El episodio del secuestro del general Rubén Darío Alzate y la reacción inmediata por parte del Gobierno y las Farc ha puesto en evidencia la solidez de las negociaciones de paz que se llevan a cabo en La Habana, pero así mismo ha demostrado que en el país hay secuestrados con mayor importancia que otros.
El Espectador habló con Ismael Márquez, presidente de la organización “Los que faltan”, creada en 2012 para mostrar que aún hay muchas familias esperando a sus hijos secuestrados y desaparecidos. En diálogo con Márquez y su esposa, Amalia Díaz de Márquez, es visible el sufrimiento de quienes, a pesar de los años que pasan sin saber de sus familiares, aún no reciben respuesta contundente del Gobierno ni de sus secuestradores.
- ¿Qué pasó con su hijo?
Él trabajaba como secretario en una cooperativa que se llamaba Conalcrédito, que tenía aproximadamente 20.000 asociados de estratos 1, 2 y 3. En 1999, cuando hubo la crisis del sector, empezaron a exigirles a las cooperativas la devolución de los dineros y entraron en iliquidez, y una de las presiones fue el secuestro de Enrique, mi hijo.
- ¿A dónde y quiénes se lo llevaron?
Se lo llevaron al frente 51 en Sumapaz, en donde estaban las personas interesadas en buscar la devolución del dinero de la cooperativa. Esto ocurrió hace más de 15 años.
- ¿Cuándo tuvo comunicación con su hijo después del secuestro?
El día que lo captaron, él nos llamó y dijo que no nos preocupáramos, que iba para una reunión; algo atípico, porque cuando las Farc secuestran, las personas se demoran meses en volver a tener contacto con sus familias.
- ¿Qué ayuda recibieron para entrar en contacto con los captores de su hijo?
Jaime Garzón nos ayudó mucho como asesor consultor de la Gobernación de Cundinamarca en la liberación de secuestrados. Él tenía contacto con Romaña, Henry Castellanos, y le recomendó el caso de nuestro hijo. Enrique cumple años el 14 de agosto y con Jaime teníamos la ilusión de que para ese día estuviera, si no en Bogotá, por lo menos cerca de la ciudad. Hablamos con Jaime el 12 de agosto. Al día siguiente lo mataron y se rompió ese puente de información que teníamos.
- ¿Ustedes han tenido comunicación directa con las Farc?
No, sólo a través de Jaime Garzón.
- ¿Cómo han vivido el secuestro del general Alzate y todo lo que ha rodeado ese hecho?
Con una sensación de esperanza y de expectativa creciente de que se iban a hacer cosas de verdad por todos los secuestrados. Cuando el presidente Santos dijo que se suspendían los diálogos hasta que liberaran a los cinco cautivos, dio a entender que se quería información de los secuestrados recientes, y desde luego de los de atrás, que no podía haber secuestrados de primera, de segunda y de tercera. Creíamos que esta vez iba a ser así, pero nos llevamos una sorpresa y nuestras esperanzas se fueron al suelo porque ya cambió el presidente, ya no tiene esa exigencias, porque dijo que inmediatamente sean liberados ordenaba que se reiniciaran los diálogos.
- Esperaban ustedes que se condicionara la reanudación de los diálogos a tener información de todos los secuestrados?
Sí, pero aquí ha operado lo de siempre: que todo va a cambiar para que nada cambie, porque los diálogos van a seguir con el mismo ritmo y la mista lentitud y dilación, pero de todos modos creemos que el ambiente que se alcanzó a crear hay que mantenerlo.
- ¿Qué piensan hacer para influir y que el ambiente de exigencia para la liberación de los secuestrados por parte de las Farc se mantenga en el país?
Se acaba de crear la Federación de Víctimas de las Farc, promovida por 14 congresistas, entre ellos Sofía Gaviria y Mauricio Lizcano. Lo que se busca con esta organización es que la liberación de todos los secuestrados y el esclarecimiento de lo sucedido con los desaparecidos sea una realidad.
- Cuénteme de las cifras que tienen ustedes de secuestrados en el país.
“Los que faltan” es una asociación de carácter nacional sin personería jurídica, no tenemos estatutos, simplemente estamos continuando en equipo con esta batalla por aquellos que aún no están. El creador de la organización es el periodista Herbin Hoyos, quien tiene una base de datos completa de unos 3.200 secuestrados, y nos ha molestado bastante que con el transcurso del tiempo esa base de datos se ha venido marchitando y el Gobierno, por razones políticas y demás, ha venido dándoles el carácter de desaparecidos.
- ¿Continúan entonces las diferencias sobre el consolidado de datos de los secuestrados que hay en Colombia hoy?
En eso de las listas hay una tremenda distorsión, porque mientras unos registran unos 3.200, otros hablan de un número mayor. País Libre tiene unas estadísticas, el Gobierno otras, y nadie coincide.
- ¿Cuántos secuestros se han presentado en el transcurso de las negociaciones?
Más de 80. En lo que va de este año hay datos exactos de 14 o 15.
-¿Se sintieron representados con los tres grupos de víctimas que viajaron a La Habana?
No, de ninguna manera. En principio, nosotros entendíamos que eran víctimas de las Farc, pero la interpretación que le dio el propio Gobierno es que las víctimas son del conflicto y no de esa guerrilla.
- ¿Por qué interpretaron ustedes que serían sólo víctimas de las Farc?
El 7 de julio, cuando se presentaron los diez puntos que la guerrilla y el Gobierno iban a tener en cuenta para el tema de los secuestrados, se habló de que se buscaría la presencia de víctimas de las Farc. Se conversó sobre un primer grupo y se pidió la cooperación de Naciones Unidas y de la Universidad Nacional. Cuando eso sucedió, no hubo referencia a restricciones ni especificaciones, así que por eso lo entendimos así.
-Durante el proceso de paz, ¿ustedes han tenido contacto con el Gobierno?
Hemos tenido comunicaciones a través de cartas con el presidente, que nos responden después de siete meses, y se pasan nuestras comunicaciones de entidad en entidad. A pesar de eso seguimos insistiendo. Mi esposa se encarga de mandarles cartas al presidente y a la primera dama, que no contesta, pero sí su asistente. Seguimos en eso: buscando respuestas.
- ¿Qué tan optimistas son con que el proceso de paz llegue a feliz término?
Recién iniciado el proceso teníamos grandes esperanzas, a pesar de que el tema de víctimas no fuera primordial en un principio, y se dilatara. Pero la ilusión se nos fue apagando poco a poco, porque se ha quitado la relevancia de las Farc como victimarias. De todas maneras seguiremos insistiendo, no con pesimismo, pero sí viéndolo con realismo. No nos hacemos expectativas de lo que se vaya a conseguir.
- En medio de la negociación se ha hecho un llamado al perdón y la reconciliación. ¿Qué tan dispuestos están ustedes?
Ese es un sentimiento muy personal y mal podríamos hablar en plural de qué piensan las 250 o 300 víctimas de estas familias. En nuestro caso, consideramos que ese sentimiento de perdón debe llegar, pero como consecuencia de hechos muy concretos. De la devolución, de la entrega de nuestro hijo o, si ya irremediablemente ha fallecido, que tengamos la certeza e información clara de su muerte.