Ideas para que tu hijo aprenda a masticar

Una etapa más ha finalizado en el desarrollo de tu hijo. Ha cumplido seis meses de vida y hasta ahora se ha alimentado exclusivamente con leche materna; y aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda mantenerla en la dieta del bebé hasta los dos años, ha llegado el momento de comenzar a añadir alimentos complementarios.

Por Redacción Cromos

02 de octubre de 2020

Niño con una goma de mascar.

Niño con una goma de mascar.

Fotografía por: GettyImages

Pero no le des de una vez coco, zanahoria, almendras u otros alimentos duros, sino pedazos pequeños de purés, compotas y otros de texturas suaves que le permitan empezar a estimular los músculos de la mandíbula y demás órganos que intervienen en la masticación, proceso que no se aprende solo mecánica e instintivamente sino también a través de la imitación, la memoria y la enseñanza.

Cuando empiece su dieta con alimentos sólidos debes brindarle algunos que sean de textura blanda, pero entre los seis meses y el año de vida, y de forma gradual, introduce nutrientes un poco más duros con el fin de incentivar los receptores sensoriales, que contribuirán positivamente en el aprendizaje de la masticación.

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Y es que masticar apropiadamente representa múltiples beneficios para tu bebé, entre ellos desarrollar y fortalecer los huesos y músculos de la boca y permitir un buen funcionamiento del sistema digestivo, debido a que los alimentos quedan bien triturados y hay una absorción adecuada de nutrientes y mejor aprovechamiento de los mismos.

“Una adecuada masticación es un hábito saludable que se debe cultivar en la infancia y mantener en la edad adulta, porque no solo es apropiada para la digestión y el aprovechamiento de los nutrientes presentes en los alimentos, sino que la presencia de un adecuado proceso masticatorio en los niños favorece el desarrollo de estructuras orofaciales implicadas en el habla”, destaca la nutricionista Maritza Gómez*, quien además señala, que cuando los padres por diversos motivos retrasan la inclusión de sólidos, o todo se lo dan al niño en forma de purés o cremas, también están afectando la pronunciación de letras, como R, C y S.

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Pero adicional al desarrollo del habla, una masticación correcta ayuda a la producción de saliva, que a su vez alcaliniza los jugos del estómago y compensa los niveles de acidez, evitando malestares como gastritis, reflujo y acidez estomacal. Además reduce el grado de ansiedad, hace que se tome menos aire –oxigenándose mejor el cuerpo–, evita las caries y permite determinar las cantidades indicadas de comida, por lo que es más fácil controlar los excesos, así como lograr el peso adecuado para la edad de tu hijo.

Por el contrario, si mastica mal, con rapidez y se pasa enteros los alimentos, tu niño puede presentar inconvenientes como atoros, insuficiente absorción de nutrientes, desequilibrio de la flora intestinal y mala digestión (sobre todo de carbohidratos). También existe el riesgo de gastritis, pues la ingestión de alimentos mal masticados ocasiona que la digestión gástrica se dificulte.

Aunque suene a una eternidad, y más aún con lo vertiginoso del mundo actual, lo recomendable es que cada bocado sea masticado por tu hijo entre 20 y 30 veces. A algunos pequeños no les resulta tan sencillo aprender a masticar adecuadamente, pero hay alternativas que te resultarán útiles para que el tuyo lo haga de la mejor manera y se deleite al máximo con los exquisitos menús que con tanto amor y dedicación le preparas.

En familia. Como la masticación también es un proceso de aprendizaje, intenta que los miembros del hogar coman con cierta regularidad a la misma hora que él para que, aun instintivamente, perciba y asimile cómo consumen y mastican los alimentos. No sobra recalcarte que lo hagan de la manera correcta para que el ejercicio sea fructífero para tu pequeño.

Sin distractores. Celulares, televisores o tabletas, entre otros pasatiempos, no son buena compañía cuando de nutrirse se trata, pues no permiten que tu hijo se concentre, y comer y masticar se tornan en actos automatizados que no los disfruta ni los realiza adecuadamente. Su deseo será terminar rápido para jugar o buscar diversión, pero debes insistirle que cuando es a comer, es a comer, y hay que hacerlo bien.

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Con constancia. La práctica hace al maestro, razón por la que tienes que actuar con perseverancia en la enseñanza y no retrasar el proceso de la alimentación complementaria. Por eso, llénate de paciencia y no lo apures para que coma. Es muy útil insistirle; si hay rechazo, no te rindas y vuélvele a ofrecer el alimento al siguiente día, porque se requieren contactos frecuentes con este y con su textura para que lo acepte y venza dicha dificultad. Si eres constante, más adelante tu pequeño no se rehusará a comer diversos alimentos y tampoco será selectivo con las texturas de ciertas frutas o vegetales, entre otros.

Nunca lo obligues a comer. Este momento debe ser ameno y sin imponerle condiciones cuando está cansado, molesto o, simplemente, no quiere ejercitar la masticada. Ya llegarán los momentos propicios para que fortalezca los músculos de cierre y apertura de la mandíbula y su masticar sea coordinado y eficiente.

Ir paso a paso. Al principio debes darle los alimentos en porciones pequeñas para que no se sienta agobiado, se facilite al máximo su masticada y no pierda el impulso de seguir ensayando y aprendiendo. Como todavía no podrá comérselos con cubiertos, deja de lado el protocolo y permítele agarrarlos con sus manos, así salpique la mesa o el piso y se embadurne él.

Y con cuidado. Al avanzar con alimentos más consistentes o que sean difíciles de pasar, ten la precaución de no dárselos muy grandes para evitar que se atore o atragante. Siempre tienes que estar pendiente de él o dejar a alguien de confianza encargado de cuidarlo.

Con el especialista. Es factible que problemas dentales y de respiración tengan relación con una inadecuada masticada. Por lo tanto, si observas que después de un tiempo tu niño todavía tiene problemas de masticación o es reacio a aprender cómo hacerlo, es prudente pedir consulta con un profesional en el tema.

*Maritza Gómez, nutricionista. MSc. en Nutrición Clínica y Deportiva (www.nutricionistamaritzagomez.com).

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