Sobrevivir en un país donde el presidente niega la pandemia

Jair Bolsonaro, gobernante de Brasil, es uno de los pocos mandatarios que todavía niega la amenaza del coronavirus. Incluso promueve no seguir las recomendaciones sanitarias para contener el virus. Esto es lo que piensan algunos brasileños de su mandatario y el virus que ya convirtió a ese país en el más golpeado de América Latina.

Angélica Lagos Camargo
19 de abril de 2020 - 02:03 a. m.
En Brasil muchas personas han protestado con cacerolazos contra el presidente Jair Bolsonaro, por el manejo de la crisis sanitaria por coronavirus.  / AFP
En Brasil muchas personas han protestado con cacerolazos contra el presidente Jair Bolsonaro, por el manejo de la crisis sanitaria por coronavirus. / AFP

Jair Bolsonaro, presidente de Brasil, es un negacionista consumado: ha dicho que en su país nunca hubo un golpe de estado, que el cambio climático “no existe”, que los incendios que arrasaron buena parte de la Amazonia, en 2019, no eran graves porque “sucedían todos los años” y sobre la pandemia de coronavirus que “es una fantasía”, “un invento de los medios”.

Y aunque Bolsonaro insista en manipular la realidad, la verdad le estalla frente a sus narices: Brasil acaba de superar los 2.100 muertos por COVID-19, sobrepasa los 33.000 contagios y se convierte en la nación de América Latina más golpeada por la pandemia.

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Aún así, Bolsonaro sigue en el reducido y vergonzoso grupo de gobernantes (Bielorrusia, Nicaragua y Turkmenistán) que insiste en negar la amenaza del coronavirus. Incluso adelanta una campaña contra las medidas sanitarias recomendadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para contener el virus. Se pasea sin tapabocas ni guantes, promueve el NO aislamiento social y se toma fotos con quien se le cruce en el camino: “nadie me dice cómo ni a dónde ir”.

Quien diga lo contrario es despedido. Como le pasó al ministro de Salud, Luiz Henrique Mandetta, quien por defender las medidas de contención fue sacado de su cargo. “La visión de Mandetta era la de la salud, de la vida. La mía, además de la vida, incluía la economía y los empleos”, afirmó Bolsonaro al justificar la destitución de Mandetta. Una posición que confunde a varios sectores del país.

“El presidente Bolsonaro es el principal aliado del virus”, decía Arthur Virgilio, alcalde de Manaos, capital de Amazonas. Según él, la proporción de brasileños que siguen las recomendaciones de aislamiento social ha caído del 70% al 50% “después de que el presidente empezara a salir a la calle en una campaña contra el aislamiento”.

El Espectador consultó la opinión de varios brasileños en Sao Paulo, epicentro de la COVID-19 en Brasil, y Manaus (Amazonas), que sigue en número de contagios y muertos: ¿Cómo sobrevivir al virus y a un presidente que niega la gravedad de la pandemia? Cuatro voces desde el epicentro del coronavirus en Brasil.

 

"La posición de Bolsonaro es un crimen"

 

Thiago Cestari, 32 años, Sao Paulo

Mientras espero a que la situación se normalice, trato de llevar mi vida cotidiana con tranquilidad y paciencia. Estamos encerrados, como la mayoría de las personas. Cuando uno de nosotros sale a comprar comida o medicamento, tomamos muy en serio las medidas de distanciamiento social. Ante el COVID-19, todo cuidado es poco.

Cuando Jair Bolsonaro empezó su campaña política para la presidencia, yo pensaba que no tenía idea de la gran responsabilidad que implica gobernar un país de más de 200 millones de personas. Él era un militar que ganó visibilidad gracias a sus famosos discursos de odio desfilados en los programas nacionales de entretenimiento; de hecho, sus propuestas políticas nunca fueron claras. Casi un año y medio después, sigo pensando lo mismo, con la diferencia que ahora, además de irresponsable, lo considero un lunático.

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Cualquier persona que tenga el mínimo de acceso a la información sabe que este virus es más letal que una gripa común y que el número de contagiados sigue creciendo todos los días en Brasil. Bolsonaro hace otra vez lo que ha hecho sistemáticamente durante toda su vida política: como niño malcriado se burla de la verdad de los hechos. El ministro saliente de Salud, Luiz Mandetta, insistía en que la población se quedara en casa para evitar el colapso del sistema sanitario, previsto para finales de abril e inicios de mayo. Bolsonaro, por su parte, incentiva a que la gente vuelva a sus trabajos con el argumento de que el país no puede parar por la economía; se le olvida que el desempleo y la pobreza antes del virus ya estaban disparados.

La alternativa que el Gobierno debería elegir es salvar las vidas y salvar la economía. Para esto existen alternativas, como crear un subsidio para las familias más vulnerables del país o crear líneas de crédito para que las empresas sigan pagando a sus funcionarios. El Gobierno nacional debe asumir su responsabilidad humanitaria ante una situación tan delicada como la que estamos pasando. El momento no permite esperar.

La posición de Bolsonaro es un crimen, simplemente demostró ser una persona que no valora la vida, proclamando estar a favor de la tortura, por ejemplo, una de sus ideas más conocidas. No tiene altura para cuidar de un país.

 

"El aislamiento es útil para la clase media"

Izabela, 24 años, Manaus

Vivo en un vecindario periférico en Manaus y veo a personas como si nada sucediera, algo que se debe, en parte, al ejemplo del presidente, pero también a la falta de sentido de pertenencia, y principalmente a la falta de condiciones para tomar medidas importantes. Tengo el privilegio de poder estar en cuarentena, pero aquí en el vecindario hay muchas casas de menos de 30 metros cuadrados en donde viven 6 personas. ¿Cómo pueden considerar la distancia social? ¿Cómo podrían aislar a alguno en esta casa si duermen casi uno encima del otro?

En Manaus está lloviendo mucho desde que comenzó la cuarentena; el vecindario se ha inundado tres veces de aguas residuales, basura y enfermedades; cuando la lluvia pasa, la tierra no desaparece sola, tenemos que limpiarla. Se ve mucha solidaridad pero, ¿cómo pensar en la distancia social en este contexto?

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El aislamiento es un discurso muy realista y útil para la clase media, donde todos tienen su propia habitación, aquí en la periferia esto es una broma, no porque las personas no quieran protegerse, sino porque dentro de la realidad eso es imposible: una buena parte de la gente trabaja en el día para comer en la noche.

Con un agravante en el estado de Amazonas: de casi 4 millones de habitantes, poco menos de 2 millones viven en la capital, que es donde se encuentran todas las camas del estado; esto significa que alrededor de 2 millones de personas dependen de horas (incluso días) de viajes en bote para acceder al sistema de salud.

El escenario que Bolsonaro defiende, el del aislamiento vertical (que solo las personas en el grupo de riesgo estén aisladas, mientras que todos los demás continúan para mantener la economía)es simplemente una ilusión. El grupo de riesgo está compuesto por personas de edad avanzada (13 % de la población brasileña, según la OMS); personas con enfermedades crónicas(más del 45 %, según datos locales, recordando que este número representa a personas con exámenes, las personas que no se han hecho exámenes no ingresan a este porcentaje), además de otros grupos. El punto es que solo las personas con enfermedades crónicas ya representan casi la mitad de la población. Esto ya rompe esta teoría del aislamiento vertical, ¿por qué estas personas deberían estar aisladas del resto?, ¿dónde colocaremos a unos 58 millones de brasileños?

Si escuchamos al presidente tendremos una cantidad absurda de muertes. Afortunadamente la mayoría de los gobernadores y el Ministerio de Salud se han mantenido firmes ante las declaraciones absurdas e irreflexivas de Bolsonaro.

"Bolsonaro debería decir la verdad sobre el virus y la economía"

Maria Flavia Ticoula, 55 años, Sao Paulo

Estoy atravesando esta crisis obedeciendo las medidas de seguridad. Sin embargo, los efectos en nuestra comunidad y en todo el mundo afectan mi condición emocional. No saber el final de la historia, tanto en términos de vidas como en relación con la economía, genera mucha ansiedad.

La magnitud del problema hace que no piense en planes futuros. Es una forma de superar este tsunami con una mente sana. La tristeza es el gran mal.

En un momento como este, el gobernante de un país debe ser el pastor que guía a sus ovejas cuando se acerca el lobo, la voz que guía a la nación. Por lo tanto, su pensamiento debe estar en línea con su equipo. Bolsonaro se equivoca en la falta de alineación con su equipo y en el desprecio hacia la ciencia. Cuando el presidente dice que está resfriado, está tratando de salvar la economía, pero se equivoca: debería decir la verdad sobre el virus y la economía.

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Como dijo Yuval Harari, historiador y escritor israelí, uno de los grandes pensadores de estos tiempos: “la elección correcta que los líderes políticos pueden hacer en este momento es proporcionar a los ciudadanos la información correcta, con una base científica, para que cada uno se ocupe de su propia salud. Cuando se informa a las personas sobre los hechos científicos y cuando confía en las autoridades públicas para contarles estos hechos, los ciudadanos pueden hacer lo correcto, incluso sin un ‘Gran Hermano’ que los vigile. Una población motivada y bien informada es generalmente mucho más poderosa y efectiva que una población ignorante y vigilada”. En algo tiene razón Bolsonaro y es en que la economía no puede detenerse, ya que esto hace colapsar todo el sistema, incluida la salud.

La cuestión de la vida depende de cada individuo. Cada uno decide el riesgo que quiere correr, basándose en información bien proporcionada. La situación actual aquí en Brasil permite que las grandes cadenas de supermercados estén abiertas y funcionando sin competencia, en detrimento de los pequeños negocios, que se ven obligados a mantener sus puertas cerradas. Como siempre, los más fuertes sobreviven. No hay luz al final del túnel.

"Bolsonaro es muy irresposable y peligroso"

briel Tozato, 26 años. Sao Paulo

Todo el proceso de llegada del coronavirus a Brasil ha sido muy confuso. La sensación de miedo e impotencia es potencializada por las fake news de Whatsapp y por el bombardeo de noticias de los periódicos. Yo tengo una casa, un trabajo fijo, tengo condiciones de ir al mercado y comprar lo que necesito, pero esa no es la situación de la mayoría en Brasil.

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Muchas personas no tienen trabajo o están quedando desempleadas(muchas empresas están despidiendo a centenares de trabajadores)y hay otras que están obligadas a romper con la cuarentena y el aislamiento social para no quedarse sin empleo. Hay millones que viven en condiciones mínimas de saneamiento básico, personas que ni siquiera tienen agua en sus casas para lavarse las manos.

Y algo adicional, que casi no se contempla, el número de personas buscando servicios de salud mental creció mucho, al igual que los casos de violencia doméstica contra la mujer; los divorcios se han multiplicado.

Bolsonaro es muy irresponsable y peligroso. Que la persona que ocupa la posición de jefe de Estado esté divulgando informaciones que contradicen todas las recomendaciones de instituciones internacionales es terrible.

Las actitudes y discursos engañosos del presidente tienen consecuencias desastrosas en la vida de los brasileños y brasileñas porque ataca directamente el único modo científicamente comprobado y efectivo de disminuir la contaminación por el virus. Brasil es de los pocos países(creo que el otro es EE. UU.) en donde hay pequeñas marchas de seguidores del presidente reclamando el fin del aislamiento.

Son pocas las personas en sus autos convocando a la gente a “trabajar” y mover la economía. Se puede confundir fácilmente con un momento de Cien Años de Soledad de Gabo, algo que no se puede creer ni comprender.

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Brasil tiene uno de los más grandes y complejos sistemas de salud pública del mundo que actúa por medio de sus principios fundamentales: la universalidad, equidad e integralidad. El SUS(Sistema Único de Salud)fue idealizado con el objetivo de la universalización de la atención en salud, pero históricamente, y de manera mucho más radical en los últimos cinco años, nuestros gobernantes no han tratado el SUS como prioridad. Frente a la pandemia no tenemos la estructura suficiente para atender a los infectados y sobre todo para aquellos que necesitarán de cuidados más intensivos.

En Brasil empezamos a tomar las medidas de cuarentena y aislamiento un poco tarde y por eso creo que en algún momento tendremos problemas en los hospitales para atender a todas las personas(en especial las más pobres y del interior del país).

En los últimos cinco años la pobreza volvió a crecer mucho en Brasil y las desigualdades también están creciendo con medidas tomadas por el gobierno golpista de Michel Temer y radicalizadas con el actual gobierno.

Declaraciones de ciertos empresarios amigos del presidente señalan que “la economía no puede parar por cinco o siete mil viejitos que van a morir”. Una lógica presente en el discurso de Bolsonaro. Los gobernantes tienen que actuar pensando en el bienestar de las mayorías y no en el lucro de la empresa de hamburguesas.

* Con la colaboración de Beatriz Miranda

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Por Angélica Lagos Camargo

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