El deporte, una de las piezas fundamentales de la cultura de la sociedad contemporánea, nuevamente apareció en escena como símbolo de unión e integración. La sociedad colombiana, que viene de ser golpeada por la pandemia del COVID-19 volvió a tener la oportunidad de reunirse, de abrazarse, pero, sobre todo, de volver a reconocerse en la competencia: vibrar, apasionarse y llenarse orgullo. Lo que deja como resultado la integridad y felicidad de todo un país.
Los IV Juegos Deportivos de Mar y Playa no solo se convirtieron en esperanza, al ser el primer evento multideportivo desde los Juegos Nacionales de Bolívar 2019, también fueron ese catalizador de la recuperación económica en una región que, históricamente, ha vivido del turismo, abriendo sus puertas a 26 delegaciones que sumaron más de mil atletas, más sus entrenadores, médicos y fisioterapeutas, además de los 186 jueces y diferentes grupos que hicieron posible la organización de este gran certamen. Todos reactivando diferentes sectores como la hotelería, transporte, alimentación, comercio formal e informal, entre otros.
Estos Juegos fueron el fiel ejemplo de la resiliencia que tiene el país para afrontar momentos difíciles, para levantarse con la cabeza en alto y continuar avanzando con paso firme. El trabajo en equipo fue clave en ese proceso y vital para que tanto Córdoba como Sucre vieran los beneficios de albergar este tipo de eventos y todo queda reflejado en las cifras. Solo en transporte, se impactó con 4.620 trayectos entre los municipios de San Antero, San Bernardo del Viento, Tolú y Coveñas, los cuales albergaron las justas.
Así mismo, sucedió con el hospedaje. Todo el complejo hotelero de los municipios recibió con los brazos abiertos a más de siete mil visitantes. Tan grande fue el impacto, que muchos se vieron obligados a realizar contrataciones adicionales para poder atender la alta demanda, que fue clave para que la zona del Golfo de Morrosquillo hipnotizara con su belleza natural. Y pasó lo propio con el sector de la alimentación. Todo esto se vio manifestado en más de 200 empleos directos e indirectos, en este último sector.
El trabajo en equipo, fundamental para la reactivación
El deporte hizo sonreír a una región en la que se impactó la economía que ha ayudado a dos departamentos a ponerse en pie, para convertirse en ejemplo de que la unión es vital para la reactivación. Estos juegos se convirtieron en ese vínculo clave para beneficiar: por una parte, con retorno seguro de los eventos multideportivos y, por otra, con la labor constante con la comunidad en logística, seguridad, voluntariado, servicios médicos y diferentes, entre otros sectores.
Además, es sin duda un impulso adicional para que la niñez de Colombia apunte a un mejor futuro, porque también es inspiración para dar ese primer paso a soñar en grande, a ver en el deporte ese apoyo para aprender y crecer con sus enseñanzas, con sus valores, lo que termina convirtiéndose en esos recursos que denotan el legado que se quiere dejar desde el Gobierno Nacional y es que el país siga creciendo en materia deportiva.
Los Juegos de Mar y Playa también demuestran esa capacidad que Colombia tiene para trascender con el deporte, porque no solo creó condiciones importantes para el desarrollo de las comunidades en la región, sino que también dejó ver esa gran condición que tiene para realizar eventos, lo que la convierte en ejemplo a la región y reafirma esa la confianza que los organismos internacionales han puesto sobre sus hombros.
Nuevamente, el país volvió a vibrar en torno al deporte y Córdoba y Sucre fueron fiesta, alegría, emoción. Los atletas, otra vez, maravillaron con su impulso, talento y determinación, esa misma por la que todo un país se enorgullece cada vez que sus gestas hacen que el nombre de Colombia resuene a lo largo y ancho de planeta.