Existiría la persona perfecta para cada uno de nosotros es la duda o, en algunos casos, la certeza que nos acompaña desde siempre. Hablo del mito de la media naranja, originado en el famoso escrito El banquete de Platón, del 375 a. de C., en el que se hablaba sobre la existencia de una persona-mitad perdida para cada uno de nosotros.
De acuerdo con el mito todos seríamos separados de esa mitad cuando llegamos al mundo y solamente después de encontrar esa parte faltante es que podríamos ser felices… Pero esa es una ficción que nos sirve para explicar la sensación de falta, de lo incompleto que todos sentimos estar durante toda la vida.
Sigue a Cromos en WhatsAppTe puede interesar leer: ¿Los hombres están peores en la cama? Esto dice Flavia dos Santos
La verdad, dura para algunos, es que nunca va a existir la satisfacción completa de los seres humanos, ya que siempre vamos a cargar esa sensación de falta, de desamparo, de deseo de encontrar una solución o una persona que llene los vacíos.
Sin embargo, poder creer en mitos nos ayuda a disminuir esa angustia de tener que aceptar nuestra condición humana de seres insatisfechos. Vamos sí a cruzar con personas que van a satisfacer parcialmente esos vacios, van a dar colores, van a dar nuevas perspectivas para aprender a vivir con esa insatisfacción eterna. Relacionarse es muy bueno, es un estímulo creativo, pero jamás será la satisfacción completa que tanto anhelamos.
Lee aquí “Una mujer con menopausia no acepta sexo mediocre”: columna de Flavia dos Santos
Parece pesimista, pero es todo lo contrario, porque en el momento que dejamos de soñar que esa persona ideal, perfecta, aún está por ahí perdida y encontrarla es el objetivo final, podemos finalmente relacionarnos desde la verdad y no desde la necesidad, donde muchos aman cobrando con frases como “quiero a alguien que me haga feliz”, “quiero que me cuides”, “quiero que me alegres la vida”…. ¡no! Eso no va a pasar.
Amar es aprender, es transformarse, pero no es necesitar ni depender de que el otro tenga las respuestas o herramientas para nuestra felicidad. Otras personas entran en nuestras vidas para que nos conozcamos, para que experimentemos, para que aprendamos. Amar es aprender diariamente, pero sobre todo es vivir con lo que es posible dentro de ambas realidades y deseos.