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“La memoria falla y nos acostumbramos a la violencia”: mamá de Sergio Urrego

Alba Reyes Arena dice que quienes marcharán este miércoles contra el Mineducación, por querer incluir el respeto de la identidad de género en los colegios, deben leer la sentencia por el suicidio de su hijo, y que no pueden tergiversar la ley.

Redacción Nacional
10 de agosto de 2016 - 09:29 p. m.
Alba Reyes Arena, mamá de Sergio Urrego. / Archivo - Gustavo Torrijos
Alba Reyes Arena, mamá de Sergio Urrego. / Archivo - Gustavo Torrijos

Pocas veces los debates sobre educación en el país logran la participación de distintos sectores de la sociedad. En el último mes, fuerzas políticas, iglesias, entes de control, organismos internacionales, escuelas y defensores de derechos humanos se han enfrentado alrededor de un tema: la inclusión del respeto por la orientación sexual y la identidad de género en los colegios, y la modificación de los manuales de convivencia para tal fin.

La labor, en cabeza del Ministerio de Educación, ha generado contradictores, entre los que se encuentra el procurador general, Alejandro Ordóñez, y el senador Álvaro Uribe. Y ha llegado hasta tal punto de transgredir la intimidad de la ministra Gina Parody y señalarla de querer imponer su orientación sexual en los colegios.

Lo cierto es que la entidad solo sigue las ordenes de la Corte Constitucional y de la ley colombiana. El año pasado, el alto tribunal, por el caso de Sergio Urrego (estudiante gay que se suicidó por ser discriminado en su colegio), le dio un año al ministerio para que se asegure de que todos los manuales de convivencia respeten la diversidad y eduque sobre derechos humanos, en particular el derecho a la identidad sexual, e incorporarlos en los proyectos educativos. El plazo se vence en un mes y medio y falta por analizar el 79% de los documentos. (Lea aquí: Las promesas pendientes en el caso de Sergio Urrego, tras dos años de su muerte)

Sin embargo, dos años antes, la ley 1620 de 2013, ya había establecido que el sistema escolar no podía discriminar por razones de género, orientación o identidad sexual, etnia o condición física, social o cultural. Es decir, lo que hizo la Corte fue recordar que esa norma no se estaba cumpliendo y exigió que así se hiciera. Sin embargo, rectores y padres de familia creen que enseñar en estos temas viola su autonomía en la educación de sus hijos y por eso marcharán este miércoles a las 2:30p.m. en Bogotá.

En entrevista con El Espectador, Alba Reyes Arena, mamá de Sergio Urrego y quien interpuso la tutela que hoy tiene al país polarizado, habla sobre este evento y sobre por qué es tan importante que este caso no se repita. 

¿Qué piensa de la marcha de este miércoles en contra de la labor que viene haciendo el Mineducacion?

Las marchas pueden definir una posición social, estamos en un país libre. Lo que me parece paradójico es que la gente no lea, no se involucre con algo tan trascendental como la convivencia escolar. Hay tres pilares que están colocando en tela de juicio: la educación de nuestros hijos, las familias y las instituciones que deben implementar la ley 1620 de 2013. Frente a esta marcha no tengo nada que decir, cada quien es libre pero ojalá que sea con convicción, argumentos Y decisiones propias y no impuestas. Porque lo que es sí es claro es que ha habido manipulación de los medios y de las posturas religiosas que no ejercen lo que dice la Constitución: libertad.

Pero los colegios y padres dicen que los están obligando a cambiar sus principios y valores, y que se les está violando su autonomía.

En ningún momento se violan los principios y valores de cada familia. Hay una parte de la sociedad que argumenta sin educarse; los papás, las mamás, los docentes y las instituciones no revisan el caso de Sergio, ni el de muchos niños que están pasando por lo mismo. Lo primero es que se informen, la página 86 de la sentencia de Sergio es clara: Lo que hace el ministerio es lo que tuvo que hacer desde 2013 y depronto mi hijo hubiera tenido un manejo diferente.

La tutela que usted interpuso es la razón por la que el ministerio está haciendo esta tarea. ¿Siente que la labor de la entidad ha sido efectiva?

Ni siquiera pienso que realmente esto se pueda lograr, no más llevando unos pocos colegios revisados sucede lo que sucede y hacen marchas. Yo me pregunto: ¿qué esconden? Porque nunca se ha llegado a revisar los manuales de convivencia ni que cada colegio tenga un comité de convivencia escolar, como debe ser, porque en el caso de Sergio nunca estuvo conformado. Cuando queremos esconder algo, nos ponemos bravos, en lugar de aceptar. Me parece que es una salida fácil en lugar de confrontarse y hacer lo ordena la ley: una revisión exhaustiva de los manuales de convivencia del país. Esa es la resistencia con la que Sergio se encontró. No pueden tergiversar la ley.

¿Basta con cambiar los manuales de convivencia para salvar vidas de estudiantes que se sientan discriminados?

Ese es un pequeño escalón. Desde el comité de convivencia es que se arranca a hacer el manual, y en sus artículos debe ser respetuoso de la diversidad en general, no solo por orientación sexual. Lastimosamente la educación en sexualidad en Colombia solo incluye los genitales, pero cuántos niños de edades cortas han sido violados por sus padres, y no han podido diferenciar una caricia abusiva y una caricia normal de un familiar. A los papás se les está olvidando que el mundo está cambiando afuera.

¿Cómo le ha ido en su trabajo con la Fundación Sergio Urrego, que ya casi cumple un año?

Desde que se produjo la muerte de Sergio me han llegado casos de discriminación. Hay historias de niños a los que se les violaron sus derechos por una enfermedad o los docentes maltratan a los menores dentro de sus aulas. Pero lo que más me parece impresionante es que los profesores permitan que esto siga sucediendo por miedo a perder su trabajo. Aquí no solamente está el miedo de los estudiantes a los docentes, sino de los docentes a las directivas. Todos tienen miedo de hablar.

¿Cuál es la libertad que tienen los colegios de implementar o no la ley? Los derechos de los niños no están para canjear, para mediar. En esta labor me han apoyado los mismos jóvenes, ni siquiera le han preguntando a los estudiantes qué opinan. Ellos me dicen que continúe, porque no tienen con quién hablar porque se les viene encima el directivo o la familia.

El pasado 4 de agosto se cumplieron dos años de la muerte de su hijo. ¿Cree que el país ha aprendido de este caso para no volver a repetirlo?

La memoria a veces nos falla. Olvidamos muy fácil lo que sucede, pasa tanta violencia que ya nos acostumbramos. A mí me han dicho que Sergio era un gay más, y lastimosamente a la gente se le olvida que él no solo fue discriminado por orientación sexual, sino por su pensamiento político, que nunca tuvo un comité de convivencia a dónde acudir, que lo dejaban por fuera de clase casi a diario, y a mí me imponían que debía ir con el papá de Sergio a las reuniones sino nos las hacían, a pesar de que yo era separada. A él lo desescolarizaban con condiciones específicas para volver a clase, de acuerdo a sus políticas y libertad yo tenía que entregar certificados psicológicos de Sergio todos los meses. Le hicieron la vida imposible. Esa sentencia no salió porque a la Corte se le ocurriera, salió porque a un niño de 16 años lo maltrataron dentro de su propio colegio, lo acorralaron y lo hostigaron hasta llevarlo al suicidio.

Están promoviendo un referendo para que en los colegios se enseñe la familia y los valores de la Biblia. ¿qué opina?

Eso solo tiene una palabra: discriminación. (Lea aquí: Con referendo, buscan que colegios del país enseñen sobre familia con la Biblia)

¿Qué le diría a los padres que se oponen a que los manuales de convivencia respeten la identidad de género?

Que todos tenemos derecho a convivir y a tener un ambiente escolar garantista de la intimidad. No todos los niños y niñas que tengan orientación sexual diversa quieren salir a decir que tienen una identidad de género diferente. Al contrario, son personas que tiene mucho miedo, imagínense con todo lo que está pasando cómo se estarán sintiendo esas personas cuando saben que van a ser maltratadas y vulneradas. Nosotros como heterosexuales no tenemos que estar levantando la mano y decir que queremos el derecho a la familia, se nos da fácil. Si las familias ahora solo van a ser mamá y papá casados, nos volvimos inquisidores.
 

Por Redacción Nacional

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