Una vez más, Rodrigo Londoño, conocido como Timochenko y último máximo comandante de las extintas Farc, se encontró de frente con un grupo de víctimas del atentado al club El Nogal durante la conmemoración de los 19 años de este fatídico hecho, que dejó 36 personas muertas y casi dos centenares heridas.
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El 7 de febrero de 2003, sobre las 8:00 de la noche, un carro bomba estalló en las instalaciones del club El Nogal, en el oriente de Bogotá. Aunque las Farc no se atribuyeron públicamente el hecho sino hasta muchos años después, ya firmado el Acuerdo de Paz de La Habana, la justicia ya le había atribuido ese crimen a la antigua guerrilla y había señalado que el autor intelectual era Hernán Darío Velásquez, conocido como El Paisa, comandante de la Columna Móvil Teófilo Forero de las Farc.
El grupo de víctimas del atentado que estuvo en el encuentro y que lidera Bertha Lucía Fries ha defendido la posibilidad del diálogo y el perdón hacia sus victimarios, tanto así que, en medio de críticas, en marzo de 2017 firmaron su propio acuerdo bilateral con la exguerrilla. Hoy, en el aniversario numero 19 del atentado, Londoño y Fríes entregaron un balance sobre el cumplimiento de ese pacto.
Fríes recordó que el camino de reconciliación con las extintas Farc inició el 3 de noviembre de 2016, luego del triunfo del No en el plebiscito, cuando viajó a La Habana y se reunió de frente con Iván Márquez, hoy jefe de las disidencias de la Segunda Marquetalia. Allí empezó lo que denomina su “propio laboratorio”, pues luego de hablar de reconciliación y diálogo en las organizaciones, le tocó a ella misma hacer un proceso interno y hablar cara a cara con los responsables de la bomba que en su momento le fracturó la columna.
“Hemos llegado a un momento de civilidad y de trabajar conjuntamente”, afirmó Fríes, tras referirse a los ya varios encuentros que han tenido entre víctimas y exjefes de la guerrilla. Además, ha sido ella quien ha promovido los encuentros transformadores, que considera una ‘operación a corazón abierto’, entre los que, por ejemplo, se ha reunido Rodrigo Londoño con madres de soldados muertos en combate con las Farc.
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Para ella, los espacios han sido reveladores porque además de que los excombatientes pueden escuchar su historia y cómo el atentado le cambió la vida – al punto de querer morirse en los meses siguientes al hecho – también ha podido escucharlos a ellos y entender por qué terminaron en la guerrilla o como paramilitares, con cuyos desmovilizados también se ha encontrado.
Para Londoño, por su parte, ha sido encontrarse de frente con la realidad de los hechos cometidos por ellos y que nada aportaron ni tuvieron que ver en su confrontación con el Estado. En el caso de El Nogal, para él quedó demostrada la inconveniencia de ese acto en el hecho de que la decisión al interior de la guerrilla siempre fue callar y no reconocer su autoría, pues en nada les hubiera servido para sacar algún rédito de ella.
El cumplimiento del acuerdo con las víctimas de El Nogal
El primero de los siete puntos del pacto consistía en que las Farc se comprometían a coordinar un acto público de perdón a sus víctimas. Hoy, han sido tres los encuentros con diferentes grupos de víctimas del atentado, por lo cual el punto se ha cumplido.
Como también se ha cumplido otro de los pilares del acuerdo, que les dijeran la verdad a las víctimas. Hoy, las Farc han reconocido públicamente su autoría en el hecho y han dado su razón para ejecutarlo: según la información que manejaban, el club El Nogal servía de escenario de encuentro entre funcionarios del Gobierno Uribe y paramilitares de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC), en medio de las negociaciones de la ley de Justicia y Paz. Se decía que Salvatore Mancuso dormía en el club y que allí se reunía con la entonces ministra de Defensa, Martha Lucía Ramírez. Sin embargo, hoy Londoño reconoció que eso no lo tenían confirmado y que aún si fuera verdad, no justifica jamás un hecho como el que ocurrió.
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También consideran cumplido el punto referido al compromiso de las Farc de participar en un proceso de “reconciliación con valores”, como lo llama Bertha Fríes. “Yo odié a las Farc”, dijo con vehemencia Bertha Fríes, para luego explicar que ya ese sentimiento lo transformó y hoy habla de la reconciliación que ha logrado con Rodrigo Londoño y otros exjefes de las Farc, como Carlos Antonio Lozada, quien fue el que firmó ese acuerdo de siete puntos.
El único asunto que no se ha cumplido de ese pacto, explicó Bertha Lucía Fries, es el relacionado con el compromiso de las Farc de comparecer ante la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) para aportar la verdad que tienen sobre ese hecho. Y no ha podido cumplirse, dijo, porque aún esa justicia no ha priorizado su caso.
De hecho, en medio de la conmemoración reiteró su petición a la JEP: “Hoy no estamos en la JEP. Pedimos que seamos el caso número ocho, porque se trata del atentado urbano más grande que hicieron las Farc al país”.
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Precisamente, en las próximas semanas se espera una decisión de la JEP en relación con la forma en que priorizaría el caso de El Nogal en sus investigaciones. En respuesta a una tutela interpuesta por las víctimas para que esa justicia conozca el caso, la JEP aceptó revisarlo y dijo que se harían audiencias con las víctimas. Este atentado podría entrar en los denominados ‘casos sombrilla’, que el año pasado anunció el presidente de la JEP, Eduardo Cifuentes.
Al final de este nuevo encuentro, Bertha Fríes y Rodrigo Londoño se dieron un fuerte abrazo y un apretón de manos, escena que se ha dado en otros encuentros, pero que no deja de ser significativa entre las víctimas de uno de los peores crímenes de la guerrilla en la confrontación armada y sus responsables.