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Siembra de cacao, café y árboles impulsan la paz en Sardinata, Norte de Santander

Gracias a los PDET la comunidad estructuró proyectos para construir viveros que impulsan la siembra de café, cacao y árboles forestales. Los campesinos cultivan la esperanza en Sardinata, Norte de Santander.

Redacción Colombia +20
28 de abril de 2023 - 11:46 p. m.
Cultivos de café y cacao en Sardinata, Norte de Santander
Cultivos de café y cacao en Sardinata, Norte de Santander
Foto: Jose Vargas Esguerra; El... - Jose Vargas Esguerra

Las paredes de la antigua estación de Policía del corregimiento La Victoria conservan todavía centenares de agujeros, rastros del fuego durante los hostigamientos y tomas guerrilleras que, hasta hace muy poco, eran cotidianos en estas montañas de la región del Catatumbo, departamento del Norte de Santander. El más recordado de estos ataques ocurrió el 27 de abril de 1991 y destruyó, además, las instalaciones de Telecóm, la Caja Agraria y un pequeño puesto de salud.

La Victoria es un pueblito a media hora cuesta arriba desde el municipio de Sardinata. Con una pequeña plaza, iglesia y dos calles colgadas de una loma vertiginosa que hace jadear a camionetas, caballos y caminantes por igual, la mayoría de sus habitantes viven del cultivo del café.

En lo alto de la loma, la vieja estación de Policía perforada por las balas se ha convertido ahora en sede de la Asociación de Caficultores de La Victoria (Asocafevic), una organización local que incluso tiene tostadoras y otras máquinas para procesar el grano que, como suelen recordar en la zona, llegó a Colombia en el siglo XIX precisamente con grandes plantaciones en el Norte de Santander.

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Junto a otras tres organizaciones de la región Asocafevit resultó beneficiada con un proyecto de construcción de tres viveros proyectado en los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) impulsado por la Agencia de Renovación del Territorio y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés). Estos viveros, que fueron inaugurados oficialmente el 29 de marzo, son una gran esperanza para la región.

De acuerdo con Gustavo Ancízar Sánchez es un “proyecto que nace desde nuestro territorio, gracias a las iniciativas que planteamos los campesinos en 2017 y 2018 en los PDET”. Sánchez pertenece a otra de las organizaciones beneficiarias: la Asociación de Víctimas Caminos de Esperanza del corregimiento Las Mercedes, otra población fuertemente afectada por el conflicto armado.

Sánchez puntualiza que el vivero construido en su corregimiento beneficia a 61 familias y tiene la capacidad de producir 150 mil plantas de cacao y especies forestales, que contribuirán a la economía de la región, y en su opinión a algo aún más importante: la paz del territorio.

“La región de nosotros está plagada de cultivos ilícitos, pero ese producto ya no es rentable, los insumos están elevadísimos, los campesinos poco a poco han dejado ese cultivo y ven en el cacao la oportunidad de surgir como familias y pequeñas empresas dentro de sus fincas”, asegura Gustavo Ancízar, contando cómo muchos han migrado al cacao y al café, cultivos lícitos que no son combustible para la violencia: “Pueda ser que poco a poco las familias vayan recibiendo esa tranquilidad que necesitan”.

En un ejercicio conjunto de discusión con las comunidades, que además analizó las particularidades de cada región, la FAO y la ART priorizaron en Norte de Santander las cadenas agroforestales de café y cacao, con gran potencial en la zona pero también con necesidad de fortalecimiento, pues los campesinos sembraban clones de baja calidad, con malas prácticas agropecuarias.

Maya Takagi, representante de FAO en Colombia, dijo que estas iniciativas propuestas por las mismas comunidades permiten tener alternativas de empleo e ingresos para las mujeres y los jóvenes de una región muy golpeada por los conflictos, a la vez que “promueven la protección de cuencas y zonas ambientalmente estratégicas mediante la producción de un material vegetal que servirá para establecer arreglos agroforestales en torno al cacao y el café, con buenas oportunidades comerciales tanto a nivel nacional como de exportación”.

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Margarita Hernández, de la Asociación de Hogares Juveniles Campesinos, otra de las organizaciones locales vinculadas, recuerda que al principio creyeron que nunca se realizaría el proyecto, pues entre su formulación dentro de los PDET en 2018 y su puesta en marcha en 2022 transcurrieron casi cuatro años.

“Pensamos que se había quedado por ahí, cuando ya en el 2021 empezaron a socializar a las personas que querían vincularse”, recuerda Hernández, describiendo cómo el entusiasmo fue creciendo incluso entre los más escépticos “cuando empezaron a llegar los profesionales y la gente comenzó a vincularse poco a poco. Empezaron a llegar los materiales y comenzamos a trabajar”.

No obstante, hubo que sortear dificultades, como retrasos por la ola invernal y problemas para transportar los materiales hasta las fincas en donde fueron levantados los viveros con trabajo colaborativo de los beneficiarios, que aportaron jornadas de labor para preparar los terrenos y llenar las bolsas de tierra donde sembrarían los ejemplares de café, cacao, cedro, acacias y otros árboles que ahora están a punto de comercializarse.

“La idea es tener especies nativas de la región para evitar las pérdidas. Un árbol ya climatizado se va a desarrollar mucho más rápido que uno que queramos introducir”, explica Jesús Guerrero, un joven campesino que es administrador del vivero en el corregimiento Las Mercedes, agregando que ya tienen pedidos de más de mil árboles, principalmente para empresas mineras de la zona que “tienen un compromiso de compensación con el medio ambiente y nos han hecho la mayor parte de pedidos para reforestar”.

Jesús Guerrero insiste en que su región quiere superar la violencia y ser conocida también por la pujanza de su gente. Él, que tuvo que abandonar el Catatumbo a los 12 años para evitar ser reclutado por los grupos ilegales, volvió diez años después a esta tierra en plena época de pandemia para apostarle al campo.

Recuerda con gracia que cuando se fue era apenas un niño campesino deslumbrado por la gran ciudad y dice que nadie le cree si cuenta que jamás había montado en carro antes de eso. A su regreso de Bucaramanga, una década más tarde, había pasado por un seminario, tenía un diploma de electricista y conocía de sobra el arte de rebuscarse la vida por sus propios medios.

“La FAO y la ART nos ha dejado un capital semilla, ya depende de nosotros el manejo”, insiste Jesús siempre mirando al futuro: “para mí, es poder multiplicarlo, si nos dejaron un granito de arena, en uno o dos años debemos tener muchísimos más”.

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Carlos H(21141)29 de abril de 2023 - 07:33 p. m.
Esta noticia es esperanzadora e indica el camino para desestimular los cultivos ilícitos. Es la alternativa inteligente a la aspersión con glifosato.
Fercho(25932)29 de abril de 2023 - 11:37 a. m.
Es una gran oportunidad para los productores rurales en zonas de conflicto..solo esperamos que el gobierno actual apropie mayores recursos , puesto que las iniciativas son numerosas y cuantiosas
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