En 1974, el en ese entonces gerente de Emsirva, Germán Villegas Villegas, anunciaba que en ese mismo año Cali tendría un relleno sanitario decente, pues, según sus propias palabras, “Navarro es una verdadera vergüenza”. Así titulaba el diario El País, de la capital vallecaucana, la noticia que acabaría con el problema de las basuras.
Hoy, 34 años después, y tras muchos intentos de traslado, se acaba Navarro, pero su fin es el inicio de muchos problemas. Aún no hay una solución para los recicladores, que se van a quedar sin trabajo.
El nuevo relleno sanitario que servirá para depositar la basura que produce Cali está en el municipio de Yotoco, a 43 kilómetros de la ciudad. Colombo Guabal es el nombre del sitio que albergará diariamente 1.800 toneladas y que tiene licencia para funcionar durante 20 años. El costo total de este nuevo relleno es de 7.000 millones de pesos.
Navarro no cumplía con las condiciones normales que debe tener un relleno sanitario, que son: suelo permeabilizado, chimeneas por donde salga el gas metano (esto implica que el lugar sea cerrado) y canales o bandas por donde se conducen las basuras cuando llegan al sitio, para que la selección del material reciclable sea más sencilla.
Estas bandas existían en Navarro, pero un problema legal con la empresa dueña de éstas, Serviambientales, hizo que no se volvieran a utilizar. Además, un relleno sanitario no debe tener presencia de recicladores, ni roedores, ni ningún tipo de animal, lo que no se cumple en el sitio.
Los recicladores
Las repentinas oleadas de viento que llegan a Navarro levantan la alfombra de polvo que tapiza el sitio. Una corona de gallinazos enmarca la montaña de desechos, los que disputan con perros, roedores y por supuesto personas.
Una vez llegaban los camiones con la basura, los recicladores seleccionaban y separaban el material que les servía. Luego lo vendían a intermediarios por un precio de $250 el kilo.
José es un reciclador que lleva 28 años trabajando en el ‘basuro’, como le llaman. Llegó a los 16 años porque su hermano lo llevó. Tiene cinco hijos y afirma estar dispuesto a luchar por su basuro. Él se ha quedado sin empleo porque literalmente se le llevaron la ‘oficina’. “Me gustaría seguir reciclando, porque es lo único que sé hacer. Además, acá yo no tengo que rendirle cuentas a nadie, no tengo que marcar tarjeta, nadie me vigila. Es la mejor oficina que pueda tener una persona”. José afirma que si la Alcaldía no le soluciona este problema, se trasladará con sus compañeros a Yotoco para presionar por una solución.
En la mañana de ayer, cerca de 400 recicladores se tomaron la vía de acceso al basuro, protestando porque no tendrían dónde trabajar. A la 1:00 p.m. iniciaron una marcha desde el sur de Cali hasta el despacho del alcalde, Jorge Iván Ospina, para exigir una solución. El mandatario aseguró mediante un comunicado que “el Gobierno Municipal ha adquirido un compromiso para impulsar programas alternativos en el campo laboral”, sin embargo, no se ha definido nada concreto. También invitó a los caleños a reciclar en sus hogares y así generar un compromiso colectivo por la ciudad.
Por otra parte, la empresa encargada de las basuras de Cali, Emsirva, ofreció 200 empleos para los damnificados, que consisten en barrido de calles y recolección de desechos en la ciudad. “Nosotros les ofrecemos trabajo a los recicladores que están carnetizados , que son 609, pero no podemos hacer mucho por los que no lo están, porque ni siquiera los conocemos, no se hacen visibles” afirmó la gerente de Emsirva, Susana Correa.
En un principio se habló de un sitio de transferencia en la ciudad para hacer la recuperación del material, pero hasta ahora lo único que hay es una bodega ubicada en Palmira, donde no se está haciendo selección de material reciclable.
El traslado de Navarro se ha convertido en un serio problema para los que han dedicado su vida a ver riqueza en lo que otros consideran simplemente basura.