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Opinión: El reto pendiente de un acuerdo de paz con Eln

Se cumplen tres años del atentado en la escuela de cadetes General Santander, luego de la cual vinieron más ataques que dejaron como víctimas a 150 soldados y policías, y aunque el Gobierno Nacional optó por la opción de combartirlos, los resultados demuestran que no se debe dejar de lado la opción de un nuevo acuerdo de paz.

*Luis Eduardo Celis
17 de enero de 2022 - 11:01 p. m.
Tras el ataque a la escuela de cadetes General Santander, 22 personas murieron y al menos 60 más resultaron heridas.
Tras el ataque a la escuela de cadetes General Santander, 22 personas murieron y al menos 60 más resultaron heridas.

El 17 de enero del 2019 el Eln atacó la Escuela de Policía General Santander en Bogotá, dejando 22 muertos y más de sesenta heridos. Hace pocos días atacó un destacamento de Esmad de la policía en Cali que dejó 12 heridos, pero no son hechos aislados, pues entre este tiempo 150 militares y policías han sido víctimas de acciones de este grupo armado, lo cual demuestra el fracaso de una política que no logra controlar a esta organización, que se aproxima a cumplir seis décadas.

El Eln de hoy es un poco más grande que el inicio del gobierno del presidente Iván Duque. De acuerdo con el último informe del Ministerio de la Defensa se reporta que hoy la componen alrededor de 2.700 integrantes, mientras que el mismo reporte en 2017, indicaba que eran 2.200, lo que hoy es razón más que preocupante a la hora de evaluar los resultados de la estrategia por la que se optó de combatirlos, alejándose de la variable de los diálogos.

Además de eso, el Eln ha estado en el centro de la opinión y el debate público en estos cuatro años. Primero, por el apoyo de Cuba a los diálogos de paz, que se adelantaron con Santos, y la permanencia de su delegación en la Habana. La administración de Trump poco después volvió a incluir a Cuba en su listado de países que apoyan al terrorismo, una acción totalmente arbitraria y sin fundamento que es de esperar que la administración del presidente Biden corrija en los próximos meses.

Igualmente se habla del Eln por su presencia en Venezuela, así como se le atribuye a esa guerrilla un protagonismo en la protesta social de los últimos años, algo totalmente distorsionado de lo que es una acción legítima de sociedad donde este tipo de actores armados puede estar de manera muy marginal.

En estos cuatro años la guerrilla ha perdido destacados mandos, unos visibles como Uriel, Fabián, El viejo, del Frente de Guerra Noroccidental, o Mocho Tierra y Gallero, del Área Darío Ramírez Castro y otros no tanto, pero importantes en la estructura de mando, que finalmente han sido reemplazados por nuevos liderazgos que asimilan los golpes. La estrategia del Gobierno de ir por las cabezas afecta a la guerrilla, pero no va a desbaratar una organización que ha demostrado capacidad para adaptarse y superar sus crisis. Eso lo hemos visto en estos años en los que vienen creciendo en tamaño y presencia territorial.

Estamos en pleno debate presidencial y Eln de cuando en cuando sale en las declaraciones de los candidatos. Por lo que es la hora de volver al carril de diálogos, las negociaciones y la construcción de un acuerdo de paz, en el marco de una política que debe proponerse el tratamiento de todas las violencias organizadas que persisten en Colombia y que tienen presencia territorial en doscientos municipios, donde el estado colombiano debe ejercer una presencia legítima y efectiva. En este contexto, habrá que volver al reto pendiente de un acuerdo de paz con la última guerrilla que sobrevive al alzamiento armado de los años sesenta.

Tenemos una agenda construida entre el Eln y el gobierno del presidente Santos, es una agenda importante que puede servir como referente y ajustarse, precisarse o ampliarse, pero no para dejarla en el olvido.

El nuevo gobierno será el de la construcción de un proceso de paz con el Eln, si tiene decisión, estrategia y propuestas de transformación para darle cuerpo al acuerdo. Este reto hay que asumirlo con la convicción de que el diálogo y la construcción de paz es lo que requiere Colombia, saliendo de tantas tristezas y tragedias que siguen afectando vidas y comunidades.

*Asesor de la Fundación Paz y Reconciliación

Por *Luis Eduardo Celis

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