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Marleni Cortés perdió un hijo en la masacre de El Tandil

Janier Usperto Cortés tenía 26 años cuando fue asesinado en medio de la matanza en zona rural de Tumaco. Marleni cómo cambió su vida desde ese momento.

Nicolás Sánchez Arévalo / @ANicolasSanchez
31 de octubre de 2019 - 02:16 p. m.
Marleni Cortés perdió a su hijo Janier, de 25 años, en medio de la masacre./ Óscar Pérez.
Marleni Cortés perdió a su hijo Janier, de 25 años, en medio de la masacre./ Óscar Pérez.

“Yo no puedo acordarme de mi hijo porque en cualquier momento cuando vengan a encontrarme mis hijos voy a estar muerta”, así rompe en llanto Marleni Cortés, quien tiene la voz fatigada por el dolor. Su hijo era Janier Usperto Cortés, quien tenía 26 años cuando fue asesinado en la masacre.

El entierro de ‘Cheto’, como le decían a Janier, es recordado por la comunidad. Eran 42 lanchas repletas de personas que sostenían bombas blancas y carteleras clamando paz; llegaron hasta el sector conocido como La Playa, en el río Mira a acompañar a los familiares a su despedida. Esa escena demostró que ‘Cheto’ era una persona muy querida en su vereda: El Pensamiento. En ese lugar nunca se había visto un entierro como ese. “Eso le da orgullo a uno porque él amistades era lo que tenía, nunca fue peleón”, dice entre las lágrimas Marleni. A él le gustaba trabajar, el deporte y la fiesta.

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A pesar de ese orgullo las heridas siguen abiertas y son hondísimas. "Hay noches que yo no duermo, me la paso caminando en mi casa y digo 'yo quiero ver a mi hijo'. Le pido a mi Dios que me mande a mi hijo porque yo lo necesito, pero no llega", relata Marleni. Su otro hijo Melinton llora junto a ella. Él fue uno de los rostros de la masacre. El país conoció una fotografía en la que salen dos campesinos abrazados en medio del llanto; uno de ellos era Melinton, quien lloraba a su hermano.

“Hasta hoy día no sé qué es una ayuda del Gobierno”, se lamenta Marleni. Su familia no ha recibido atención para hacer el duelo. También piden justicia. Melinton se pregunta por qué si la Fiscalía tiene una gran cantidad de videos grabados por los campesinos no han podido enjuiciar a los responsables. “Por el caso de la Escuela de Cadetes, en Bogotá, a la semana ya había presos”, concluye con indignación. Los campesinos de esa zona de Tumaco interpretan la actitud que ha asumido el Estado como un mensaje de que hay unos ciudadanos más importantes que otros.

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Por Nicolás Sánchez Arévalo / @ANicolasSanchez

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