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Comer es uno de los actos que las personas más disfrutan ya que con ellos se viven momentos únicos junto a familiares y amigos. Sin embargo, más allá de esto, comer le permite al ser humano adquirir los nutrientes necesarios para desarrollar sus actividades y tener una buena calidad de vida.
Su importancia es innegable, pero, con el pasar de los años, lo que se ha visto en el mundo, es que está ganando terreno una alimentación no adecuada que puede afectar la salud.
El año pasado, la Organización Mundial de la Salud (OMS), hizo un llamado para que las personas crearan esa consciencia de los alimentos y más en medio de la pandemia, al asegurar que “lo que comemos y bebemos puede afectar a la capacidad de nuestro organismo para prevenir y combatir las infecciones y para recuperarse de ellas. Aunque ningún alimento ni suplemento dietético puede prevenir ni curar la COVID-19, una alimentación saludable es importante para el buen funcionamiento del sistema inmunitario”.
Además, la nutrición adecuada también puede reducir la probabilidad de aparición de otros problemas de salud como la obesidad, las enfermedades del corazón, la diabetes y algunos tipos de cáncer.
En este contexto, lo primero es dejar claro qué es una alimentación adecuada. Según el médico Carlos Didier Fernández Newball, “implica incluir alimentos de todos los grupos alimenticios en justa proporción, es decir, se deben privilegiar las frutas y verduras, así como las proteínas tanto animales como vegetales y dejar de lado el consumo de los carbohidratos de todo tipo (las conocemos como harinas), además una hidratación adecuada favorece el funcionamiento de nuestro organismo”.
Lo ideal es que desde niños se aprenda a comer de una forma sana y así replicar esos hábitos a lo largo de la vida. Es una labor que se realiza en familia y desde el ejemplo. Por eso, evitar al máximo comidas procesadas, paquetes, dulces o comida chatarra, como se le conoce, es determinante para no darle paso a una mala alimentación que promueve horarios desordenados y falta de ejercicio.
Factores que se unen y por ejemplo pueden perjudicar la salud del corazón. “Es sencillo, esa comida chatarra genera depósitos de grasa sobre las arterias del corazón hasta taponarlas. O incluso ocasionar diabetes que también afecta nuestro corazón al dañarlo internamente”, señala el doctor Carlos Didier Fernández.
Por eso, el llamado es hacer un ejercicio de conciencia donde en familia se empiece a controlar y hacer entender a los miembros de ella que el exceso de azúcar, sal y grasa solo traerá problemas en el futuro y se deben empezar a cambiar para cuidarse y protegerse entre todos.
El doctor Carlos Didier Fernández, da algunas recomendaciones para empezar una alimentación balanceada:
- Aprender a leer las etiquetas de los productos en el supermercado o la tienda, para aprender a reconocer aquellos con alto contenido de grasa, azúcar y sal.
- Siempre buscar alimentos ricos en fibra, integrales, con poca o ninguna adición de azúcar, sal o grasa.
- Verificar los alimentos que dicen ser light, pues a veces no son tan ligeros como dicen las etiquetas.
- En la preparación de los alimentos, evitar frituras. En cambio, hacerlos sudados, al vapor o a la plancha, adobándolos con especias naturales y sin agregarles nada más.
- Retirar saleros y azucareras de las mesas y restringir al máximo el consumo de productos de dulcería, panadería o bizcochería y consumirlos solo en ciertas ocasiones.
- Los niños nacen sin conocer el gusto al azúcar y la sal, por ello es importante ofrecer siempre frutas y verduras. Existen tutoriales en internet que enseñan a preparar comida “divertida” para los niños e incluso los adultos.
- Ofrecer la fruta entera siempre será mejor que los jugos, ya que se elimina la parte sana que es la fibra y se ofrece solo el licuado de agua con azúcar saborizado que no es el ideal para los niños.
- Evitar al máximo las bebidas azucaradas como los jugos artificiales y las gaseosas.
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