Recomendaciones para que tu hijo logre las metas que se propone

Hacer realidad sueños no es tarea sencilla. Por tal razón, es fundamental que motives a tu hijo para que tenga dedicación al buscar cumplir sus objetivos.

Por Redacción Cromos

11 de mayo de 2021

Crear nuevos hábitos de estudio y acompañar a los niños y jóvenes es pertinente para culminar el año escolar.

Crear nuevos hábitos de estudio y acompañar a los niños y jóvenes es pertinente para culminar el año escolar.

Fotografía por: pixabay

Thomas Alva Edison, Albert Einstein, Isaac Newton, Walt Disney o Harland David Sanders, se equivocaron o fueron despedidos, ignorados o rechazados en algún momento de sus vidas. Pero su empeño y constancia les permitió destacarse hasta ser reconocidos mundialmente por sus aportes en diferentes áreas.

Como ellos, pero anónimamente, muchas personas día a día salen adelante y gracias a su tenacidad logran cumplir sus propósitos a nivel personal, profesional, laboral, artístico o deportivo, entre otros; por tal motivo, es conveniente que le inculques a tu hijo desde pequeño la necesidad de lograr lo que quiere por méritos propios.

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Nada en la vida es fácil ni regalado, y el niño debe comprenderlo. Algunas tareas, deberes o aprendizajes le resultarán más sencillos y otros tendrán diferentes grados de dificultad, de acuerdo con su edad, habilidades o capacidades, pero si cada uno de ellos lo realiza con dedicación y voluntad, estará más preparado para afrontar los retos impuestos en cada etapa de su vida.

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“Al hablar de esfuerzo es necesario tener en cuenta que es un término muy subjetivo, porque puede ser que se le diga al niño ‘es que no te esforzaste’ y resulta que sí se esforzó, pudiendo percibir él que no fue un problema de esfuerzo sino de habilidad y sentirse poca cosa, además de afectar la imagen que tiene de las habilidades de sí mismo.

En este caso sería mejor usar la expresión firmeza de carácter”, comenta Paula Andrea Bernal, psicóloga especializada en desarrollo infantil.

En el mundo actual, enmarcado dentro de una sociedad consumista, muchas veces se pintan pajaritos en el aire y se promueve el concepto de que ciertas cosas se pueden adquirir con facilidad.

De igual manera, algunos padres creen que sus niños no son perseverantes, que se quejan por cualquier cosa y quieren todo sin un mínimo esfuerzo, mientras que otros sobreprotegen a sus hijos y les dan lo que quieren sin exigirles nada por temor a perder su afecto o por no entrar en conflicto con ellos.

Al no saber que es luchar ni poner empeño para responder por deberes y llevar a feliz término objetivos, es posible que actúen como niños dependientes y con la autoestima muy baja, y cuando sean adultos tal vez se comportarán como personas tímidas, inseguras e incapaces para asumir responsabilidades y retos.

Tu misión es lograr que tu hijo aprenda a exigirse al máximo en todo lo que emprende y lo transforme en un hábito de vida ¿Cómo?

Inculcándole rutinas. “Si lo que quieres es que aprendan deberes y obligaciones, necesitas que se formen en hábitos y enseñarles habilidades desde muy temprano en la niñez, comenzando por cosas sencillas como organizar los juguetes o tender la cama. Estos hábitos son establecidos por los padres, con normas, límites y también con espacios para el esparcimiento y hacer lo que los niños sientan que les da placer. Esta formación al principio es externa, pero poco a poco se vuelve más interna; es decir, más autónoma, y el niño va dándose cuenta de las consecuencias que tiene cumplir a tiempo con las obligaciones y deberes”, indica María Paula Bernal.

Fijando metas alcanzables. No necesariamente fáciles, pero sí que pueda alcanzar de acuerdo con su edad y nivel de desarrollo, o de lo contrario se desilusionará. Asígnale responsabilidades permanentes, porque le servirán para ser autosuficiente, pero mantente cerca, animándolo y también incitándolo para que concluya siempre lo que se le ha indicado o lo que por su cuenta se ha impuesto. Verás que en poco tiempo ya no tendrás que estar detrás de él y que se empeñará en finalizar todo lo que se proponga sin tu supervisión.

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Guiándolo. Al comienzo hazlo tú para que te siga, o señálale paso a paso cómo proceder hasta que tengas la seguridad de que ha comprendido tus indicaciones. Pero después de que esté en capacidad de cumplir con su actividad, trabajo u oficio, es necesario que lo desarrolle ya sin tu colaboración. De esta forma, irá fortaleciendo su confianza, autoestima, disciplina y facultad para tomar decisiones.

Ayudándolo a soportar los fracasos. Una, dos o más veces puede errar, pero una, dos o más veces puede seguir intentándolo, porque de las equivocaciones también se aprende y no deben considerarse como motivos para desistir. Por eso, es fundamental que le enseñes a mitigar su frustración y a enfrentar sus errores, a sobreponerse a estos y a encontrar soluciones adecuadas que los enmienden.

Reconociendo sus conquistas. Al decirle “dibujaste todo el mapa correctamente, con el nombre de cada ciudad en su sitio” o “pusiste bien los cubiertos: cucharas y tenedores donde corresponde”, por ejemplo, elogias cada labor específica y el empeño que puso para desarrollarla, pero además fortaleces su autoestima, le brindas seguridad y lo invitas a seguir desempeñándose bien siempre.

Es una retroalimentación positiva más personal, sincera, clara, realista y enfocada en su progreso, porque de una manera eficaz le estás diciendo que hizo las cosas bien y, de paso, recordando el comportamiento que quieres que tenga.

No lo apures. Es probable que al principio se demore más de lo que te gustaría, pero si no lo presionas para que termine rápido, y a la paciencia le encimas buen genio, cada vez trabajara mejor, le rendirá más y aprenderá que no todo es de afán.

También asimilará que, además de la dedicación y el esfuerzo, son fundamentales la pasión, la eficiencia y la calidad con la que se cumple cualquier labor, encargo, deber o actividad educativa, artística, deportiva, doméstica, etc.

Con motivación. La psicóloga María Paula Bernal afirma que “los niños aprenden más cuando hay un propósito para aprender. Hay muchas maneras de motivar a los niños para que hagan bien las cosas y para promover la automotivación y para eso tiene que haber una atmósfera de amor por el aprendizaje.

Y nada como el ejemplo; si se dan cuenta de que los padres tienen listas, sistemas de organización y límites en el trabajo, en el orden, en la cocina, con los implementos de aseo, etc., enganchan a los niños en el cuento del aprendizaje”.

No lo obligues, pídele. La autoridad y disciplina no se pueden dejar de lado, pero es más conveniente y eficiente si las justificas con buen tono, amabilidad y ofreciéndole alternativas y propuestas. La estrategia del miedo no funciona; si le dices “lo haces así y punto, se terminó la discusión” –con regaño incluido– puede servir al principio, pero no sostiene la motivación y al final genera resentimiento porque algunos niños con carácter se pueden revelar.

Por eso hay que evitar las guerras de poder, que interfieren con la conexión entre padre e hijo, clave para mantener las conversaciones y experiencias motivantes sobre el aprendizaje.

Redacción Cromos

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