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El Gobierno Nacional y la disidencia de las antiguas FARC autodenominada Estado Mayor Central (EMC) no instalaron la mesa de diálogos de paz ni iniciaron el cese al fuego este domingo, como estaba previsto.
El acto de instalación empezó hacia las 11:30 de la mañana -con tres horas de retraso- y notables ausencias en la mesa. Luego de varias horas de tensión, el propio alto comisionado de Paz, Danilo Rueda, confirmó que se aplazaría por próxima semana.
“El cese al fuego entrará en vigor en ocho días. Nos quedaremos delegados del gobierno para escuchar sus demandas justas, instalar la misión paz para escucharlos casa por casa”, dijo Rueda.
El comisionado aseguró que con el aval del presidente Petro se decidió declarar suspensión de operaciones ofensivas a partir de la medianoche de este domingo.
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“Las partes hemos definido suspender las acciones ofensivas como mecanismo para proteger a la población. El día 16 de octubre el Gobierno Nacional expedirá el decreto definitivo de cese al fuego para facilitar la continuidad de este proceso”, informaron en una declaración conjunta el Gobierno y el EMC.
En ese documento dejan en claro que el 16 de octubre culminará la etapa exploratoria y de alistamiento, “para dar inicio formalmente al proceso de Diálogos de Paz con la instalación de la Mesa”.
Así fueron las horas de tensión en la mesa
El coordinador de la delegación de Gobierno, Camilo González Posso, estuvo unos minutos sentado en la mesa y luego volvió a levantarse. Esa misma situación ha ocurrido con varios integrantes de ambas partes. Incluso se va a algunos delegados de ambas partes -ellos sí presentes en la mesa- hablando entre ellos o a través del celular.
Todos estos movimientos en la mesa pueden responder a que hasta último minuto las delegaciones siguen discutiendo cómo será el cese al fuego, un punto crítico que incluso puso a dudar sobre la instalación de la mesa de diálogos.
El punto de discusión se centró en el decreto del cese, que debe emitir el Gobierno. Distanciándose del acuerdo firmado en la vereda Playa Rica, en Suárez, Cauca, el Gobierno propuso en la última semana un cese al fuego regional y escalonado, comenzando por la zona de Catatumbo, donde está prevista la instalación formal de la mesa..
La disidencia, por su parte, ha insistido en que para instalar la mesa es necesario cumplir con lo acordado: un cese al fuego bilateral, pero de carácter nacional con vigencia de 10 meses.
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Antes del inicio del evento, desde las 7 de la mañana del domingo, las partes volvieron a encontrarse en el club Barquito para discutir otras opciones para implementar el cese al fuego bilateral de carácter nacional.
Fuentes cercanas al proceso afirman que se necesita la aprobación de ese punto y que eso es lo que tendría a los delegados entrando y saliendo de la mesa. Los representantes de la comunidad internacional no están en la mesa, pero están sentados en la primera fila.
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Primeras intervenciones
El acto de instalación ha estado perturbado por la falta de presencia continua de los delegados de las partes. Tras dos horas de iniciado, la mesa no se ha instalado. Por el contrario, ha sido evidente que se ha dilatado ese momento con la presentación de grupos artísticos y saludos de las delegaciones de las regiones. Las personas asistentes, que han soportado por lo menos cinco horas de calor bajo una carpa, se muestran desesperados. “Cese al fuego ya”, gritan en el coliseo de Tibú.
“El movimiento social lo puso en la presidencia, y no nos respetan. No nos movemos de aquí si el gobierno no decreta el cese al fuego”, le dicen los dirigentes campesinos al presidente Gustavo Petro..
Varios dirigentes sociales y comunales del Catatumbo, bajo el anonimato, llamaron la atención porque los diálogos con el ELN y el Estado Mayor Central de las FARC no están tomando en cuenta la realidad de las comunidades que hoy viven bajo la zozobra de un posible enfrentamiento armado entre los dos grupos.
Un líder le contó a Colombia+20 que hace apenas una semana estuvieron a punto de ser testigos de un combate entre los dos grupos en un municipio cercano a Tibú. “Tenemos miedo, no podemos hablar, pero el gobierno no puede avanzar en diálogos con el ELN y con el EMC si no los dos grupos no se comprometen a arreglar los conflictos que tienen entre ellos”, afirmó.
Otra lideresa señaló que los rumores que hay en la región es que después de elecciones podrían presentarse combates entre los dos grupos que siguen disputándose el control de rentas ilegales como la explotación del carbón, el ataque a los oleoductos o la extorsión sobre los comerciantes y los contratistas del Estado que no han podido, por ejemplo, terminar la carretera que conecta a Tibú con El Tarra y Convención.
“Ellos tienen sus problemas y deben arreglarlos, porque si no, los que vamos a pagar los platos rotos somos la población civil”, dijo otro líder comunal. Varias personas comentaron que el cese al fuego entre el ELN y la Fuerza Pública no ha impedido que esa guerrilla siga ejerciendo presión a los habitantes de la zona. Por eso claman que los ceses al fuego incluyan verdaderos alivios a su situación que está pasando por una situación económica insostenible por la crisis cocalera.
El evento
La instalación empezó con varios actos culturales, entre ellos, la presentación del grupo de Catatumbo Motilonas Rap, un dúo de mujeres raperas de la región. También estuvieron nueve bandas de músicas infantiles y hubo una armonización de un líder indígena motilón barí, comunidad fronteriza con Venezuela.
Luego empezaron algunas intervenciones de autoridades locales y representantes de gremios. Por la mesa de diálogos el único en hablar fue el líder indígena Feliciano Valencia, quien hizo un saludo invocando a la madre tierra para buscar la salida en busca de la Paz. “Qué fluya el pensamiento bonito y la palabra dulce”, indicó.
También habló Avendaño por EMC. “Es gratificante ver que, a pesar de la dificultad y del calor, hay disposición para la paz. Hemos planteado el cese al fuego bilateral de a carácter nacional para aliviar a las comunidades. Todos los guerrilleros y guerrilleras estamos comprometidos con la paz”, dijo.
También habló Robinson Uré, del sector de los palmicultores, quien dijo que los sectores productivos están listos para apostarle a la paz. “Este día enmarca la esperanza por las pérdidas que causa esta guerra. No conocemos un solo día de paz en nuestras vidas. Señores de la mesa, la vida les brinda una oportunidad para terminar esta época de violencia, visualicen esta región sin violencia, sin la presencia de unos y otros”, dijo.
Varios representantes de regiones azotadas por el conflicto como Putumayo, Guaviare, Catatumbo, entre otros, también hablaron durante el evento. El del Magdalena Medio afirmó que traían propuestas para la mesa, pero también algunas exigencias. “Colombia no puede seguir con los odios que generen conflictos. Vinimos con propuestas y proyectos para alcanzar la llamada paz total. Exigimos que no se levanten de la mesa y que haya garantías para la participación de las organizaciones en este proceso”, indicó.
Casi todas las intervenciones han girado en torno a la necesidad de un cese al fuego nacional. Los líderes y representantes han afirmado que se necesita desescalar los ataques en sus territorios.
Más de 6.000 personas asisten al evento
Cientos de personas esperaron desde las 7 de la mañana de este domingo a las afueras del polideportivo de Tibú, Norte Santander, lugar de la instalación de la mesa de diálogos entre el Gobierno y la disidencias de las antiguas FARC autodenominadas Estado Mayor Central (EMC).
En el sitio se desplegó una enorme carpa blanca con sillas para al menos para unos 3.000 asistentes. La tarima cuenta con 23 asientos para los delegados. Desde temprano se hicieron presentes los representantes de organizaciones sociales y líderes comunitarios, prensa nacional e internacional. De acuerdo con los organizadores, se esperaban al menos 6.000 personas.
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La logística y organización está coordinada por la Mesa de Interlocución y Desarrollo al Acuerdo de Paz, que es una plataforma de cerca de 20 organizaciones sociales campesinas e indígenas de esta zona del departamento.
Cerca de 150 personas que integran la guardia campesina de Asuncat (Asociación por la Unidad Campesina del Catatumbo), junto a la guardia indígena de la comunidad motilón barí y la guardia campesina del Guaviare se encargaron de la seguridad al evento, en coordinación con la fuerza pública, que hace presencia en el municipio.