Una buena nutrición y en especial, la combinación de una nutrición balanceada con hábitos de vida saludables, va a mitigar el riesgo de múltiples enfermedades.
Las rutinas laborales, el tiempo destinado al deporte y la cuota de ocio juegan un papel preponderante. Del equilibro de las tres depende una adultez plena. Aquí se presentan los cambios estructurales que no solo definen el presente; también pueden ser vistos como la cuota inicial de la vejez. Seguramente los hábitos que aquí se afiancen perdurarán hasta el final de la existencia. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura, “entre los 20 y 30 años existe estabilidad de la composición corporal y desde esa edad se inicia el proceso de deterioro, cuya repercusión se aprecia después de los 65 años. En el largo período de la vida adulta una alimentación y nutrición equilibrada permitirá atenuar los efectos en la tercera edad”.
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Cuidado con el deterioro silencioso
Al control de las grasas animales, las harinas refinadas, y los productos ultraprocesados se les pueden sumar suplementos que aseguren el rendimiento corporal óptimo. Hacerlo no es signo de debilidad ni de dependencia. “La alimentación de las personas es compleja debido a sus estilos de vida, trabajos y compromisos sociales. Estas situaciones pueden provocar diferencias nutricionales”, sostiene Jaqueline Villalobos, nutricionista de Utadeo. “Estas deficiencias pueden ser de nutrientes, como los ácidos grasos. En conclusión, los complementos alimentarios de vitaminas y minerales son importantes a nivel nutricional, principalmente para cubrir aquellos nutrientes que no son aportados por la alimentación convencional”.
¿Y las vitaminas?
Miguel Ángel González, presidente de la Asociación Colombiana de Osteoporosis y Metabolismo Mineral, enfatiza en el valor de un plan para alejar la posibilidad de sufrir patologías. “El déficit de vitamina D no es algo nuevo, esta es una preocupación, ya que el porcentaje mínimo de vitamina D debe ser de 20 ml y muchos pacientes que consultan por osteoporosis tienen deficiencia de este nutriente”.
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El poder del sol y del hierro
Las bebidas con vitamina D, como la leche, el yogur y el jugo de naranja natural son aliadas para contrarrestar la ausencia de sol vinculada al confinamiento. En cuanto a los minerales, el hierro es el rey cuando se habla del crecimiento del cuerpo. El Instituto Nacional de la Salud de Estados Unidos propone a los hombres adultos una ingesta diaria de 8 mg y a las mujeres 18 mg. “A corto plazo la falta de su consumo no muestra síntomas evidentes. El cuerpo utiliza el hierro almacenado en los músculos, el hígado, el bazo y la médula ósea. Cuando sus niveles disminuyen se produce la anemia por deficiencia de hierro. Los glóbulos rojos se achican y contienen menos hemoglobina. Como resultado, la sangre transporta menos oxígeno de los pulmones al resto del cuerpo “, se lee en un informe dedicado a este mineral.