Eduardo Acevedo es el primer colombiano en completar las Seis Maratones de Abbott en un solo año (2024) y obtener la prestigiosa Medalla de las Seis Estrellas. Su gesta al día de hoy apenas han logrado 18.000 personas en el mundo.
Su camino hacia este hito está marcado por el dolor. Tras cruzar la meta en Tokio, Boston y Londres, una fractura por estrés en el sacro amenazó con dejarlo fuera de competencia. Con más ganas que fe, un plan de recuperación y el apoyo de su equipo médico, logró volver al cemento para competir en Berlín, Chicago y Nueva York.
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En esta entrevista, Acevedo comparte los momentos más duros de su hazaña, su proceso de recuperación y las lecciones que deja una experiencia de este tamaño.

Esta es la medalla que entregaron en la Maratón de Nueva York en 2024.
Fuiste el primer colombiano en completar las seis maratones de Abbott en un solo año. ¿Cuál fue el momento más desafiante de ese recorrido y qué te motivó a seguir adelante?
El mayor desafío del año pasado fue regresar de una lesión. A cinco semanas de la Maratón de Berlín, sufrí una fractura por estrés en el sacro. Este tipo de lesión suele tardar entre cinco y ocho semanas en sanar en su primera fase, así que tuve que decidir si me arriesgaba a seguir adelante. Finalmente, opté por completar las tres maratones que me faltaban.
Para no perder la forma física durante la recuperación, mantuve el entrenamiento con bicicleta, ya que soy triatleta desde hace diez años. Además, trabajé intensamente con mi fisioterapeuta en el fortalecimiento muscular, especialmente en la zona lumbar y el sacro, para evitar una recaída.
¿Cómo afrontaste la incertidumbre antes de correr Berlín sin haber entrenado?
Fue una decisión difícil. Mis patrocinadores ya habían cubierto los costos del viaje, y todo estaba planeado. Pero más allá del compromiso económico, se trataba de evaluar si mi cuerpo estaba listo para correr.
Conozco bien mis límites, así que decidí salir a un ritmo cómodo y, si en algún momento sentía dolor en la zona afectada, estaba dispuesto a detenerme. Afortunadamente, pude completar la maratón sin problemas y continuar con el reto de las seis majors en un año.
¿Cómo fue tu rutina de entrenamiento para lograr este desafío?
El entrenamiento fue exigente. Antes de la lesión, había acumulado casi 4.000 kilómetros en el año, con semanas de hasta 100 o 105 kilómetros de carrera, siempre dentro de los límites de un atleta amateur. Complementé con trabajo de fortalecimiento en el gimnasio y entrenamiento cruzado: además de correr, montaba bicicleta y nadaba para reducir el impacto en las articulaciones.
En cuanto a la alimentación, no sigo dietas estrictas. En triatlón, el gasto energético es tan alto que se puede comer prácticamente de todo. Sin embargo, la hidratación y la nutrición son fundamentales. No basta con alimentarse bien el día de la competencia; es clave reponer calorías y mantener un buen balance proteico durante toda la preparación. Muchos corredores amateur cometen el error de caer en un déficit calórico, lo que afecta el rendimiento y la recuperación muscular.
¿Qué papel juega la mentalidad en este tipo de retos?
La fortaleza mental es crucial. La experiencia en triatlón me ha enseñado a conocer mi cuerpo, manejar el dolor y superar momentos de crisis. Un ejemplo claro fue la semana en la que corrí las maratones de Boston y Londres con solo seis días de diferencia y en continentes distintos. En Londres, tuve el rendimiento más complicado de todas las seis carreras, pero la disciplina mental me permitió soportar el dolor y mantener el tiempo que había planeado.
¿Qué consejo darías a alguien que quiere iniciarse en el atletismo?
Lo más importante es tener una guía. Al principio, está bien salir a correr por cuenta propia para descubrir si realmente te gusta, pero si decides tomártelo en serio, un entrenador es indispensable. No solo para mejorar el rendimiento, sino para evitar sobrecargas y lesiones. También es clave establecer metas realistas: muchas personas quieren correr una maratón en pocas semanas sin la preparación adecuada, y eso solo conduce a frustraciones y problemas físicos.
Para quienes se preparan para su primer 21K, ¿qué recomendaciones darías?
No saltarse el proceso. Primero hay que dominar los 5K, luego los 10K y después dar el salto al medio maratón. Si alguien empieza a correr una semana antes de la media maratón de Bogotá y decide participar sin preparación, es probable que tenga una mala experiencia y termine alejándose del deporte.
Correr 42 kilómetros es un desafío enorme que requiere resistencia física y mental. Si no se tiene la preparación adecuada, se sufre innecesariamente. Aunque muchas maratones permiten terminar caminando, lo ideal es llegar en buenas condiciones. Para eso, hay que respetar los tiempos de adaptación del cuerpo y entrenar de manera progresiva.
¿Cuáles son tus planes para 2025?
Pienso volver al triatlón sin dejar de lado las maratones. En el primer semestre correré Boston y en el segundo, probablemente, Sídney, para completar las siete majors.
¿Es posible ser maratonista de élite teniendo un trabajo de oficina?
No lo creo. Ser deportista de élite implica dedicar la mayor parte del tiempo al entrenamiento y la recuperación. Si alguien tiene un empleo a tiempo completo, como abogado o ingeniero, por ejemplo, puede aspirar a un alto nivel amateur, pero no a un rendimiento profesional. Un triatleta profesional entrena hasta 30 horas semanales, mientras que un amateur, como yo, alcanza un máximo de 15. Es una cuestión de tiempo y prioridades.
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