Colombia + 20
Haciendo País

La historia detrás de la visita a Colombia del Nobel de Paz del Congo

El doctor Denis Mukwege, ganador del Nobel de Paz en 2018, visitará Colombia entre el 14 y el 17 de agosto, pero esta no es la primera vez que viene al país. En 2016 conoció a la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales, que lo trajeron ese año y desde entonces trabajan con él. Esta es la historia.

Beatriz Valdés Correa - @beatrijelena
11 de agosto de 2019 - 11:00 a. m.
El doctor Denis Mukwege recibió el Premio Nobel de Paz el 5 de octubre de 2018. / AFP
El doctor Denis Mukwege recibió el Premio Nobel de Paz el 5 de octubre de 2018. / AFP

Sema en el idioma suajili, lengua africana, significa hablar. Ese verbo que nombra la acción de comunicarnos, la necesidad de decir algo, de expresar qué pasó, cómo nos sentimos, o de preguntar por el otro. Sema también es un llamado a hablar después de un silencio profundo. La mudez que viene después de una violencia que atraviesa el cuerpo, amenaza a la familia, relega a la vergüenza e intenta destruir la dignidad: la violencia sexual que obliga a callar. Por eso la red global de víctimas y sobrevivientes de violencia sexual se llama Sema, porque hablar sana.

Colombia, este país en el que no sabemos cuántas mujeres sufrieron violencias sexuales, si 15.000 o 28.000, dependiendo de la fuente, hace parte de esa red. Las mujeres que están ahí desde que se creó Sema, en 2017, son las que integran la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales. La mismas que trajeron a Colombia hace tres años al doctor Denis Mukwege y que volverán a traerlo, ahora como nobel de paz (2018), el próximo 14 de agosto al encuentro Para nosotras, pero con nosotras.

Este evento convoca a víctimas de violencia sexual en el marco del conflicto armado para identificar posibles formas de reparación de este crimen. Durante las jornadas, que se desarrollarán en Bogotá, habrá conversatorios sobre este delito en varios países.

La historia que cruza al ginecólogo de las víctimas de violencia sexual en el Congo con las sobrevivientes colombianas comienza en 2016, en Cartagena. Para entonces ellas estaban exponiendo fotos de los rostros de las víctimas de violencia sexual que le apostaban a la paz. Aún no se firmaba el acuerdo de fin del conflicto entre el Estado y la guerrilla de las Farc. Un asistente del doctor Mukwege se acercó a ellas porque le impresionaba que fueran capaces de mostrar sus caras, recuerda Ángela Escobar, coordinadora nacional de la Red de Mujeres Víctimas y Profesionales.

Pilar Rueda, entonces consultora de la OIM y hoy funcionaria de la fiscalía de la JEP, trabajaba con Escobar en el proceso de empoderamiento de las mujeres y la construcción de la organización. Fue ella quien mantuvo la comunicación, vía correo electrónico, con el asesor de Mukwege, y ese mismo año el médico visitó Colombia.

“Logramos traerlo el 30 y 31 de marzo de 2016 al primer conversatorio internacional de mujeres víctimas de violencia sexual. Él aceptó muy gustosamente la invitación. Estuvimos en unos talleres internos y luego lideró un conversatorio más amplio”, rememora Escobar. En esa ocasión conversó con una mujer de Guatemala y otra de Perú sobre el acceso a la justicia en sus países para juzgar este crimen.

Mukwege estaba sorprendido. “Le impresionó mucho ver una organización de mujeres víctimas de violencia sexual liderada por nosotras mismas. Le impresionó el proceso que llevábamos y se llevó la idea al Congo para presentársela a su equipo de trabajo. Y ya en el 2017 nos invitó a participar en Ginebra (Suiza) para conformar la red global (Sema)”.

Escobar y las mujeres de la red colombiana apenas se habían constituido en 2015: “Ya estábamos fortalecidas, ya habíamos roto el silencio, que es lo que más nos pesa cuando nos violan, que nos callan con las amenazas. En ese momento estábamos en cinco regiones no más, y hoy estamos en nueve, con 665 mujeres, todas víctimas de violencia sexual en el conflicto armado. Llevábamos prácticamente 10 meses y ya teníamos un trabajo amplio con las mujeres en las jornadas de denuncias colectivas. Ya estábamos dictando los talleres en los colegios sobre prevención de violencia sexual”, añade.

La violencia contra las mujeres del Congo

La sorpresa del nobel, que para entonces era solo el médico de las mujeres de la República Democrática del Congo, se explica porque en su país la sevicia contra las mujeres es extrema. “Es como una tradición”, dice Maud-Salomé Ekila, música, periodista e integrante del equipo de comunicaciones de la Fundación Dr. Denis Mukwege.

“En el Congo, cada hora son violadas 48 mujeres. Al hospital de Panzi, que queda en el sureste del Congo, todos los días llegan entre cinco y siete mujeres jóvenes o bebés que van por violencia sexual. La situación es catastrófica, el gobierno quiere decir que no hay violencia sexual y esto es falso. Tenemos un gran problema, que son víctimas de guerra, de masacres y de violación. Tenemos muchos bebés que vienen al hospital porque son violentados. La razón es que por medio de la violencia sexual los milicianos quieren destruir la sociedad congoleña. Porque cuando tú destruyes a las mujeres, que son el pilar de la familia, destruyes todo: la familia y luego la sociedad. Esto es por nuestros minerales. En el suelo tenemos muchos minerales que representan mucho dinero. Esto viene de las grandes multinacionales, que pagan y financian los grupos armados. ¿De dónde vienen las armas? ¿De dónde viene el dinero?”, dice Ekila.

De hecho, el doctor Mukwege ha dicho a la prensa que empezó a trabajar para reconstruir físicamente a las mujeres violentadas sexualmente después de que llegó a sus manos una víctima a la que no solo violaron, sino que también le habían disparado en sus genitales y muslos. Nadie puede volver a hablar después de algo así. No sin ayuda. Por eso creó, hace más de 20 años, el hospital de Panzi, el lugar al que puede ir una mujer violentada y ser atendida para que reconstruyan su cuerpo. Es un lugar donde le creen, no la juzgan y la ayudan.

El hospital es una parte la Fundación Dr. Denis Mukwege, organización que apoya a las mujeres en otros aspectos. “Hay cuatro pilares. Lo primero es que cuando una mujer, una joven o un bebé llega al hospital hay una ayuda psicológica, porque tú puedes tener una recuperación física, que es el pilar médico, tu cuerpo se está reparando, pero ¿qué va a pasar con tu cabeza? Luego está el pilar jurídico y el último, que es la formación por la reinserción económica de las víctimas. Muchas mujeres son muy pobres, no saben leer. En Sema hay muchas mujeres que no saben leer ni escribir, entonces este último pilar es muy importante, porque pueden aprender un trabajo, luego acceder a un microcrédito para comenzar una actividad, y entonces van a tener más dignidad”, explica Ekila.

Esto, dice, ha resultado en el empoderamiento de muchas sobrevivientes. Mujeres que no eran capaces de hablar con nadie, ahora pueden contar públicamente lo que les ha pasado. Lideran la defensa por los derechos de las mujeres y enfrentan la violencia en su contra. Es precisamente ese liderazgo y la superación de la condición de víctima la que buscan las mujeres. Para eso necesitan ser reparadas.

La razón de la nueva visita

Las mujeres de la red colombiana siguieron avanzando en la lucha por la justicia y la verdad para las víctimas de la violencia sexual. Así, han logrado hacer 1.238 denuncias en la justicia ordinaria, escenario donde no han prosperado. Por eso también se pusieron en la tarea de documentar sus historias y entregarlas a la JEP, el tribunal de justicia transicional que puede juzgar sus casos mediante una justicia restaurativa que busca esclarecer la verdad de lo que les pasó.

Además han tramitado su dolor. Una de las maneras que encontraron fue mediante la obra Fragmentos, el contramonumento que hizo la artista Doris Salcedo con más de 8.000 armas que dejó la antigua guerrilla de las Farc tras el proceso de paz. Fueron esas mujeres las que martillaron el metal fundido que alguna vez configuró los fusiles. De hecho, Fragmentos y la Unidad de Investigación y Acusación de la JEP son algunos de sus aliados en la visita del Dr. Mukwege.

En 2018, cuando el médico y la sobreviviente y activista iraquí Nadia Murad recibieron el Nobel de Paz, Mukwege dijo: “Hago un llamado a los Estados para que apoyen la iniciativa de la creación de un fondo global de reparación para las víctimas de violencias sexuales en conflictos armados”. Y está trabajando en ello.

Las víctimas colombianas presentarán sus propuestas de reparación el 16 de agosto, cuyo contenido es producto de talleres que han hecho con mujeres en diferentes territorios, como Nariño, Caquetá, Meta, Casanare, Bogotá y Soacha. El 11 y el 12 de agosto se desarrollarán simultáneamente cuatro talleres, cada uno con 50 mujeres en Cali, Santa Marta, Barrancabermeja y Medellín.

Para la coordinadora de la red de mujeres colombiana, Ángela Escobar, la reparación económica que obtuvieron algunas mujeres víctimas de violencia sexual no mejoró su calidad de vida. “Entonces estamos mirando otra reparación que nos pueda servir. Hay mujeres que sufren de incontinencia urinaria, otras quedaron con enfermedades de transmisión sexual, que es una consecuencia de la violencia sexual. Muchas quedaron estériles. Queremos que las propuestas para la reparación integral, que estamos construyendo, salgan de las iniciativas de las mujeres”.

Este también es un llamado a que el Estado colombiano se sume a ese fondo mundial de reparación. Sin embargo, Escobar no es muy optimista. “La verdad... con este gobierno que tenemos ahora no creo que sea posible. Lo que expresa el presidente Duque es ‘cadena perpetua para violadores’ y lo que le falta a este país es educar y prevenir la violencia sexual para que esto no vuelva a suceder”.

Más allá de esto, la visita del nobel es una invitación. “Tenemos que estar unidas y romper el silencio, porque en muchos países del mundo las mujeres no han logrado hablar. Lo único que genera la violencia sexual es vergüenza. Lo decía muy claro el doctor Denis en Ámsterdam el año pasado: la violencia sexual es la peor humillación que nos puede pasar. Y nos dio a entender que ese dolor y humillación tenemos que convertirlo en fuerza y en lucha”.

Por Beatriz Valdés Correa - @beatrijelena

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar