Las religiosas colombianas que el Vaticano puso en camino a la santidad
Tres nacieron en Colombia y dejaron un reconocido legado social y educativo y tres eran colombianas de corazón, pues su vida, obra y muerte fue en nuestro país. Esto a propósito del anuncio de que la caldense María Berenice Duque Hencker será beatificada.
Redacción de El Espectador
El Vaticano anunció este 13 de octubre que María Berenice Duque Hencker, monja colombiana de la congregación Hermanitas de la Anunciación, será beatificada por el papa Francisco, el paso previo a ser canonizada y declarada santa de la iglesia católica.
Esta religiosa nació en 1898 en Salamina, Caldas, fue bautizada como María Ana Julia Duque Hencker y falleció en Medellín el 25 de julio de 1993. Desde la capital antioqueña construyó su obra religiosa y le reconocen el milagro de sanación que habría logrado sobre el joven Sebastián Vásquez Sierra, un paciente diagnosticado con una enfermedad terminal. (Aquí la noticia emitida desde Roma).
Los investigadores de la Causa de los Santos deben certificarle otro milagro en el proceso que la llevaría a ser declarada santa, como ocurrió con Laura Montoya Upegui, nacida en 1874 en Jericó, Antioquia, fundadora de la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Sena. (Recomendamos: El milagro que convirtió en santa a Laura Montoya). En 1914 la Madre Laura fundó su grupo de misioneras para abogar por los indígenas, educarlos y atender a los más enfermos. Se internó en la selva de Dabeiba, Antioquia, trabajó con los katíos y murió en 1949, a los 75 años, luego de pasar casi una década en silla de ruedas.
Después de 14 años de su muerte fue declarada Sierva de Dios. En 1991 el papa Juan Pablo II la nombró venerable, en 2004 fue beatificada —luego de que se aprobara la curación de un cáncer por su obra— y desde abril de 2005 los cardenales del Vaticano estudiaron el milagro declarado por el médico Carlos Eduardo Restrepo para canonizarla con aprobación del papa Benedicto XVI en 2013. Se convirtió así en la primera santa colombiana.
En ese largo camino se encuentran otras religiosas colombianas como la bogotana María Sara Alvarado Pontón, monja dominica fundadora de las Hijas de Nuestra Señora de Nazareth. Murió en la Clínica Shaio de Bogotá el 28 de marzo de 1980 por una deficiencia cardiaca a los 77 años de edad y su obra social y sus posibles milagros también se estudian desde hace 15 años en la Congregación para la Causa de los Santos en Roma. (Lea: “Milagros en Bogotá”).
Con base en esa investigación, el Vaticano ya la exaltó como Sierva de Dios, destacando hechos como que en 1936 creó el primer Sindicato del Servicio Doméstico para proteger al que ella llamaba “el gremio más despreciado”. Su obra también incluye siete ancianatos que funcionan en Cundinamarca, Antioquia y el Valle y colegios en Bogotá, Boyacá y Atlántico. Tan importantes como el Colegio de Nuestra Señora de Nazareth de Bosa con cerca de 2.500 alumnas.
También hay religiosas consideradas colombianas de vida y muerte que ya son o pueden ser declaradas santas. Por ejemplo, María Bernarda Bütler (aquí su historia), fundadora de las Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora. Era una ciudadana suiza (1848) que murió en Cartagena en 1924. Como monja franciscana empezó su obra social en Ecuador y la consolidó en Colombia. El 29 de octubre de 1995 Juan Pablo II la beatificó y Benedicto XVI la canonizó el 12 de octubre del año 2008.
En un caso similar, ante el Vaticano también hay un expediente con testimonios de religiosos colombianos y habitantes de una veintena de pueblos del departamento de Bolívar que pidieron hace 13 años que la monja austriaca Herlinda Moises, nacida en 1928 y que durante 40 años luchó por las comunidades negras y campesinas más pobres, sea declarada santa. (Lea aquí la historia de “la santa de Cartagena”).
Fue maestra en Sahagún (Córdoba), Monpós y Carmen de Bolívar; en el Colegio Palermo de San José, en el Poblado de Medellín y en Guarne (Antioquia), antes de conocer “la situación infrahumana” de Pasacaballos, población bolivarense donde murió en 2006. Su obra ha sido reconocida por el propio Vaticano y en Colombia fue exaltada como una de las Mujeres Cafam de 1995.
Una causa parecida respaldan las autoridades católicas y la ciudadanía de Barranquilla en memoria de la monja Luisa Marcelina Aveledo, más conocida en la capital del Atlántico como la madre Marcelina de San José, fundadora de la Congregación de las Hermanas de los Pobres de San Pedro Claver. Antes de renunciar al papado, Benedicto XVI reconoció sus “virtudes heroicas” y la declaró venerable, primer paso hacia la santidad.
Aveledo nació en Caracas el 18 de junio de 1874 y falleció en Barranquila el 16 de noviembre de 1959. Según se lee en el diario El Heraldo, su tumba es visitada asiduamente por los católicos que ya le atribuyen milagros y la reconocen como “una activista incansable que veló por los derechos y las necesidades de los adultos mayores”.
Una de las religiosas que defiende su legado, la madre superiora Mariela Medina, directora del Asilo San Antonio, aseguró a ese medio de comunicación: “Solo en Barranquilla en tres instalaciones tenemos aproximadamente unos 500 ancianos, y entre niños y jóvenes que tenemos en los colegios hay alrededor de 1.300, aparte de la obra en otros países porque estamos en Roma, España, Venezuela, Panamá, Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Suiza”.
El Vaticano anunció este 13 de octubre que María Berenice Duque Hencker, monja colombiana de la congregación Hermanitas de la Anunciación, será beatificada por el papa Francisco, el paso previo a ser canonizada y declarada santa de la iglesia católica.
Esta religiosa nació en 1898 en Salamina, Caldas, fue bautizada como María Ana Julia Duque Hencker y falleció en Medellín el 25 de julio de 1993. Desde la capital antioqueña construyó su obra religiosa y le reconocen el milagro de sanación que habría logrado sobre el joven Sebastián Vásquez Sierra, un paciente diagnosticado con una enfermedad terminal. (Aquí la noticia emitida desde Roma).
Los investigadores de la Causa de los Santos deben certificarle otro milagro en el proceso que la llevaría a ser declarada santa, como ocurrió con Laura Montoya Upegui, nacida en 1874 en Jericó, Antioquia, fundadora de la Congregación de las Misioneras de María Inmaculada y de Santa Catalina de Sena. (Recomendamos: El milagro que convirtió en santa a Laura Montoya). En 1914 la Madre Laura fundó su grupo de misioneras para abogar por los indígenas, educarlos y atender a los más enfermos. Se internó en la selva de Dabeiba, Antioquia, trabajó con los katíos y murió en 1949, a los 75 años, luego de pasar casi una década en silla de ruedas.
Después de 14 años de su muerte fue declarada Sierva de Dios. En 1991 el papa Juan Pablo II la nombró venerable, en 2004 fue beatificada —luego de que se aprobara la curación de un cáncer por su obra— y desde abril de 2005 los cardenales del Vaticano estudiaron el milagro declarado por el médico Carlos Eduardo Restrepo para canonizarla con aprobación del papa Benedicto XVI en 2013. Se convirtió así en la primera santa colombiana.
En ese largo camino se encuentran otras religiosas colombianas como la bogotana María Sara Alvarado Pontón, monja dominica fundadora de las Hijas de Nuestra Señora de Nazareth. Murió en la Clínica Shaio de Bogotá el 28 de marzo de 1980 por una deficiencia cardiaca a los 77 años de edad y su obra social y sus posibles milagros también se estudian desde hace 15 años en la Congregación para la Causa de los Santos en Roma. (Lea: “Milagros en Bogotá”).
Con base en esa investigación, el Vaticano ya la exaltó como Sierva de Dios, destacando hechos como que en 1936 creó el primer Sindicato del Servicio Doméstico para proteger al que ella llamaba “el gremio más despreciado”. Su obra también incluye siete ancianatos que funcionan en Cundinamarca, Antioquia y el Valle y colegios en Bogotá, Boyacá y Atlántico. Tan importantes como el Colegio de Nuestra Señora de Nazareth de Bosa con cerca de 2.500 alumnas.
También hay religiosas consideradas colombianas de vida y muerte que ya son o pueden ser declaradas santas. Por ejemplo, María Bernarda Bütler (aquí su historia), fundadora de las Franciscanas Misioneras de María Auxiliadora. Era una ciudadana suiza (1848) que murió en Cartagena en 1924. Como monja franciscana empezó su obra social en Ecuador y la consolidó en Colombia. El 29 de octubre de 1995 Juan Pablo II la beatificó y Benedicto XVI la canonizó el 12 de octubre del año 2008.
En un caso similar, ante el Vaticano también hay un expediente con testimonios de religiosos colombianos y habitantes de una veintena de pueblos del departamento de Bolívar que pidieron hace 13 años que la monja austriaca Herlinda Moises, nacida en 1928 y que durante 40 años luchó por las comunidades negras y campesinas más pobres, sea declarada santa. (Lea aquí la historia de “la santa de Cartagena”).
Fue maestra en Sahagún (Córdoba), Monpós y Carmen de Bolívar; en el Colegio Palermo de San José, en el Poblado de Medellín y en Guarne (Antioquia), antes de conocer “la situación infrahumana” de Pasacaballos, población bolivarense donde murió en 2006. Su obra ha sido reconocida por el propio Vaticano y en Colombia fue exaltada como una de las Mujeres Cafam de 1995.
Una causa parecida respaldan las autoridades católicas y la ciudadanía de Barranquilla en memoria de la monja Luisa Marcelina Aveledo, más conocida en la capital del Atlántico como la madre Marcelina de San José, fundadora de la Congregación de las Hermanas de los Pobres de San Pedro Claver. Antes de renunciar al papado, Benedicto XVI reconoció sus “virtudes heroicas” y la declaró venerable, primer paso hacia la santidad.
Aveledo nació en Caracas el 18 de junio de 1874 y falleció en Barranquila el 16 de noviembre de 1959. Según se lee en el diario El Heraldo, su tumba es visitada asiduamente por los católicos que ya le atribuyen milagros y la reconocen como “una activista incansable que veló por los derechos y las necesidades de los adultos mayores”.
Una de las religiosas que defiende su legado, la madre superiora Mariela Medina, directora del Asilo San Antonio, aseguró a ese medio de comunicación: “Solo en Barranquilla en tres instalaciones tenemos aproximadamente unos 500 ancianos, y entre niños y jóvenes que tenemos en los colegios hay alrededor de 1.300, aparte de la obra en otros países porque estamos en Roma, España, Venezuela, Panamá, Salvador, Nicaragua, Costa Rica, Suiza”.