La lengua tiene receptores capaces de identificar cinco sabores: el dulce, el ácido, el amargo, el umami y el salado/Imagen tomada de Pixabay
Por un rato la vamos a dejar de asociar con las enfermedades cardiovasculares. Por supuesto que esta no es una invitación a saltar al vacío ni mucho menos un desafío a la comunidad médica, que bien hace en alertar sus riesgos. Reconocemos que, así como hay adictos a los juegos de azar, al café y a las redes sociales, también los hay a la sal. Más de uno alguna vez se ha visto manipulando el salero antes de probar lo que está servido en el plato. Es un acto automático que hasta el más saludable debería erradicar, pues, así como toca de sabor lo que nos vamos a comer, también se convierte en un problema si no dimensionamos su consumo.
¿Alguien se acuerda de la primera vez que la probó? ¿Alguien puede determinar cuán salado es su paladar? Las respuestas se hallan en la memoria de nuestros padres, o se pueden intuir. Estoy seguro de que a ninguno de nosotros nos repugnó. Nuestros sensores en la boca la asimilaron como quien tiene calor y, de repente, lo golpea una brisa fresca, inolvidable, que perseguiremos el resto de la vida.
A continuación, de la mano del chef David Orozco, rendimos un homenaje justo y respetuoso al sabor más familiar de la historia. El paladar se agudiza al ver un programa de televisión especializado en gastronomía o al contemplar una foto en el menú de un restaurante. Se humedece porque, quizás sin ser plenamente consciente, el antojo lo asociamos al encanto de la sal.
RAE
Según la Real Academia Española, la sal es una sustancia consistente en cloruro sódico, ordinariamente blanca, de sabor propio, muy soluble en agua.
OMS
Para la Organización Mundial de la Salud, el consumo de sal inferior a 5 gramos diarios en el adulto contribuye a disminuir los niveles de la tensión arterial y el riesgo de sufrir enfermedad cardiovascular.
Al acecho
Si pensamos que debemos recortar la sal de nuestros saleros nos equivocamos, el exceso está en los alimentos precocinados, aperitivos industriales y salsas que compramos”, dice la nutricionista Elisa Escorihuela.
Papilas gustativas
Están ubicadas en los lados de la lengua. Los receptores iónicos permiten identificar los iones solubles de sodio, potasio y otros metales alcalinos.
Medicinal
La sal ayuda a tratar la picadura de abeja. Antes de aplicarla, se sugiere derramar abundante agua en la zona afectada.
Su expulsión
“La sal pone a trabajar en exceso los riñones. Ellos expulsan el sodio adicional de nuestro organismo”, sostiene la nutricionista Juliana Mejía.
Sensores
Las papilas gustativas también están en el paladar y en la garganta.
Sirve como conservante
Al ser un deshidratante, la sal retrasa la fermentación de los alimentos. Retarda la humedad.
Beneficio
Más del 90% de la sal ingerida, el organismo la divide en sodio y cloro. El sodio permite que nuestros músculos tengan un funcionamiento adecuado.