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Waima, por la inclusión laboral

Guillermo Morales capacita a personas con discapacidad en técnicas artesanales, costura y manualidades.

El Espectador
19 de noviembre de 2015 - 03:01 a. m.

Hace seis años Guillermo León Morales Múnera estaba celebrando una fiesta de cumpleaños y cayó accidentalmente desde varios metros de altura. Se fracturó tres vértebras y el pronóstico médico decía que no podría volver a caminar. Tres años después, gracias a su perseverancia y la de su esposa, Claudia Pareja, Morales dejó la silla de ruedas y hoy camina apoyado en un bastón de madera.

Tras su recuperación, un empresario argentino le brindó una oportunidad de trabajo en la que debía ensamblar bisutería artesanal. Pero su empleador decidió después cambiar de negocio y donó varios de los insumos que tenía para esa actividad. Guillermo vio en la decisión una oportunidad para ayudar a otras personas que, como él, estaban en situación de discapacidad. Así se dio a la tarea de construir su propio proyecto: Waima.

Fue hasta la Alcaldía de Medellín con algunas de sus creaciones en bisutería, donde entonces quedó inscrito en un curso de artesanías y aprendió a hacer percheros, velas y lapiceros. Un aprendizaje que ha replicado con constancia desde entonces.

El propósito de Waima es capacitar a las personas con discapacidad y enfermedades raras y a sus cuidadores para que sean autónomas, y de ese modo generar alternativas de empleo. Hoy en día cuenta con 40 miembros y 10 capacitadores en artesanías, costura y manualidades. Las personas, por lo general, aíslan a la población con discapacidad, por lo que esta iniciativa intenta hacer que recuperen el sentimiento de ser útiles, productivas. Que lo que no se ve con los ojos se sienta con las manos y que las semillas, la madera y el alambre se transformen en verdaderas obras de arte.

Ligia Delgado, una mujer ciega, y Ramiro Bedoya, que tiene una enfermedad degenerativa, son algunos beneficiarios de la labor de Morales. “Yo no veo, pero Guillermo me ha enseñado a trabajar con las manos. Eso para mí es muy valioso. Él está impulsando a que otras personas aprendan lo que él sabe”, dice. “Él me ha enseñado sin ningún costo y no ha tenido retribución de lo que yo estoy haciendo. Su única retribución es la satisfacción que le da al verme aprender y defenderme por mí mismo”, agrega Bedoya.

Además de las técnicas artesanales, como bisutería, lanaterapia, durepox y confección, Waima brinda la posibilidad de trabajar en una línea productiva que son maquilas para las empresas de ropa, ideal para las personas que necesitan ganar dinero sin salir de sus casas, tal como los pacientes con lupus, obesidad mórbida y cáncer. Disponer del tiempo propio para agendar sin problemas citas médicas es otra de las ventajas de este trabajo.

La modista Luz Marely Úsuga, por ejemplo, cose desde su vivienda. Guillermo le lleva las telas y ella se encarga de transformarlas. “Él es capaz de venirse desde su casa hasta la mía. Es una persona que a la gente le sirve mucho”, asegura Úsuga.

“Quiero generar muchos empleos y que la empresas de Colombia sepan que hay manos eficientes dispuestas a trabajar con calidad y responsabilidad”, concluye Morales.

Por El Espectador

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