El ser padres tiene grandes retos ya que en nuestras manos está la responsabilidad de forjar futuros adultos de la mejor manera, afectándolos lo menos posible. Sin embargo, esto muchas veces no es sencillo, ya que los niños no vienen con un manual de instrucciones sobre cómo responder a situaciones de alto estrés.
Nada nos prepara para las largas noches de sueño interrumpido, para las pataletas sin un motivo específico y para los berrinches con manotazos y patadas voladoras.
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Es en esos momentos en que la crianza respetuosa parece tan difícil de alcanzar, ya que se presenta como una alternativa más fácil reprender físicamente para detener cualquier conducta incorrecta. Pero esto, a la larga, solo traerá más efectos negativos que positivos.
La agresividad: una de las conductas más retadoras en la infancia

Aunque sea molesto y frustrante, la agresividad hace parte normal del crecimiento de los niños, pero que debes saber frenar a tiempo.
Es importante entender en primer lugar que el niño es agresivo, el adulto es violento. La agresividad es natural y esperada en los primeros años de vida, ya que hace parte de las reacciones casi primitivas para poder comunicar algo.
Los niños en proceso de aprender a reconocer sus emociones, de gestionarlas y de expresarlas pueden llegar a recurrir a la agresividad como un recurso de desfogue para decir lo que con palabras no puede, por lo que debemos entender que esas palmadas no son algo personal, son naturales.
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Sin embargo, que sean naturales no quiere decir que debamos resignarnos enteramente. La agresividad es normal, pero debemos moldearla y acompañarla, antes de dejarla avanzar a violencia.
¿Tu hijo te ha pegado? Así puedes trabajar su agresividad
El psicopedagogo Gustavo Mora explica que, para tener una respuesta positiva al erradicar la agresividad de los niños, viene desde nosotros cambiar el enfoque.
“Menos desde el manotazo y más desde la conciencia. Menos desde el grito y más desde la compasión. Menos de castigar y más desde enseñar. Menos de reprimir y más de acompañar”, explica el profesional en la crianza y educación infantil.
Teniendo esto en mente, se puede empezar a trabajar con los niños agresivos el método ELO, herramienta que permite hace un gran cambio de enfoque en la forma que se aborda la agresividad y a su vez la posible respuesta de tu niño o niña.
- EMPATÍA: si bien hasta los 6 o 7 años aproximadamente está habilidad empieza a fortalecerse, podemos inculcarla y modelarla desde edades tempranas. Deben sentir que nosotros entendemos lo que están pasando y validamos lo que están sintiendo.
- LÍMITES: saber que es natural que nuestro niño o niña sea agresivo no exime que le permitamos pegar. Debe comprender que la violencia no es un área negociable, sino que en ningún caso se debe recurrir a ella.
- OPCIONES: todos los seres humanos a cualquier edad, ante emociones como la rabia, el enojo o la ira, necesitamos una manifestación física para llegar a autorregularnos. Es clave que los niños tengan alternativas de desfogue que no sean la agresividad contra otra persona en su entorno.
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La constancia y la persistencia son claves en este aprendizaje. La agresividad no desaparece aplicando esto una única vez, sino que tendrás que repetirlo en varias “crisis” hasta que tus niños vayan entendiéndolo y apropiándoselo para que su actuar sea diferente la próxima vez.
