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Sonia Bermúdez y Gente Como Uno, la familia de los muertos sin bóvedas en La Guajira

Esta guajira de 65 años, lleva 46 viviendo para los muertos. Se encarga de dar sepultura digna a lo cadáveres identificados como N.N, a indígenas, afros y también a los migrantes venezolanos que fallecen en Colombia. Es una de las historias con la que la Organización de las Naciones Unidas (ONU) celebra sus 75 años, el sábado 24 de octubre.

Martín Elías Pacheco
23 de octubre de 2020 - 03:34 p. m.
Sonia también se encarga de construir las bóvedas y algunos ataúdes, cuando no tiene suficientes recursos económicos.
Sonia también se encarga de construir las bóvedas y algunos ataúdes, cuando no tiene suficientes recursos económicos.
Foto: Cortesía

Sonia Bermúdez es una guajira de la cepa. Tiene 65 años, pero en su corazón, asegura, se siente de 17. Ella es la familia de los muertos que no tienen como costearse un servicio funerario. Lo hace a través de su Fundación Gente Como Uno, que se ocupa de garantizar la sepultura de quienes no tienen los recursos necesarios para hacerlo, muchos de ellos provenientes de Venezuela.

Su relación con los muertos data desde que tiene 14 años, cuando acompañaba a su padre en sus labores como guarda de un cementerio. Allí, veía que no todos los muertos eran enterrados en las mismas condiciones. Gente Como Uno se estableció oficialmente en 1996. Sin embargo, desde los años 70s empezó a formarse la idea en la cabeza de Bermúdez, pues con la ola de violencia que desencadenó la bonanza marimbera en La Guajira, eran más los muertos que no tenían en dónde ser enterrados. En ese momento solo existía un lugar: el Cementerio Central.

Bermudez es pensionada del Instituto Nacional de Medicina Legal, donde trabajó como tanatóloga forense durante 36 años. Ese acercamiento fue el impulso final para dedicarle su vida a los muertos. Desde que comenzó ya lleva más de 5.000 sepulturas.

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Su historia llegó hasta las oficinas de la organización de las Naciones Unidas (ONU), que este año resalta su labor en el marco de los 75 años que cumple la organización, este sábado 24 de octubre.

Se escogieron 75 historias alrededor del mundo que representan los valores y el trabajo de la organización. Adicional a esto, la historia de Sonia fue una de las 12 historias priorizadas por Humanity House en Holanda, para una exposición fotográfica.

Para conocer más de esta labor El Espectador habló con Sonia Bermúdez, quien dio detalles de esta labor que hoy se convierte en un referente mundial.

¿Qué significa para usted ser escogida por la ONU como una historia a resaltar?

Para mi es algo muy grande. No todos llegan allá. La disciplina y la humildad es algo que caracteriza a la ONU. Creo que he llegado allá porque escucharon y vieron que lo que hago es de corazón.

¿Cómo nace Gente Como Uno?

Entre los años 1969 y 1970 surge la idea de buscarle otro rancho a los muertos. Sin embargo, fue en 1996 cuando decidí invadir un área de terreno que pertenecía en ese momento a la Alcaldía de Riohacha.

¿Cómo fue ese proceso de invasión?

En vista de la necesidad que había de sepultar a los cadáveres víctimas de a violencia en La Guajira, por los efectos de la violencia que generó la bonanza marimbera. Los sacerdotes colombianos nunca estuvieron de acuerdo con que los N.N fueran sepultados en el único cementerio que tenía en ese momento Riohacha. Teniendo en cuenta que los seres humanos debían morir dignamente decidí invadir el terreno.

¿Tuvo problemas con el municipio por invadir el terreno?

No. Yo ponía en conocimiento a la Alcaldía de la existencia de los cadáveres.

¿Cómo se entera de los cadáveres?

En ese momento me desempeñaba como tanatologa forense del Instituto de Medicina Legal en La Guajira. Los cadáveres llegaban a las manos mías. Yo era la que llevaba todo el proceso de la custodia y descomposición de los cuerpos. Nadie le prestaba atención a los muertos sin identificar. La Alcaldía solo se limitaba, en ocasiones, a donar una bolsa transparente para darle la sepultura. Hubo momentos en que no daban dinero para la bolsa y se sepultaban desnudos.

¿Qué pensaba de eso?

Eso a mí me conmovía porque no concebía que a unos cadáveres los sepultaban con todas las de la ley, pero a otros desnudos. Todos somos iguales. Somos seres humanos. Una vez llegué a la Alcaldía con dos cadáveres en estado de descomposición porque no había donde sepultarlos porque los curas no dejaban enterrarlo. Recuerdo que hubo un cura que mandó a botar dos cadáveres, los desapareció.

¿Por qué el nombre Gente Como Uno?

Porque todos somos gente como uno. Todos somos iguales a la hora de la muerte. Con la pandemia del coronavirus se ha demostrado que todos somos iguales y vulnerables.

¿Con cuántos muertos comenzó a operar el cementerio?

Empecé con ocho cadáveres. Recuerdo que primero sepulté dos. La gente me trataba de loca porque estaba llevando muertos para allá y que iba a tener problemas con los Wayuu porque estaban aledaños. No preste atención a nada y no tuve problemas. Siempre he creído que el mundo lo conquistan las personas que se atreven. A la fecha ya perdí la cuenta de los enterrados, creo que van más de 5.000.

¿Los muertos son enterrados en ataúd y con todas las medidas necesarias?

Claro. Un ataúd para adulto me está saliendo en $350.000 y el de un niño en $160.000. Pero cuando no tengo plata yo mismo los hago. Compro las tablas y los fabrico. De esa manera he sido hasta carpintera. Aprendí guiándome por moldes. La necesidad me obligó a aprender. Las bóvedas también las construyo yo.

Cuéntenos de los migrantes venezolanos. ¿Cuántos se encuentran enterrados en Gente Como Uno?

Ya voy a completar 300 venezolanos entre niños y adultos. Estoy colaborando con Maicao porque es una locura la situación con los migrantes venezolanos. En ese municipio cuando muere un migrante del vecino país las familias pasan mucha necesidad. Todo el tiempo le están apuntando al venezolano para darle alimentación, transporte, albergue, pero no le dan para lo más importante: la muerte, pues todos nos vamos a morir.

¿Cómo hace para ir hasta Maicao?

A mi me ha tocado ir en mi camioneta a traer los cadáveres de Maicao a Riohacha. Donde esta el muerto yo lo voy a buscar porque no me cuesta nada, esa es mi vida. Yo vivo para los muertos.

¿Recibe apoyo de alguna entidad pública?

Decirte que siento un apoyo 100% del Distrito es falso. Nosotros tenemos un convenio de cooperación desde el 2007, luego de 10 años de haberse fundado oficialmente Gente Como Uno. En la actualidad contamos con ese convenio donde la Fundación aporta una parte de los gastos fúnebres y el Distrito otra. Es lo único con lo que cuento. La Gobernación nunca ha aportado un peso, y para las empresas de aquí como Gases o Cerrejón, no existimos en su agenda. Los muertos no son rentables para nadie, por eso no hay interés. Por eso Sonia Bermúdez es la mamá y el papá de los N.N.

¿Qué es lo que más le gusta de lo que hace?

Ver la satisfacción de las familias cuando logran despedir a sus seres queridos con dignidad. Es que la muerte es como la salud, no tienen nacionalidad.

¿Recibe algún tipo de beneficio económico por lo que hace?

No. El pago que recibo es espiritual. Es el mejor pago. De nada me sirve tener plata si no tengo amor y humildad en mi corazón. La plata sirve es para problemas. Han habido personas que me han ofrecido pero no. No necesito plata para Gente Como Uno. Necesito que me regalen arena, bloque, cemento, madera, piedra, ataúdes.

¿Ha pensado en el día que muera?

No me quiero morir. Se que me tengo que morir. Pero le pido a Dios todos los días que me llame a su presencia cuando el cementerio Gente Como Uno quedé cristalizado. Que mis suelos se realicen como yo lo quiero ver. Pienso que lo que me espera allá es más bonito que lo que de aquí.

Para finalizar, ¿quiere ser enterrada en Gente Como Uno?

Claro, yo voy a construir mi mausoleo. Sobre mi tumba quiero que vaya una estatua mía con un pico, una pala y un azadón al lado, mis herramientas de trabajo.

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