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La tierra que una víctima del conflicto donó a los excombatientes de las Farc en Quibdó

Álvaro Zora, quien vivió el secuestro de su padre a manos del EPL, donó a un grupo de excombatientes en Quibdó un terreno en el que continuarán trabajando la piscicultura y, esperan, construirán sus viviendas propias.

Redacción Colombia +20
15 de febrero de 2021 - 12:55 p. m.
El empresario Álvaro Zora hizo un acto de entrega a los excombatientes el pasado 5 de febrero. Aquí con Pastor Alape.
El empresario Álvaro Zora hizo un acto de entrega a los excombatientes el pasado 5 de febrero. Aquí con Pastor Alape.
Foto: CNR Farc

A mediados de 2018, cuando el gobierno nacional decidió suprimir el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de Vidrí, en Vigía del Fuerte (Antioquia), cerca de 200 excombatientes que vivían en el espacio quedaron sin lugar de residencia. “En ese momento nosotros quedamos al vaivén de la solidaridad de amigos y de nuestras familias”, dice Ancízar García Ospino, conocido en la guerra como Pedro Baracutao, excomandante del Frente 34 de las Farc, una de las estructuras que operó en Chocó y empezó su proceso de reincorporación en Vidrí. “En esa situación que teníamos comenzamos a buscar alternativas para desarrollar proyectos productivos”, agrega.

Pero la situación no era sencilla. En Chocó, un departamento que vivió una guerra sin tregua entre las Farc, el Eln, el Epl, la Fuerza Pública y los paramilitares, no había mucho interés por apoyar a los reincorporados. “El apoyo a esta gente en el Chocó ha sido muy duro, muy difícil por parte del gobierno, especialmente el departamental. Los gobiernos anteriores ni el que está, ni fu ni fa. Los alcaldes igual están como de espaldas a todo eso”, dice el padre Albeiro Parra, sacerdote de la Diócesis de Quibdó que lleva más de 30 años en el departamento, siempre vinculado a acciones en pro de la paz.

Precisamente por eso, la iglesia católica y organizaciones territoriales empezaron a conversar con los excombatientes que se asentaron en Quibdó y que, poco a poco, iban materializando sus sueños de tener una cooperativa. “Fue así como encontramos la mano amiga del señor Álvaro Zora. Él tomó la decisión de contribuir al desarrollo de la reincorporación, caso concreto en Quibdó”, dice García Ospino.

Álvaro Zora es un antioqueño que lleva décadas en Quibdó. Es comerciante y empresario, y también es el hijo de Gildardo Zora, el primer secuestrado que hubo en el Chocó, el 25 de abril de 1994. El padre Albeiro recuerda bien el caso porque le tocó mediar para que el EPL lo liberara. Y a pesar de haber vivido el secuestro de su padre, Álvaro Zora, dicen quienes lo conocen, siempre ha estado convencido de que la salida al conflicto es la negociada.

Por eso en 2018, cuando la iglesia, los excombatientes y las organizaciones empezaron a reunirse con empresarios de la región, la voz de Zora apareció. A principios de 2019 se concretó la reunión. “Él me dijo que quería reunirse con ellos. Ahí estaba ya Pedro Baracutao, que era uno de los comandantes del 34, “Alexander” y todos ellos. Hubo un acercamiento, fue muy bonito eso. Entonces Álvaro me dijo: Padre, a través suyo yo quiero ayudarles instalando una oficina para que ellos puedan trabajar ahí, quiero darles unos recursos y unos terrenos en comodato. Pero eso sí, de bajo perfil”. Zora temía que “los enemigos de la paz”, como los denomina el padre, pensaran que estaba “aliado” con los excombatientes. Temía por su vida.

Para blindar el proceso, el padre Albeiro gestionó la supervisión de este proceso por parte del Obispo Juan Carlos Barreto, la Misión de Verificación de la ONU, ONU Derechos Humanos, la Agencia para la Reincorporación y la Normalización y el Consejo Nacional de Reincorporación por parte del entonces partido Farc, en cabeza de Pastor Alape.

“A la tierra del señor Zora habíamos llegado 86 excombatientes firmantes del acuerdo, acreditados por la Oficina del Alto Comisionado para la Paz y unos 40 que no han sido acreditados hasta el momento por la OACP. Eso fue a mediados de 2018, cuando conocimos al señor, le hicimos una narrativa de la situación que estábamos viviendo y él, que es una persona de buen corazón, comenzó a pensar en cómo podía ayudar a la construcción de la paz. Y fue así como tomó la decisión de entregarnos en comodato lo que hoy estamos denominando Kilómetro ocho, y donar otras tierras en otros lugares para que personal en proceso de reincorporación pudieran empezar a desarrollar los proyectos productivos”, dice Ancízar García.

En el kilómetro ocho ya empezaron a desarrollar un proyecto de piscicultura, con apoyo del Pnud, que involucra a 50 excombatientes y que esperan que en seis meses empiece a dar sus frutos. La idea es que el Estado pudiera comprar esa tierra, pero, como lo explican desde la Agencia para la Reincorporación y la Normalización, la compra no fue posible porque faltaba sanear aspectos legales. En eso estaban cuando el dueño decidió donarla.

“Álvaro me decía textualmente: vea, con tres o cuatro de estos muchachos que se regresen a la guerra es mucho el daño que se hace. Entonces si podemos evitar eso, evitémoslo”, dice el padre Albeiro.

El pasado 5 de febrero se concretó la entrega durante la asamblea de excombatientes en Quibdó. Asistió Pastor Alape, la iglesia y hasta el alcalde, quien se comprometió con la reincorporación de los exguerrilleros.

“No tenemos con qué pagarle al señor lo que ha venido haciendo por la reincorporación porque no solamente es eso. Él ha aportado de sus recursos para otros proyectos en los términos de la ley, ha apoyado el tema de la construcción de paz a través del deporte”, dice Ancízar García, refiriéndose a la iniciativa Paz y Reconciliación Colombia, que lidera con varios compañeros y en la que le apuestan a crear escuelas de formación deportiva en las zonas afectadas por el conflicto en Chocó y otros departamentos vecinos, con lo que buscan que no se sigan utilizando niños en la guerra.

El panorama ahora es un poco más claro para quienes siguen comprometidos con la paz: pronto tendrán una escritura que certifique esa tierra donde están es de ellos. Así, esperan, debería ser más sencillo lograr la construcción de sus viviendas. Ese es su próximo proyecto, con el que esperan que todas las instituciones se comprometan.

“Nosotros llevábamos la casa en la espalda y ya quedamos arrimados o pagando arriendo”, recalca García. Por eso su meta es presentar un proyecto de vivienda que beneficie a 100 familias. Después de tener el terreno, dice el padre Albeiro, tendrán que “hacer una minga o una mesa de donantes. Es importante que el alcalde estuvo ahí y se comprometió y creemos que a través de Planeación municipal podemos desarrollar el proyecto. Es muy importante que el alcalde lo avale y lo lidere, porque hay que hablar con el Ministerio de Vivienda y todas las instituciones”.

El sueño de cada una de las personas que participaron en este acto de reconciliación es que la reincorporación continúe y que estas alianzas en el Chocó contribuyan a la superación de la guerra.

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