De traje y siempre formales. Muy medidos al hablar, estrictos en el manejo del tiempo y preocupados siempre por la economía y alta política. Tal es la idea que a primera vista usted se haría sobre una reunión en cualquier sede diplomática. Un encuentro de embajadores, cónsules o de agregados militares. Pero ¿qué pasa cuando la cita es de cónyuges de diplomáticos?
Sentadas en la casa de la embajada de Francia, en el norte de Bogotá, las cónyuges de los embajadores demuestran que sus sesiones son igual de productivas e interesantes, pero mucho más amenas. Se reúnen por convocatoria de la Asociación de Cónyuges de los Diplomáticos Acreditados en Colombia, Acdac, con el fin de planear actividades como su Festival Gastronómico, que cada año premia a las mejores iniciativas sociales del país.
Recogen ideas, sacan cuentas sobre estrategias de difusión, buscan financiación, se preocupan cuando ven llegar la fecha de su encuentro anual y creen que les hacen falta recursos, infraestructura o logística. Y siempre sacan adelante el festival. Lo han hecho sin falta desde hace siete años cuando se les ocurrió que una forma de agradecer la hospitalidad de Colombia con los miembros del servicio exterior de otros países era, precisamente, fomentar un encuentro de intercambio cultural a través de la gastronomía en el que, además, pudieran exaltar las iniciativas ciudadanas de apoyo a los menos favorecidos.
Una asociación que apoya a las personas con esquizofrenia, una fundación antioqueña que ofrece soluciones a las personas con discapacidad auditiva y un hogar de amparo para niños con patologías crónicas o de difícil manejo figuran entre sus beneficiarios. Y hay muchos más. Cada año, Acdac escoge cuatro iniciativas ciudadanas de cualquier rincón del país para premiarlas con $20 millones a cada una. Además, les hacen seguimiento durante un año a los proyectos para asegurarse de su éxito.
Buenas relaciones
En 1957, cuando las mujeres ejercieron por primera vez su derecho al voto en Colombia y se abrían campo en el espacio político – que por siglos les fue negado – las esposas de los embajadores y diplomáticos que desempeñaban su misión en el país fundaron la Asociación de Cónyuges de los Diplomáticos Acreditados en Colombia (en adelante Acdac).
Era una época dura. Los grupos ilegales se fortalecían al igual que el narcotráfico que dinamizó la espiral de violencia en el país. Ante este panorama, los integrantes de Acdac comenzaron a hacer obras sociales en las zonas más vulnerables de Colombia.
No es que hagan muchas, en realidad. Ahora prefieren concentrarse en una al año y esa es, precisamente, su encuentro gastronómico. Los saberes de la cocina, la cultura y el arte de cada país se ven reflejados en el festival, que en esta oportunidad será el 26 de mayo de 10:00 a.m. a 4:00 p.m. en el colegio Liceo Cervantes sede Retiro, en Bogotá.
El festival comenzará con una agenda cultural y musical que recopilará lo mejor de más de 30 países.
El dinero que Acdac recauda en el festival lo destina a los premios “Solidaridad Internacional” que destacan el esfuerzo de organizaciones y fundaciones que desarrollan una gestión social y contribuyen con el mejoramiento de las condiciones de vida de personas desfavorecidas o en riesgo de exclusión social.
Su premio tiene cuatro categorías: niños y adolescentes en riesgo, mujeres en situación vulnerable, tercera edad y población diversamente hábil. Cada uno gana $20 millones.
Uno de los ganadores en 2018 fue la fundación Óyeme de Medellín, una asociación de sordos que usó el premio para comprar un aparato para tamizar auditivamente a los niños.
Entre cónyuges
Myriam Khatchadourian, esposa del embajador del Líbano, Ara Khatchadourian, es la presidenta de Acdac. Ojos esmeralda y pausado español, lleva más de un año liderando al grupo, a cuyas reuniones directivas asisten ahora 11 cónyuges de diplomáticos. Sabe de las tragedias tan grandes que puede causar la violencia en un país. Y no solo por su Líbano natal, sino porque también acompañó a su esposo en el servicio exterior en Sudáfrica, en donde recuerda que comprobó que las heridas por el apartheid seguían presentes, mucho tiempo después, en la mente de los afectados. Compara al Líbano con Colombia. Afirma que algo que tienen en común es que no son conocidas por sus cosas bonitas, como sus paisajes verdes, su gente y su cultura, sino por su historia violenta.
La vicepresidenta es Tatiana Ogliastri, esposa del embajador de Francia, Gautier Mignot. Además de anfitriona de las reuniones, es una de las que ayuda con la traducción a sus contertulias. No tiene problema en pasar del francés o el inglés directamente al valluno. (Y bromea diciendo que ahora aprenderán árabe). Su origen caleño la ayuda a pasar inadvertida en cualquier lugar de Colombia, país que no se cansa de recorrer. Y en cada viaje que hace ratifica su idea: Colombia es un país maravilloso, lleno de gente buena, que merece una oportunidad.