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"Más del 85% de los colombianos, en desacuerdo con adopción gay"

Luego de años de silencio, Carlos Alonso Lucio habló con “Los Informantes” de su nuevo libro, “Un manifiesto cristiano contra la adopción de niños por parte de parejas del mismo sexo”.

María Elvira Arango, 'Los Informantes'
13 de septiembre de 2015 - 21:02 p. m.

¿Cómo se vuelve escritor y por qué?

En los últimos años me dediqué a ser empresario, pero esa no es mi vocación, ni mi corazón está allí. Entonces me pregunté: ¿qué posibilidad tengo de realizar lo que siento? No me interesa la política, tampoco la actividad pública, ni participar en el Estado, pero he acumulado experiencia en diferentes temas y Colombia requiere reflexión. Escribir es una magnífica forma de aportar desde el corazón, porque la escritura convoca a la sinceridad.

¿Y por qué se declara cristiano? ¿Para salir del clóset? ¿Hay muchos encaletados o qué?

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Cuando uno revisa las estadísticas del país, más del 95% de los colombianos somos creyentes, entre católicos, protestantes o evangélicos. Además, la movilización de creyentes a los templos los domingos es de millones de personas. Uno se sorprende de ver cómo este país creyente vive de lunes a sábado los niveles de corrupción, violencia o miseria que tiene Colombia. Es una especie de incoherencia entre el país creyente y la realidad social, económica y política que vivimos. Si la fe colombiana fuera más profunda y más auténtica, evidentemente no viviríamos ese contrasentido.

¿Cuál es el argumento para que usted defienda la tesis de que en Colombia las parejas homosexuales no pueden adoptar?

No estamos de acuerdo con que los niños puedan ser adoptados por parejas del mismo sexo y hay una tesis fundamental: en este tema hay que priorizar los derechos de los niños y no los de los adultos, llámense homosexuales o heterosexuales. El sujeto fundamental de la adopción no son los padres, son los niños desamparados.

Pero las parejas tienen derecho a tener una familia.

Si usted revisa las sentencias de la Corte Constitucional, se establece con claridad que el derecho a la adopción no existe, lo que existe es el derecho de los niños a llegar a una familia. Por eso se define la adopción como mecanismo de protección de los niños.

La comunidad LGBTI pide el derecho a la igualdad, derecho a pedir un niño en adopción.

En la institución de la adopción, el protagonista es el niño. El movimiento LGBTI prioriza los intereses de los adultos homosexuales en la discusión y nosotros decimos que el niño es el protagonista de la adopción que debe defenderse.

¿Y qué hacemos con los 8.000 niños que están esperando que los adopten?

Los niños que están por ser adoptados no son por falta de parejas heterosexuales que quieran adoptarlos. Es por procedimientos dispendiosos, por la burocracia y a veces por corrupción en los mecanismos para otorgarlos. Eso es lo que convierte la adopción en un imposible. Hay parejas que llevan hasta seis años esperando un niño en adopción.

Pero la población adoptante podría ampliarse.

En el mundo entero las parejas homosexuales instituidas están en el orden del 1%. Es decir, la incorporación de parejas homosexuales en la solicitud de niños en adopción no cambiaría estadísticamente. Incluso, en Colombia hay más parejas heterosexuales dispuestas a adoptar niños.

Una pareja que se ama y que desea un niño hace lo que sea por tenerlo, no importa si es homosexual.

El único elemento de una familia no es el amor. Hay también aspectos históricos desde la tradición o el derecho. La procreación, la crianza de los niños, la responsabilidad civil sobre ellos, el tema hereditario. Son aspectos que se conjugan a la hora de evaluar el tema de la familia. No soy un hombre confesional y he hecho debates de mil formas, no estoy hablando desde mi condición de cristiano, pero existen estudios, que demuestro en el libro, sobre las diferencias de composición familiar en relación a la crianza, o las conductas de los niños a la luz de la drogadicción, la estabilidad emocional o el comportamiento social.

¿No es una coincidencia que usted saque este libro cuando su esposa, la senadora Viviane Morales, promueve el referendo?

No es una coincidencia; lo hice para ayudarla. Además es un debate importante. Viviane está liderando ese ejercicio con honestidad y convicción, y claro que pensamos juntos en el tema.

¿Y qué pasó con esos sueños suyos? ¿En qué momento dejó el sueño de ser presidente de Colombia para predicar una fe?

Cuando ejercí la política o hice la guerra en el M-19 lo que soñé fue la trasformación del país. Pero en la época en la que hacía política tenía muchas inmadureces. Miraba las cosas a la luz de la política, y creo que la política es un pésimo balcón. Creo que el cambio que ha producido Jesucristo en mi corazón me hizo una persona nueva y mejor.

¿Y por qué creerle a un tipo que ha pasado por guerrillero, exguerrillero y cercano de los paramilitares, al cartel de Cali y ahora predicando fe?

No le estoy pidiendo a nadie que me crea, no estoy desarrollando actividades públicas. Lo que estoy haciendo es escribir lo que siento en mi corazón. Lo más lindo de la fe y del cristianismo es la posibilidad de cambiar el corazón. Además, no soy un caso excepcional. Si usted revisa la historia de Pablo de Tarso, tal vez el apóstol más importante en la historia del cristianismo, él perseguía a los cristianos y terminó transformando su corazón. No soy el Lucio de antes; sigo amando de manera distinta a la justicia y creyendo en la necesidad de cambio de Colombia, pero el ejercicio de la política o del poder no me interesan.

A ustedes como pareja les costó caro el hecho de que se hubieran casado; le costó caro a la doctora Viviane el puesto en la Fiscalía.

Nuestro matrimonio fue más una disculpa para sacar a Viviane. El verdadero motivo estuvo en los callos e intereses de corrupción que ella tocó.

En Colombia hay tres tipos de adopción. La primera es la persona soltera o sola que pide un hijo y no le tienen que preguntar su orientación sexual. La segunda es adoptar el hijo del compañero, que está permitido en Colombia. La tercera es la adopción polémica que ustedes pretenden llevar a un referendo.

Proponemos incluso que se elimine la posibilidad de que las personas solteras puedan adoptar, a fin de que sea la pareja conformada por hombre y mujer la que pueda hacerlo.

Pero eso va a ser un escándalo.

Ojalá sea una reflexión. Proponemos un referendo para que se abra el debate público.

A los hijos no los cría solamente la mamá, o solamente la mamá y el papá. Los círculos alrededor de los hijos son importantísimos. Los abuelos, los tíos, el colegio, los compañeros. La familia.

Hay miles de madres solteras, viudas o de padres solos criando a niños, y son respetables, pero estamos hablando de una política pública que no se establece desde las excepciones. Tienen que existir unos parámetros para que no haya discrecionalidad de los funcionarios, como pasa con los jueces que deben moverse en el marco de las leyes.

¿Usted cree que la gente va a firmar ese referendo?

No le quepa la menor duda. Más del 85% de los colombianos estamos en desacuerdo con la adopción de niños desamparados por parte de parejas del mismo sexo.

Cambiando de tema, ¿cómo recuerda usted a Carlos Castaño?

Era una personalidad muy compleja. Carlos Castaño tenía un alma tremendamente atormentada. Cuando se miraba al espejo y recordaba los crímenes terribles que había cometido, entraba en crisis consigo mismo. Tenía un alma humana profundamente lesionada. Tenía momentos de delirio, de locura. A mí me tocó padecerlo.

¿Cómo llegó a asesorar a las autodefensas?

Nunca me alié con él; yo asesoré un proceso de paz. Desde la época del M-19 decíamos que la paz hay que integrarla con todo el mundo. Pero a mí los paramilitares me secuestraron y me torturaron.

Por María Elvira Arango, 'Los Informantes'

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