvieron que vivir, pero esperan que con estas entregas y con la verdad que conozcan con las diligencias de la JEP puedan también soltar ese pasado y arrancar, por fin, una nueva vida sin el estigma de ser sólo un municipio atravesado por los "falsos positivos".