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El Valle y su decadencia

Los vallecaucanos eligen este domingo un nuevo mandatario en medio de una crisis por las disputas políticas y sociales.

Hugo García Segura
30 de junio de 2012 - 09:00 p. m.

El Valle del Cauca acude hoy a las urnas para elegir un nuevo gobernador —el quinto mandatario en los últimos cinco años contando elegidos, sancionados y sus reemplazos— en medio de la incredulidad y la apatía ciudadana, que desde hace mucho tiempo dejó de creer en una dirigencia política sin el liderazgo de tiempos pasados, que se quedó sin propuestas de región y de país y, en general, de objetivos comunes con respecto a lo público, y en la que hoy imperan más las microempresas electorales en torno a intereses particulares.

Diego Arias, profesional en Estudios Políticos y Transformación de Conflictos de la Universidad del Valle, dice: “No es posible explicarse la situación política del Valle sino en el contexto de una decadencia con dimensiones moral, política y de valores de liderazgo, y que ha persistido los últimos doce o quince años. La responsabilidad fundamental es de la clase dirigente, especialmente la política”.

Esa clase política, dice, ha sido incapaz de conducir el departamento hacia un proyecto colectivo y los liderazgos son, en unos casos, de personas que ya tuvieron su oportunidad (y no hicieron mucho) y otros pocos más recientes son la “heredad” de esa vieja manera de hacer política, o producto de cierta “rebeldía”, pero asentada en disputas clientelistas, no en una sana perspectiva de real renovación. “En el Valle, cuando no se ha gobernado en causa propia, se ha hecho en favor de particulares que no son justamente la mayoría de los ciudadanos: élites políticas, económicas o ilegales”.

De aquel Valle del Cauca otrora rico y pujante —el de los años 70—, donde el civismo era ejemplo de vida, con Buenaventura como el puerto marítimo más importante del país, con una agroindustria en desarrollo y una clase empresarial y política con proyección nacional, ya no queda nada. Dice el columnista Mario Fernando Prado: “El departamento fue saqueado por la politiquería, en asocio algunas veces con la parapolítica y otras por el narcotráfico, que hizo un raro amacice incluso con la participación de la guerrilla”.

Luis Alejandro Arévalo, director de Ciencia Política de la Universidad Javeriana en Cali y coordinador regional de la Misión de Observación Electoral, estima que la crisis de gobernabilidad del Valle se da hoy de la mano de esas nuevas fuerzas que han buscado enmascarar sus intenciones bajo el manto institucional de los partidos, en un contexto de constantes reformas legales que afectan las prácticas políticas: “Los vallecaucanos lo han probado casi todo, optando en últimas por un desprecio por la participación democrática, como lo prueban las cifras del abstencionismo, y el auge de las candidaturas personales, sin aval de un partido. Puede decirse que en el Valle primero aparecen los caciques y luego se les arma un ‘partido’ para legitimar las relaciones de fuerza previamente establecidas mediante una amplia gama de estrategias”.

Durante las décadas del 70 y 80, las casas políticas en el Valle del Cauca estaban en cabeza de líderes como Gustavo Balcázar Monzón, Rodrigo Lloreda, Carlos Holmes Trujillo, Fernando Londoño Capurro, Carlos Herney Abadía, Francisco Kiko Becerra, Carlos Holguín Sardi o Humberto González. Quitaban y ponían. Y muchas de ellas también se vieron contaminadas por el narcotráfico, que emergió con todo su poder e influencia a través del Cartel de Cali, buscando consolidar su poder. Y con él, la cultura del dinero fácil y de la ilegalidad, y una guerra que aún no concluye, en la que guerrillas y paramilitares atizan el fuego.

El denominado Proceso 8.000, a mediados de los 90, marcó un punto de quiebre. Agravó la apatía hacia la clase política vallecaucana y se vio acentuada con la renuncia, en julio de 1999, del entonces gobernador Gustavo Álvarez Gardeazábal, acusado de enriquecimiento ilícito por haber vendido una escultura por $7 millones a alguien que resultó ser testaferro de un narcotraficante. Fue condenado a seis años de prisión, por un supuesto plan orquestado por la campaña presidencial de Horacio Serpa y la embajada estadounidense para frenar su ascenso político, pues Gardeazábal era un modelo distinto a la clase tradicional.

El desprestigio de esas castas políticas tradicionales dio pie a la historia reciente, mucho más conocida con sus principales protagonistas: Dilian Francisca Toro, senadora y heredera de la casa Abadía; Juan Carlos Martínez, exsenador condenado por parapolítica; Juan Carlos Abadía, exgobernador destituido e hijo de Carlos Herney; Germán Villegas, exgobernador y senador; Roy Barreras, senador.

Ellos se juegan sus cartas en la elección de hoy, donde dos “nuevos partidos —el Partido de Integración Nacional (PIN) y el de la U— apuntan a consolidar un proyecto que han liderado en los últimos años, sin que hasta ahora la ciudadanía les haya pasado la cuenta de cobro por los errores.

Y el papel de las élites económicas también es cuestionable. Para Diego Arias, han estado interesadas en cómo sacan adelante su agenda de negocios y competitividad, sin importar quién o cómo llegue a la Gobernación.

Son tres los candidatos a la Gobernación: Ubeimar Delgado, quien aspira por la coalición de la Unidad Nacional. Exsenador conservador, ha sido señalado de hacerle el juego a Martínez en el pasado. Francined Cano, del Movimiento Integración y Oportunidades (MIO), el partido de Martínez, y Carlos González, un académico que va a nombre del Polo Democrático, respaldado por el senador Alexánder López.

Quien llegue a la Gobernación se encontrará con un departamento inmerso en la Ley de Quiebras; con un déficit de más de $110 mil millones a 2011; con índices de criminalidad insostenibles donde delincuencia común, guerrilla, narcotráfico y bandas criminales caminan a sus anchas por su territorio, y con complejos problemas sociales. El Valle del Cauca tiene en las urnas, una vez más, la oportunidad de decidir su cambio de rumbo.

Estos son los candidatos a la Gobernación del Valle

Francined Cano

Es candidato del Movimiento Inclusión y Oportunidades (MIO). Estudió Administración de Empresas en la Universidad Central del Valle, en Tuluá. Según él, va a sacar al Valle de su atraso. En su contra pesa el respaldo político del detenido Juan Carlos Martínez.

Carlos González

El candidato del Polo Democrático Alternativo es sociólogo y se desempeñó como presidente del sindicato de la Universidad del Valle. Asegura que su gran reto será recomponer financieramente el departamento.

Ubéimar Delgado

El exsenador cuenta con el respaldo de los partidos de la Unidad Nacional y asegura que su reto es recuperar la categoría especial del departamento del Valle. En su contra se ha dicho que no es verdad que sea abogado sino bachiller.

Por Hugo García Segura

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