César Pachón, el hombre detrás del paro que sí existió

“El tal paro nacional agrario no existe”, dijo el presidente Juan Manuel Santos el 21 de agosto de 2013. Un campesino de Boyacá fue uno de los líderes más visibles durante esas manifestaciones. Hoy es un hombre con ascendencia en diferentes sectores populares de Colombia.

Juliana Rodríguez*
10 de diciembre de 2016 - 01:28 a. m.
César Pachón, el hombre detrás del paro que sí existió

Era 7 de mayo del 2013. El ambiente en el Congreso se tornaba algo tenso. No se venía venir un paro agrario desde el 2011, cuando el 16 de noviembre un campesino de raíces carúpanas, lideraba junto a otros colegas el bloqueo de las vías en pleno puente de Boyacá. Senadores, representantes a la cámara y funcionaros del Ministerio de Agricultura esperaban en una de las salas del Congreso de la Republica a César Pachón Achury, el campesino de 33 años del que todos hablaban y al que todos temían. Y no era para más, nadie se había atrevido a retar al Gobierno con tal de denunciar las irregularidades y defender los precios justos en el sector agrícola.
 
Eran días difíciles para Pachón. El precio de la comida resultaba más bajo debido al Tratado de Libre Comercio que había firmado Colombia con Estados Unidos, y las importaciones iban en aumento, mientras que el campo era devastado por una crisis económica y ambiental que ponía a tambalear no una, sino miles de familias campesinas que encontraban un sustento en la producción de alimentos. Entonces, nace el paro del 7 de mayo como una respuesta ante las equivocadas decisiones por parte del gobierno del presidente Santos, para despertar y preservar la agricultura del país y la vida de familias vulnerables que dependan de dicho sector. Sin embargo, el paro se tornó violento, razón por la que César es capturado por las autoridades, y es llevado preso por unas horas. 
 
Dejado en libertad luego de ser acusado por desorden público, Pachón se dirige a cumplir su cita en el Congreso. Conduciendo un campero rojo, con índices de intoxicación por los gases lacrimógenos, con heridas en su cuerpo y evidentemente, con poca energía por la falta de comida y de descanso, César medita en el camino las condiciones que le pedirá al Gobierno para finalizar el paro, pero aún más importante, para cumplirle a cientos de familias que esperanzadas veían en él su única forma de hacerse escuchar. Su discurso resulta impactante. Los senadores le expresan no tener conocimiento de las cosas reales e injustas que atravesaban en el campo. Los medios de comunicación evidencian el momento, y justo ahí, César se convierte en una figura pública admirada por cientos de colombianos que comenzarían a apoyar su causa.
 
El origen de un nuevo líder
 
Nadie se convierte en líder de la noche a la mañana. César, el hombre detrás de los paros agrarios organizados en Colombia, se ha convertido en un líder exponencial gracias a las duras y las maduras que le ha tocado vivir a lo largo de su vida. Sólo tenía 12 años cuando en medio del desconcierto, doña Blanca Achury, su madre, y sus tres hermanos mayores, huyeron de Carupa, Cundinamarca, hacia Tunja, Boyacá, tratando de buscar un rincón de tranquilidad que se había perdido en su hogar, debido a los maltratos que su padre, cuyo nombre se quiso reservar, le causaba a su progenitora. 
 
Con la angustia que causa vivir prófugos, la familia Pachón Achury emprende una vida nueva. César y sus hermanos ingresan a la escuela, pues a pesar de todo, su padre siempre les había inculcado la importancia del estudio aunque hubiera dificultades económicas. Seis meses después de huir, Pachón y su familia fueron avisadas de que su padre había sido asesinado, sin saber por quién ni por qué. Ante el fuerte acontecimiento, su familia paterna acusa a doña Blanca Achury de ser artífice de su muerte. Es llevada a prisión, cuando César tenía tan sólo 13 años.
 
Desde ese momento, César dejó de ser un niño para convertirse en un hombre. El impacto que causaba no tener sus padres a su lado, sembró una tenacidad incontrolable que empezó a recoger frutos con el pasar de los años. Con una pequeña herencia que recibió por parte de su padre, Pachón y sus hermanos compraron una casa y rentaban cuartos a estudiantes universitarios. Adicional a ello, César comenzó a trabajar en plazas de mercado y en ganadería, razón por la que empieza a desarrollarse en él un sentido de amor por el tema de la agricultura y el campo.
 
Con algo de orgullo, recibe la ayuda financiera para estudiar su carrera universitaria por parte de su tía paterna. Entonces, César ingresa a la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia a estudiar Ingeniería Agrónoma, donde se caracterizó por su buen desempeño académico. Ahí, en ese momento, empieza a comprender que a pesar de que su padre era un hombre de carácter complicado, se le agradece la templanza y el liderazgo que le enseñó y demostró a lo largo de su infancia. “Mi padre era un hombre bueno en el fondo. Trabajador, construía escuelas, trabajaba en la alcaldía, se preocupaba por la gente. Por eso aprendí a trabajar por los demás”, señaló Pachón. 
 
Más allá del imaginario social en el que un campesino no puede salir adelante, y menos en condiciones como las que vivió César Pachón, este hombre de distintos matices fue demostrándose a sí mismo y a los demás, cómo la adversidad podía ser su mejor herramienta de cambio y liderazgo. Hoy en día, César ha hecho énfasis en que su labor es trabajar por todas las familias del campo que estén desprotegidas y que carezcan de un ambiente digno donde puedan crecer, formarse y recibir educación y seguridad. 
 
Del campo a la política
 
La gente de Boyacá y del campo empezó a notar que César Pachón era un líder real. Era un hombre que prefirió rechazar puestos públicos y cómodos como los que le ofrecieron después del paro agrario. Le hablaron de ser el viceministro de agricultura o ser embajador de Colombia en el país que quisiera, en síntesis, trabajar en cualquier rama del Estado. Él cree que dichos ofrecimientos buscaban su silencio y la evasión a las críticas de los problemas del campo. Muchos creen que este hombre ha nacido para una causa, para generar ideas, para llevar a cabo proyectos, para luchar por lo correcto y defender lo incorrecto. Cuando su discurso finalizó en el Senado, sus redes sociales empezaron a aumentar en seguidores y la gente le manifestaba la idea de llegar a la política.
 
Justo antes de contemplarlo, César decide fundar junto a otros de sus colegas lo que hoy se conoce a nivel nacional e internacional como la Comunidad por la Dignidad Papera y la Seguridad Alimentaria. Con este movimiento, emprende una lucha para defender los derechos de la comida del campo que se encuentra en vulnerables condiciones. Esta decisión de formalizar su lucha, sacude su vida cuando recibe una amenaza y posteriormente un atentado contra su vida. Aunque todavía no se sabe quién fue, sí dice deducir que su visibilidad en estos temas en Colombia, lo expondrán a múltiples problemas para su vida y tranquilidad. 
 
Con el comité han llegado muchas oportunidades para hacer parte de la política. César se lanzó a la Gobernación de Boyacá y también recolectó firmas para lanzarse a la presidencia de la Republica. Aunque no ha sido posible, Pachón ha demostrado que su intelecto y sus ganas de cambiar le han abierto puertas en el corazón de miles de colombianos, y en un futuro, puede convertirse en un líder más visible para otros sectores en el país. 
 
César Pachón ahora está realizando labores sociales para sectores afectados por la corrupción en La Guajira. En este momento su interés está en ayudar a que esta zona, golpeada del país, pueda recuperar el agua. Desde su lado personal, César seguirá trabajando por causas campesinas, por defender sus derechos, y por hacer todo lo posible para que la familia campesina no salga del campo, no lo abandone bajo ninguna circunstancia. 
 
Esta es la historia del hombre detrás del paro que sí existió. Y no sólo de uno, sino de tres paros que sacudieron al país, que obtuvieron la atención de todos los medios de comunicación. De los paros que paralizaron las pantallas, las redes sociales y las vías de Boyacá. 
 
*Estudiante de la Universidad Jorge Tadeo Lozano.
 

Por Juliana Rodríguez*

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