Con más de 70 años de historia, la Federación Nacional de Arroceros se ha consolidado como un pilar para miles de agricultores en Colombia. Con los años, su trabajo ha promovido el bienestar de quienes trabajan el grano, así como la promoción de diferentes herramientas tecnológicas para facilitar su trabajo.
Rafael Hernández Lozano es el gerente general de Fedearroz. En diálogo con El Espectador, el directivo habló sobre los desafíos del sector, sus proyecciones, el quinto Censo Nacional Arrocero que está en curso y las asistencias tecnológicas que ofrece la Federación para que los agricultores puedan tomar decisiones sobre sus cultivos, en un año que, al parecer, estará marcado por el Fenómeno del Niño.
¿Cómo se ha comportado la siembra de arroz este año en Colombia?
Ha sido un año de crecimiento en las áreas porque el año pasado hubo buenos precios y buenos rendimientos. El 2022 fue un año positivo para los productores. Este crecimiento incluye un incremento en la producción y en la oferta. El quinto Censo Nacional Arrocero arrojará a finales de julio que pasó, que áreas se sembró y, también, a la escolaridad de los productores, su edad... tiene resultados que nos dan conocimiento del estado en el que está el sector a nivel nacional.
¿Qué datos adicionales entrega este Censo y cuál es su función a futuro?
El censo no solo nos dice cuántas hectáreas siembra el país, otra muy importante es los datos que se recolectan respecto a los agricultores, por ejemplo, si tienen vivienda. La tenencia de la tierra es importante en esto, pues ahí se sabe quién siembra en tierra propia, quien siembra arrendada, un poco de información de gran importancia para la planificación del sector por parte de la Federación conjuntamente con el gobierno. También sabemos cuáles son las necesidades de los productores, tanto en crédito, en insumos y cómo se comporta en cada región, porque Colombia es un país con diferentes pisos térmicos.
En producción, ¿2023 está superando sus expectativas?
Está dentro de lo que nosotros imaginamos. Un crecimiento que aún no sabemos qué magnitud tenga. Sabemos que el área creció, que habrá mayores siembras y que lógicamente habrá mayor oferta de arroz en los meses de agosto y septiembre.
¿Qué expectativas tienen sobre la cosecha de julio?
Hay un tema preocupante que es el anuncio del Fenómeno del Niño, que anuncia sequía y entre el 60 % y 70 % del área en Colombia se siembra bajo el sistema de arroz secado, principalmente en los Llanos Orientales y también en la Mojana, en Sucre. Si ese fenómeno se acentúa, especialmente en estas zonas de mayor área, pues puede que se bajen los rendimientos, pero esto es especular. Así que nuestras preocupaciones tienen que ver con el comportamiento del clima y los anuncios del Ideam. En condiciones normales y en todo el año (que se recolectan en julio-agosto y final de año) debe haber más de tres millones de toneladas de oferta en arroz en cascara.
Háblenos sobre esa plataforma con predicción del clima que ofrece la Federación a los agricultores
La Federación tiene una plataforma para el tema climático, con predicciones del clima, de las temperaturas, que el agricultor puede consultarlas en la página web de Federarroz. Hay ayudas importantes para la toma de decisiones y el manejo que el agricultor debe dar dependiendo de las condiciones.
¿Cómo enfrentaron situaciones similares en el pasado?
Ya hemos tenido Fenómenos del Niño con diferentes grados de sequía. Lo que pasa es que la mayoría de estos fenómenos, no han afectado tanto a los Llanos Orientales, en otras épocas fue mínimo. Para este año no estamos seguros de que pueda pasar, porque este fenómeno se acentúa más en la Costa y los Valles Interandinos, zonas arroceras de riego. Creerían que, si tiene riego, pues no se va a afectar mucho. La verdad es que, si se afecta, por varios motivos, como que los caudales de los ríos de los distritos de riego bajan a menos del 50 %, esto implica que no haya el agua suficiente para irrigar todas las zonas sembradas. Más difícil todavía es el incremento en las temperaturas, esto afecta los rendimientos en el cultivo del arroz. Hay muchas expectativas, pero el área también ha crecido y nosotros consideramos que, si no hay un Fenómeno del Niño muy fuerte, pues los rendimientos puede que se afecten un poco, pero no sería catastrófico.
Además del cambio climático, ¿qué otros retos identifican para 2023?
Son muchos. Un tema que afecta mucho son los costos de producción, el incremento en las tasas de interés y lo que ocurrió a principio de año que fue el incremento en los precios de los fertilizantes, aunque ya bajaron, el agricultor que siempre compra a principio de la cosecha casi la totalidad de los fertilizantes, los compró a precios altos. Hay temores con lo que pueda ocurrir con el precio del producto, porque si la oferta mayor trae como consecuencia una caída en los precios, pues sería grave, porque habría productores que quedarían por debajo de los costos de producción.
¿Qué soluciones ha propuesto el ministerio a estos retos?
No hemos tenido contacto con la ministra Jhenifer Mojica, le estamos pidiendo que nos reciba para presentarle en qué estado está el sector y qué necesidades tenemos. Hay un reto muy importante y es que el agricultor pueda llegar a secar y almacenar parte de su cosecha para restarle un poco a la oferta del arroz en la época de agosto y septiembre. El problema que tiene el arroz es que se concentra la recolección de la cosecha grande y se genera una estacionalidad muy marcada, hay una gran oferta de arroz durante dos meses, lo que genera caídas en el precio. Uno de los retos es o hay distritos de riego para que se distribuyan las siembras en los dos semestres, especialmente que se pueda sembrar en Casanare y Meta durante el segundo semestre, que es más seco, pero para eso tienen que haber distritos de riego, que también es una necesidad que nosotros hemos hecho desde hace mucho tiempo, porque si rompemos la estacionalidad, hay muchas posibilidades de que los precios no sean tan volátiles. En ese caso, el riego sería definitivo para la solución de este problema, no solo en la oferta de arroz, también en los rendimientos que pueda tener por hectárea.
¿Qué soluciones han planteado a estos?
La Federación ha invertido sumas importantes generadas por el tratado de libre y comercio y las subastas de arroz. Hemos hecho cuatro plantas de secamiento y almacenamiento, una en Casanare, otras en Meta, Tolima y Valledupar. Allí el agricultor lleva, seca y puede procesar su arroz y la Federación le ayuda a vender su producto. Lógicamente esto no es suficiente, la capacidad no da para que genere un impacto en el mercado. Por parte del Gobierno debe haber la posibilidad de que el agricultor reciba créditos a largo plazo, entre 15 y 20 años, con unas tasas que, si es necesario, deben subsidiarlas, para que el agricultor, mediano, grande o un grupo de pequeños, pueda construir su propia planta. O se hacen distritos de riego, que sirven para él, por ejemplo, maíz y soya, también; para que se distribuyan las áreas en los 12 meses o que haya suficiente capacidad de almacenamiento por parte de los productores para controlar la oferta en la época de mayor producción.
¿Cuáles son las características de los distritos existentes y como esta infraestructura beneficia al agricultor?
Los distritos que existen prácticamente son de invierno, porque cuando empieza el verano y la sequía, los ríos bajan su caudal y ahí es donde se hace absolutamente necesario. No solo construirlos, sino que los distritos existentes se construyan con reservorios para guardar el exceso de agua de lluvias, para utilizarla en la época de sequía. La agricultura en Colombia requiere esto, porque se dice que el problema es la productividad y no, nosotros trabajamos también de forma importante en los costos por tonelada. Es decir, un agricultor puede recoger diez toneladas por hectárea, pero si tiene unos costos muy elevados, pues no es competitivo.
Para nosotros, el agricultor que tenga menos de 300 dólares de costos por tonelada es competitivo y podría llevarlos a la exportación de arroz, eso comparado con los costos de producción en Estados Unidos, que está por encima de 300 dólares, la amenaza más grande que tenemos es que desde 2027 en adelante la protección que nos daba el arancel ya es mínimo, porque ha bajado hasta llegar a cero en 2030, hacia allá debíamos ser completamente competitivos y esto no depende solo de la genética y la investigación, depende también de las políticas y la infraestructura. Si no hay riego ni sistemas de adecuación de tierras, pues será difícil que Colombia llegue a unos niveles que no dependen de la investigación, sino de la infraestructura.