Publicidad

La otra forma de nacer

El parto en casa toma fuerza en las grandes ciudades, mientras que en algunos territorios es la única opción porque el sistema de salud no llega a todos los rincones.

Paula Castillo Lenis
10 de junio de 2014 - 01:40 p. m.
En el Pacífico es la región en donde está el mayor número de parteras del país. / Cortesía Salvatore Laudicina
En el Pacífico es la región en donde está el mayor número de parteras del país. / Cortesía Salvatore Laudicina

En Colombia hay otra forma de nacer, que el Estado parece desconocer. La partería, ese término que para algunos médicos resulta irresponsable y que para las instituciones del Gobierno simplemente no existe porque no hay regulación, es una práctica que va en crecimiento en el país. En algunas zonas, los partos naturales guiados por parteras son la única opción, porque el sistema de salud no llega a todos los rincones del territorio. En las ciudades, el parto en casa es una elección. (Vea el documental interactivo 'Otra Forma de nacer')

En la zona del Pacífico hay más de 100 parteras —según censos realizados por la Asociación de Parteras del Pacífico— que han tratado de transmitir su conocimiento de generación en generación para garantizar la salud de las madres y sus bebés. En ciudades como Bogotá no hay cifras, pero cada vez hay más mujeres optando por esta vía.

Aunque los partos naturales están relegados a los últimos rincones del país, a donde no llega el sistema de salud, las parteras de las grandes ciudades señalan que este es un derecho que pueden reclamar las mujeres, indistintamente de si tienen servicio médico o no.

Allí es en donde comienzan a notarse las grandes contradicciones sociales del tema. Si bien hay médicos que rechazan esta práctica, por falta de regulación o por simple desconocimiento, hay profesionales de la salud que la respaldan y han optado por profundizar en su conocimiento. Pero existen también las parteras que, sin ser médicos, han optado por ir al exterior y especializarse.

Parto en casa

Es el caso de Camila Barrera, quien vive en Bogotá y estudió partería en Estados Unidos. Ella explica que a las parteras urbanas les ha tocado acercarse a la visión médica y trabajar más de la mano de la medicina: con ecografías, controles prenatales médicos y con todos los exámenes de rutina que se hacen las mamás.

Sin embargo, asegura que la falta de regulación está logrando un efecto negativo que puede ser muy nocivo: que esta práctica se vuelva clandestina.
“La idea es no tener que decirles mentiras a los médicos. Para no enfrentar problemas legales ni jurídicos, nosotras tenemos varios documentos que son firmados por las mamás, en las que ellas mismas se responsabilizan del proceso”, explica Camila.

Para algunos médicos, por el contrario, tener un bebé en la casa resulta irresponsable, porque, dicen, no solo se pone en riesgo la vida de la madre, sino la del bebé.

Giovanni Abril, ginecobstetra del Hospital Militar, critica que al parto se le haya dado una connotación de evento social; para él, este suceso debe ser visto como un evento médico, porque están comprometidas dos vidas.

“Cada persona tiene autonomía en la toma de decisiones, pero una mamá embarazada debería utilizar los servicios de salud que se le están brindando. Una complicación en un parto debe atenderse inmediatamente. El útero sangra 500 centímetros cúbicos por minuto en el parto, si una persona tiene siete litros de sangre y es atendida en casa sin tener, por ejemplo, acceso a suero, tiene una probabilidad de vida de 10 minutos”, explicó el doctor Abril.

Lourdes Duque, médica cirujana especializada en medicina alternativa de la Universidad Nacional, no está acuerdo con la posición de algunos colegas, pues para ella el parto en casa es una opción viable, claro está, sin alejarse de la ciencia.

“El riesgo que corre la mamá cuando un bebé viene transverso es gigante, porque puede entrar en sufrimiento fetal; la mamá se puede desgarrar y para este tipo de cosas existe el cirujano obstetra. Una mamá debe ir a un hospital cuando tiene preclampsia o cuando su bebé viene con el cordón umbilical enredado en alguna parte del cuerpo”.

De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Demografía y Salud, la mortalidad materna en el país está en 71,2 por cada 100 mil nacidos vivos. Los departamentos más afectados son La Guajira, Córdoba, Putumayo, Caquetá y Chocó.

Ricardo María Cañón, personero de Bogotá —que recibe buena parte de las denuncias sobre mortalidad en el momento de nacer—, señaló que en 2013 el número de muertes maternas en los hospitales del Distrito fue de 24, a su juicio una cifra alta.

La subdirectora ejecutiva del Fondo de Población de la Naciones Unidas (UNFPA), Anne-Birgitte Albrectsen, informó que el año pasado fallecieron unas 289.000 mujeres y 2,9 millones de bebés durante el parto, sobre todo en los países en vías de desarrollo.

Para reducir la mortalidad materna, que es uno de los objetivos del milenio, la ONU busca fortalecer el papel de las parteras.

“El segundo tercio de muertes se podría evitar mejorando la formación de las parteras y dando más información a las madres. Por ejemplo, en Bangladesh, uno de los países más pobres del mundo y con mayor tasa de natalidad, la paulatina implementación de recomendaciones para parteras ha generado ya beneficios. El despliegue de 500 comadronas en una sola comunidad arrojó resultados positivos en términos de eficiencia y efectividad. La evaluación arrojó un impacto beneficioso comparable con el de la inmunización infantil, con un rendimiento 16 veces mayor que la inversión inicial”, precisó Albrectsen.

Riesgos manejables

Los parteros tradicionales dicen que los riesgos son manejables fuera de un hospital, lo que se necesita, aseguran, es preparación.

Ramiro Romero, médico indígena de la comunidad Muisca Bachué, asegura que “los profesionales de antes estaban formados y capacitados para atender todo tipo de partos. Muchas de estas llamadas complicaciones terminan en cesárea y son un mito. Un médico de hace 20 años podía manejar perfectamente un parto de cola, de pie, con desprendimiento de placenta, con circulares en el cuello; ahora a esta generación no se les enseña a manejar nada de esto. Yo he recibido muchísimos bebés con el cordón umbilical enredado. Cuando baja el útero y el niño va naciendo, baja todo al mismo tiempo. Si el útero se quedara arriba, el bebé se ahorcaría, pero no pasa”.

Este tipo de riesgos son los que atemorizan a la sociedad con los partos en casa. Rosana Sánchez es una joven de 30 años, decidió tener su bebé en su apartamento y tuvo que luchar para que sus deseos de parir en su hogar no se vieran afectados por la oposición de su familia, pues su mamá la amenazó con demandarla ante el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar.

Sin embargo, ella tomó esta decisión cuando tenía ocho meses de embarazo y visitó a su ginecóloga, quien le dijo que “dar a luz era un procedimiento como sacar una muela o sanar la herida causada por un rastrillo”. Luego de esas palabras poco conmovedoras ante un hecho tan importante como el nacimiento de su hijo, pensó en otro tipo de parto y su experiencia, según afirma, fue “épica”.

Aunque para las parteras y los médicos este modo de dar a luz está muy claro, a nivel institucional parece haber total desconocimiento. El Ministerio de Salud, al ser consultado por El Espectador acerca del manejo de la partería urbana y rural en el territorio nacional, se limitó a remitir a una investigación realizada por la Universidad de Antioquia en el año 2010, en la que se habla de capacitaciones a las parteras en medidas de asepsia, atención de partos y conocimientos de enfermería.

El Ministerio de Salud destacó que el Gobierno respeta esta opción y que por ello el artículo 20 de la ley 1164 de 2006 señala que “se garantizará el respeto a las culturas médicas tradicionales propias de los diversos grupos étnicos, las cuales solo podrán ser practicadas por quienes sean reconocidos en cada una de sus culturas de acuerdo con sus propios mecanismos de regulación social”.

Al único hecho concreto que se refirió fue al de la Asociación de Parteras del Pacífico y a un informe suyo que señala que “informes de entrevistas recientes con algunas de ellas dan cuenta de que ya las nietas no quieren practicar el oficio y que las parteras afrocolombianas, organizadas bajo la asociación Asoparupa, son las únicas que desarrollan sus propios procesos de formación acompañadas del Ministerio del Interior y por escuelas de Sur y Centro América”.

La Fundación Acua, que trabaja desde 2007 para revitalizar los activos culturales de la comunidad afro en América Latina, logró que el Congreso de la República incluyera en la ley estatutaria que regula el derecho fundamental para la salud siete puntos importantes para la partería: igualdad de trato; que el Estado esté obligado a proveer salud en todo el territorio; el respeto al pluralismo cultural; el reconocimiento de prácticas, saberes y tradiciones; el trato digno a los pacientes respetando creencias y costumbres; la fuerza de la tutela; y que los trabajadores no profesionales de la salud, como las parteras, puedan trabajar. Esta ley, pese a su aprobación por Senado y Cámara, todavía no ha sido sancionada por el presidente Juan Manuel Santos.

Atraso

Emperatriz Arango , directora de la fundación Acua, dice que Colombia está muy atrasada en el tema, sobre todo a nivel de legislación e implementación de una agenda de salud pública que llegue a esos territorios.

“Las herramientas del Estado deberían ser mucho más contundentes para apoyar el tema en el sector rural, porque es una necesidad vital, es un conocimiento que no se puede perder, que debe preservarse y sobre todo contribuir mucho a que nuevas generaciones lo adopten para que a futuro se pueda mantener.

Hemos hecho muchos intercambios. con Brasil, México... Ha habido mucho apoyo para poder suministrarles a las mujeres herramientas pedagógicas y acceso a muchos temas de seguridad social”, señala.

Acua busca crear redes y vínculos para generar alguna contribución por parte del Estado o cooperación con otros gobiernos.

Invisibles

La fundación Acua pasó dos derechos de petición al Ministerio de Salud y a la Dirección Nacional de Planeación en marzo de 2013, solicitando datos acerca de la cobertura de atención prenatal en comunidades indígenas. En total fueron 99 indicadores, en 56 contestaron que no existen tales estudios.

Juan Ayarza trabaja en Acua y señala que para incluir a las parteras en el sistema público fue necesario definir cuál es su límite, es decir, hasta dónde pueden actuar, y en caso de que haya alguna complicación sepan de inmediato a quién y a dónde acudir para que no les sigan cerrando las puertas como ha ocurrido hasta ahora. “Las parteras rurales están tan invisibilizadas que cuando atienden un parto no pueden llevar el niño a la Registraduría directamente, sino que deben pasar por el médico para que se pueda reconocer en la notaría. Esta es una de las trabas más grandes que existen en el reconocimiento de este saber hacer”.

Plantas como medicinas para el parto

La Asociación de Parteras del Pacífico (Asoparupa), la más importante del país, quiere transformar plantas para convertirlas en medicamentos y así poder suministrarlos a las madres durante y después del embarazo.

La idea es hacer de estos métodos un negocio productivo que les permitan obtener recursos para mejorar sus procedimientos y capacitación.

Rosmilda Quiñones, líder de esa asociación de parteras, más conocida como ‘Minda’, plasmó sus pensamientos de partería en el libro Parteras tradicionales y plantas medicinales en el Pacífico colombiano, que hizo con ayuda de la fundación Acua (Activos Culturales Afrodescendientes).

En el texto se refiere a su saber ancestral, a los partos en casa como la mejor opción para cualquier madre, de los preparativos para el nacimiento del bebé y deja muy claro que la partería no es solamente para las afros, sino para todas las mujeres.

Dos visiones distintas

  • Visión médica: una mamá embarazada debería utilizar los servicios que se le están brindando a través del sistema de salud. Una complicación en un parto debe atenderse inmediatamente, no hay tiempo para el traslado a una clínica.
  • Visión tradicional: el protocolo médico está basado en el miedo con el 85 por ciento de que algo puede salir mal. En realidad ese porcentaje es del 15 por ciento. Las complicaciones en el embarazo desde lo natural no lo son, pero desde el protocolo médico sí.
  • Visión médica: Todos los embarazos tienen un riesgo potencial, durante el parto y en el trabajo de parto. El hecho de tener un control prenatal normal no excluye una complicación.
  • Visión tradicional: no estamos en contra del pensamiento médico, lo que queremos es hacer un cruce de pensamientos, que parir en casa sea una opción, que la madre pueda decir por conciencia que quiere tener a su bebé en la casa y si es necesario ir a la clínica, construir un plan de parto y que sea respetado completamente por el médico.

Por Paula Castillo Lenis

Temas recomendados:

 

Sin comentarios aún. Suscribete e inicia la conversación
Este portal es propiedad de Comunican S.A. y utiliza cookies. Si continúas navegando, consideramos que aceptas su uso, de acuerdo con esta política.
Aceptar