¿Cómo comienza la historia del Canal del Dique?
En 1650 (siglo XVII), el gobernador Pedro Zapata de Mendoza ordenó que 2.000 hombres excavaran 2.400 metros en cuatro meses; ese fue el primer canal entre el río Magdalena y la primera de muchas ciénagas, llamada la Ciénaga de Machado. Desde entonces hasta finales del siglo XVIII el dique aumentó a 4.000 metros, y se logró este avance natural como todos los meandros que se ubican en una bahía.
Entre 1844 y 1850, el ingeniero estadounidense George Totten dirigió la obra en la que unos 5.000 hombres, a pico y pala, excavaron 15 kilómetros de canal, con cinco metros de ancho. También conectaron el río Magdalena y fundaron el municipio de Calamar en 1848. Luego, en la segunda mitad del siglo XIX, Rafael Núñez importó unas dragas de EE. UU. Y en el siglo XX, entre 1923 y 1984, se realizó el 97 % del total del dique. En esos 61 años fue construido el actual dique, que es una obra del siglo XX hecha para mover petróleo e hidrocarburos.
¿Por qué asegura en su libro que la historia del Canal del Dique ha sido de desastre ambiental?
Porque mira lo que está pasando en la bahía de Cartagena, que era coralina y se volvió otra cosa, se está rellenando y afectando. Hay 56 concesiones portuarias que emplean el 75 % de personas en Cartagena y eso existe por la bahía, y si se daña sería una crisis para todo el país, porque ese puerto mueve el 50 % de la carga nacional; entonces, muy resumido, ese es el desastre ambiental que ha creado el dique. También los dos caños de Barbacoas (el de Matunilla y Lequerica) están a punto de unirse y de crear una ciénaga costera.
Lo que hay que hacer es devolver la salida del dique y reducir el caudal que entra por Calamar hacia donde siempre estuvo: en Boca de Luisa o en caño de Matuna, zonas especiales para manejar los sedimentos, pero no una bahía coralina como Barbacoas o como la de Cartagena. Hoy tenemos una serie de problemas que se están gestando con la sedimentación de las bahías de Cartagena y de Barbacoas, con la posible destrucción de corales en las islas Barbacoas y en parte de las islas del Rosario, eso tendría un impacto sobre todas esas comunidades, porque mucha de la pesca y pequeña agricultura proviene de las zonas del dique. También hay un riesgo inminente de que el delta de Pasacaballos llegue a la boya 18, y cuando eso comience a suceder hay que prender en rojo todas las alarmas, porque podría ser el comienzo del fin de la bahía de Cartagena, que es muy importante para el país.
¿Cuál es la importancia del Canal del Dique y de las obras que planean hacer para restaurar los ecosistemas afectados?
El dique ha dejado dos cosas muy buenas. Una es que antes el agua salada llegaba hasta San Estanislao de Koska, hasta el distrito de riego del sur del Atlántico llegaba la salinidad, pero gracias al Canal del Dique toda esa zona, hasta la bahía de Cartagena, se volvió dulce. También las comunidades se van a beneficiar de las obras, primero porque se va a crear un ecosistema correcto en armonía con la naturaleza, se va restaurar el flujo natural del dique y dejará de salir por la bahía de Barbacoas y Cartagena; eso protegerá el medioambiente y el empleo de toda la región.
Durante la construcción se van a generar cerca de 60.000 empleos, de modo que esa inversión beneficiará a las comunidades del dique de manera inmediata: con empleo, obras y acciones, porque para hacer esa cantidad de obras se debe tener una infraestructura que se apoya precisamente en las comunidades. Este proyecto también es muy importante para el turismo local, los hoteleros, restaurantes y demás servicios. En cuanto a las obras, la esclusa de Calamar, con su estructura de control de caudal y el nivel de detalle en la forma de las compuertas, es brillante, porque son compuertas de guillotina que manejan bien un ambiente arenoso. Estas compuertas caen verticalmente y desplazan la arena con su peso.
La segunda esclusa, también con puertas verticales, en Puerto Badel está muy bien pensada para las navegaciones y para mantener las aguas del dique al sur, donde era su hábitat natural, en la ciénaga de Matuna. Entonces las obras están bien pensadas, porque cada ciénega tiene unas bocas (salidas) planteadas para obligar al agua a recorrer las ciénagas, lo que también permite separar el ecosistema del dique del ecosistema de la bahía de Barbacoas y de Cartagena.
¿Tiene alguna observación del proyecto?
Creo que también es necesario restaurar el estero de Pasacaballos (que separa la isla de Barú del continente); eso hay que hacerlo. Sin embargo, como con el proyecto ya no habrá sedimentos afectando esa zona, con un solo dragado se logra. Esto es importante porque por ahí pasa la Corriente de Panamá (o Corriente del Caribe), que viene de África, entra al Caribe, pasa por el norte de Venezuela y se va al golfo de México, para convertirse en la corriente del golfo de México, la cual mantiene caliente al norte de Europa. Si se interrumpe esta corriente, Inglaterra tendría tanto hielo como Canadá, lo que sería una catástrofe mundial; entonces aquí hay que tener mucho cuidado con estos equilibrios. La corriente que viene del sur no puede ser interrumpida, hay que dejarla cruzar hacia la bahía de Cartagena.