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                                                                                                                              Los traumas que la toma de Miraflores dejó en los militares

                                                                                                                              Dos sobrevivientes de este hecho cuentan algunas de sus secuelas psicológicas. Expertos hablan de la necesidad de un programa que ayude a los miles de militares a sortear los efectos traumáticos que les dejo la guerra.

                                                                                                                              Laura Dulce Romero / @Dulcederomerooo

                                                                                                                              Los militares sobrevivientes a la toma de Miraflores, Wilson Benavides y Pablo Chaparro . / Cristian Garavito - El Espectador

                                                                                                                              Nadie está preparado para la guerra. Los entrenamientos son esfuerzos insulsos. Se desvanecen en medio de los combates, entre balas, cilindros, sonidos de helicópteros y lamentos de compañeros heridos. Pocos pueden ver la muerte violenta de frente y salir con la mente ilesa. Cuando se viven experiencias del conflicto, los recuerdos vuelven una y otra vez. Llegan como aguacero al día siguiente de la tragedia y a cuenta gotas dos décadas más tarde.

                                                                                                                              Lea: Militares secuestrados en Miraflores fueron reconocidos como víctimas ante la JEP

                                                                                                                              Eso vive Wilson Benavides desde el 3 de agosto de 1999 cuando unidades del Bloque Oriental de las Farc se tomaron la base militar y la de antinarcóticos en Miraflores (Guaviare). Hoy Benavides se ríe mientras recuerda el día que se tiró de un bus, después de salir del pabellón de sanidad del Ejército, donde estuvo internado durante un año por un diagnóstico de estrés postraumático y esquizofrenia. “Me monté, entregué 20.000 pesos al conductor. Él aceleró mucho y a mí se me metió a la cabeza que nos íbamos a matar. Eso me pasaba frecuentemente después de la toma. Me lancé del bus en movimiento a la calle. No sé cómo no me maté”.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              El 4 de agosto de 1998, cuando las balas cesaron, otros 56 policías fueron retenidos por la guerrilla junto con su armamento, lo que dejó un saldo de 129 uniformados internados en las selvas de la Amazonia colombiana y 35 muertos. El dragoneante Benavides, dos décadas después del suceso, no ha recuperado su tranquilidad.

                                                                                                                              Lea también: Mitú, 20 años después de la toma de las Farc

                                                                                                                              A Pablo Chaparro, uno de los soldados regulares que sobrevivieron a la toma y que, a diferencia de Benavides fue liberado pronto, las secuelas le llegaron mucho tiempo después. “No tenía tiempo para eso. Quedé afectado, pero tenía que sacar adelante a mi hija recién nacida y no tenía un peso”, comenta. Además, debía recuperar la pierna donde se incrustaron las esquirlas de una granada el día de la toma.

                                                                                                                              Su dolor y sus miedos supieron camuflarse. Pero hay heridas, por superficiales que parezcan, que no dejan de sangrar. Años después, Chaparro vería sus recuerdos transformados en agresividad. El soldado no entendía por qué sus conflictos sólo podía resolverlos a través de los golpes. “Me transformaba. Sabía que tenía un problema, pero no quería volver a esos recuerdos de la guerra y los ignoraba. Antes de Miraflores no era así. Yo era un joven tranquilo, que salía de fiesta y vivía feliz”.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Benavides cuenta con pensión y con salud de las fuerzas militares. Pero Chaparro, y otros siete soldados, no. Tampoco tienen asistencia psicológica actualmente. “Yo recibí ayuda, no lo puedo negar. Pero claro que faltaron cosas. Las Fuerzas Militares no estaban preparadas para recibir a ese montón de gente mal”, dice Benavides.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Y en eso está de acuerdo Johana Chaparro, psicóloga de la sección de víctimas del Departamento Jurídico Integral del Ejército Nacional. Sin embargo, aclara, eso ha ido cambiando con el tiempo: “En esa época de Miraflores no existían directivas o planes de atención. Hasta 2004 se arrancó el proceso de la creación de protocolos, se aumentó el número de los psicológicos militares y también se construyeron los manuales de los primeros auxilios psicológicos y psiquiátricos, entre otras cosas más. El Ejército ha ido caminando de acuerdo a todas las necesidades que la guerra lo fue poniendo”.

                                                                                                                              No ad for you

                                                                                                                              Chaparro explica que, después de la guerra, los militares pueden desarrollar varias enfermedades. Desde el trastorno por el estrés postraumático hasta bipolaridad o esquizofrenia. Volver a la vida civil no es un tránsito fácil ni para ellos ni para sus familias: “El choque es fuerte. En el caso de los secuestrados, sucede que algunos militares prefieren dormir en el piso, después de acostumbrarse a dormir en tablas en la selva. Tampoco desean que llegue la noche, porque entonces rememoran las emboscadas. O también pasa que con los ruidos fuertes los alertan como si estuvieran en situación de peligro”.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Aunque Juan Pablo Aranguren, profesor de psicología de la Universidad de Los Andes, reconoce que en los últimos años ha habido avances, continúa alertando sobre la necesidad de crear un programa para que todos los militares, desde soldados hasta generales, hagan un proceso de reincorporación a la cotidianidad a pesar no tener un diagnóstico.

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Le recomendamos: Por la verdad de la toma de Gutiérrez

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Los militares sobrevivientes a la toma de Miraflores, Wilson Benavides y Pablo Chaparro . / Cristian Garavito - El Espectador

                                                                                                                              Nadie está preparado para la guerra. Los entrenamientos son esfuerzos insulsos. Se desvanecen en medio de los combates, entre balas, cilindros, sonidos de helicópteros y lamentos de compañeros heridos. Pocos pueden ver la muerte violenta de frente y salir con la mente ilesa. Cuando se viven experiencias del conflicto, los recuerdos vuelven una y otra vez. Llegan como aguacero al día siguiente de la tragedia y a cuenta gotas dos décadas más tarde.

                                                                                                                              Lea: Militares secuestrados en Miraflores fueron reconocidos como víctimas ante la JEP

                                                                                                                              Eso vive Wilson Benavides desde el 3 de agosto de 1999 cuando unidades del Bloque Oriental de las Farc se tomaron la base militar y la de antinarcóticos en Miraflores (Guaviare). Hoy Benavides se ríe mientras recuerda el día que se tiró de un bus, después de salir del pabellón de sanidad del Ejército, donde estuvo internado durante un año por un diagnóstico de estrés postraumático y esquizofrenia. “Me monté, entregué 20.000 pesos al conductor. Él aceleró mucho y a mí se me metió a la cabeza que nos íbamos a matar. Eso me pasaba frecuentemente después de la toma. Me lancé del bus en movimiento a la calle. No sé cómo no me maté”.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              El 4 de agosto de 1998, cuando las balas cesaron, otros 56 policías fueron retenidos por la guerrilla junto con su armamento, lo que dejó un saldo de 129 uniformados internados en las selvas de la Amazonia colombiana y 35 muertos. El dragoneante Benavides, dos décadas después del suceso, no ha recuperado su tranquilidad.

                                                                                                                              Lea también: Mitú, 20 años después de la toma de las Farc

                                                                                                                              A Pablo Chaparro, uno de los soldados regulares que sobrevivieron a la toma y que, a diferencia de Benavides fue liberado pronto, las secuelas le llegaron mucho tiempo después. “No tenía tiempo para eso. Quedé afectado, pero tenía que sacar adelante a mi hija recién nacida y no tenía un peso”, comenta. Además, debía recuperar la pierna donde se incrustaron las esquirlas de una granada el día de la toma.

                                                                                                                              Su dolor y sus miedos supieron camuflarse. Pero hay heridas, por superficiales que parezcan, que no dejan de sangrar. Años después, Chaparro vería sus recuerdos transformados en agresividad. El soldado no entendía por qué sus conflictos sólo podía resolverlos a través de los golpes. “Me transformaba. Sabía que tenía un problema, pero no quería volver a esos recuerdos de la guerra y los ignoraba. Antes de Miraflores no era así. Yo era un joven tranquilo, que salía de fiesta y vivía feliz”.

                                                                                                                              Read more!

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Benavides cuenta con pensión y con salud de las fuerzas militares. Pero Chaparro, y otros siete soldados, no. Tampoco tienen asistencia psicológica actualmente. “Yo recibí ayuda, no lo puedo negar. Pero claro que faltaron cosas. Las Fuerzas Militares no estaban preparadas para recibir a ese montón de gente mal”, dice Benavides.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Aunque Juan Pablo Aranguren, profesor de psicología de la Universidad de Los Andes, reconoce que en los últimos años ha habido avances, continúa alertando sobre la necesidad de crear un programa para que todos los militares, desde soldados hasta generales, hagan un proceso de reincorporación a la cotidianidad a pesar no tener un diagnóstico.

                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              No ad for you

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                                                                                                                              Le recomendamos: Por la verdad de la toma de Gutiérrez

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                                                                                                                              Por Laura Dulce Romero / @Dulcederomerooo

                                                                                                                              Ver todas las noticias
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