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Así se reactiva el deporte profesional colombiano en medio de la pandemia

Aunque los protocolos de bioseguridad generan incomodidad, la salud está por encima de todo. Hay preocupación por el regreso a entrenamientos de los equipos de categorías menores y escuelas de formación.

25 de octubre de 2020 - 02:00 a. m.
Un jugador de Piratas acude a un test de COVID-19.
Un jugador de Piratas acude a un test de COVID-19.

Con más dudas que certezas, hace cuarenta días los deportes profesionales en Colombia retomaron actividades luego de seis meses de receso obligado por la pandemia del COVID 19.

Y aprendiendo sobre la marcha, a prueba y error, han logrado sobrevivir a la constante amenaza de un brote masivo. El camino todavía es largo y culebrero, porque al menos a corto plazo no se vislumbra una solución definitiva. La vacuna sigue siendo una ilusión, así como es una quimera la vieja normalidad.

Ante la inminencia de la quiebra, los clubes de fútbol presionaron desde mitad de año para que el Gobierno autorizara la reanudación del torneo. Y, cumpliendo la mayoría de los protocolos de bioseguridad, los campeonatos de primera y segunda división, además del femenino, se pusieron en marcha.

“No ha sido una situación fácil. Aquí todos hemos tenido que poner de nuestra parte y hacer sacrificios. Los equipos, lógicamente, el Estado con su apoyo y el de los gobiernos departamentales y municipales, la Dimayor y todas las personas involucradas, desde los jugadores hasta los directivos y colaboradores de cada club”, asegura Fernando Jaramillo, presidente de la División Mayor del Fútbol Colombiano.

“Pero teníamos que volver, tomando todas las precauciones y aceptando, por ejemplo, restricciones de público en los estadios”. En ese sentido, la economía de las instituciones sigue sufriendo, porque los ingresos son reducidos. “Ahora mismo dependemos del dinero de la televisión”, agrega el dirigente.

¿Cómo afrontan los clubes profesionales de fútbol la nueva normalidad? La doctora Catalina Chica, jefa del departamento médico de Millonarios, explica que “aunque nadie estaba preparado para esta situación tan atípica que tiene que ver con la salud pública, nos hemos ido adaptando sobre el camino, siempre con la premisa de cuidar a la gente, sin olvidar ni menospreciar el hecho de que estamos y seguimos en una pandemia”.

Lo más complicado ha sido el hecho de que la información varía todo el tiempo y es complicado implementar una estrategia clara. “La principal medida para combatir la propagación sigue siendo el autocuidado, el uso de tapabocas, el lavado constante de manos, el distanciamiento social y la desinfección de la implementación”, aconseja.

Durante los meses de julio y agosto, los equipos de primera división capacitaron a todo su personal sobre las nuevas conductas a seguir. Invirtieron, en promedio, $50 millones en la desinfección y el acondicionamiento de sus instalaciones, además de la primera tanda de exámenes médicos. Ninguno contrató personal especializado, sino que capacitó y reasignó funciones, o hizo convenios para una función específica temporal.

“En Millonarios nos ha ido bien. El club se ha adaptado a todos los protocolos que exige la ley. Todas las personas han seguido las recomendaciones. Llevamos ya varias semanas sin positivos. Tuvimos ocho casos, que se manejaron de manera adecuada cumpliendo con los tiempos de aislamiento y el seguimiento. En total hemos hecho unas seis pruebas, más o menos a unas cuarenta personas cada vez”, cuenta la doctora Carolina Chica.

Al principio muchos jugadores estaban reacios a las medidas, pero se han ido acostumbrando. Evidentemente se ha generado incomodidad. “No tener acceso a los camerinos, por ejemplo y que los jugadores tengan que llegar e irse cambiados, o que algunos lo hagan en su carro, no es lo ideal, pero es necesario”, admite la doctora. En cada club, los jugadores son los responsables de su hidratación. Cada uno tiene su termo marcado y se encarga de sus implementos.

La incomodidad se nota más en los viajes, los filtros de los aeropuertos y los puntos de desinfección, pero hay conciencia en los planteles de que es por su salud y la de sus familias.

Dimayor calcula que, en mes y medio, cada club de primera y segunda división ha gastado en promedio $120 millones por temas del COVID. Y en el caso de los trece que tienen equipos en la Liga Femenina, que comenzó el fin de semana pasado, emplean los mismos protocolos.

Aunque los cuerpos médicos de todos los clubes se han reunido para unificar criterios, compartir experiencias y hacer recomendaciones, hay ciudades en las que las medidas son más estrictas que en otras, especialmente por las disposiciones de los gobiernos departamentales y municipales, unos más cuidadosos y fiscalizadores que otros en temas de estadios, hoteles y transporte.

La que sí parece superada es la fase de adaptación física de los planteles. En Colombia se presentaron menos lesiones graves que en las ligas de Europa, pero se incrementaron las molestias musculares con respecto a temporadas anteriores.

Preocupan las canteras

Aunque varios clubes esperan con ansias reiniciar las prácticas de sus categorías de formación y escuelas deportivas, este tema es mucho más complejo, porque involucra a menores de edad. Es la misma dificultad que tienen los colegios, porque eso tiene un componente legal, sin contar que requiere una importante inversión y adecuación de escenarios.

Si bien el modelo actual es viable, y podría extenderse hasta el próximo semestre, entre los clubes hay consenso sobre la necesidad de permitir el ingreso de público a los estadios, que es la esencia del espectáculo.

Un ciclismo de tapabocas y gel

Antes de las firmas de planilla, reconocer el rostro de un ciclista es muy complicado. Los tapabocas y las gafas ocultan las caras conocidas y por eso se hace necesario buscar el número debajo del sillín para saber quién es quién. A veces las zapatillas o el uniforme los delatan, así como la contextura y el color de piel.

Así es el ciclismo en plena pandemia, así se ha reactivado en Colombia; a esto lo ha obligado el coronavirus. Aunque la Vuelta al Tolima tuvo muchos ensayos —y también muchas fallas—, la edición 47 de la Vuelta a Antioquia, que terminó el viernes, sirvió como punto de referencia en temas de salubridad para el resto de las competencias que vienen en 2020.

Todo comienza con la aplicación de las pruebas PCR a toda la caravana antes del inicio de la competencia. La liga de ese departamento tomó 402 muestras (gracias a Moncada Holding), de las cuales solo diez dieron positivo por coronavirus (tres ciclistas, dos miembros de staff, tres personas de logística, un juez y una persona de los medios de comunicación).

Ya en las etapas, antes de cada salida, todos los involucrados en la prueba, identificados con una manilla roja, pasaron por un control de temperatura corporal. Todos los vehículos de la caravana fueron desinfectados constantemente por un equipo especial con amonio cuaternario. Y se implementaron puntos con alcohol y gel desinfectante en sitios estratégicos y zonas delimitadas para el tránsito controlado de gente y así evitar las aglomeraciones. No se permitió que más de tres personas fueran en los vehículos autorizados y en todo momento se exigió el uso del tapabocas. De hecho, recién terminaban las etapas, los pedalistas tenían que usar la protección antes de subir a un podio que, a diferencia de otros años, lució vacío, pues solo estuvo en tarima el ganador de la etapa y los líderes de las clasificaciones, cada uno en su turno.

Ya no hubo modelos ni besos para el vencedor, tampoco autoridades poniendo las camisetas, y mucho menos los abrazos y celebraciones colectivas. Así es el ciclismo de esta nueva normalidad, que obliga a los pedalistas a estar tan pendientes de clasificaciones y rivales como de la lavada de manos y la rociada de alcohol.

En cuanto a la atención a medios, tanto en Betania, Caramanta y Jericó, la organización designó una pequeña zona mixta con demarcaciones de distanciamiento para que cada periodista pudiera hacer su trabajo. Entonces el ciclismo procuró ser como siempre, pero fue como nunca, pues, además de las caramañolas y los bocadillos, aparecieron los geles antibacteriales y los termómetros. Y los ciclistas, tanto tiempo alejados de las carreteras, fueron pacientes y obedientes para después desfogarse en el asfalto. Las salidas ya no tuvieron el público de antes y en las llegadas quizá fue más complicado controlar a la gente tan volcada a ver las definiciones. Eso sí, la organización socializó los protocolos con las administraciones de los municipios por los que pasó la competencia y se pidió que los hospitales de la zona estuvieran en alerta amarilla.

Medidas similares se implementarán en la Vuelta de la Juventud (28 de octubre al 1° de noviembre), la Vuelta a Colombia Femenina (7 al 11 noviembre), la masculina, (13 al 22 de noviembre), el Clásico RCN (29 de noviembre al 6 diciembre), la Vuelta a Cundinamarca (9 al 12 de diciembre) y la Vuelta del Porvenir y el Tour Femenino (15 al 18 de diciembre).

La burbuja de Cali

Desde hace dos semanas, la Federación Colombiana de Baloncesto y la División Profesional organizan un torneo con ocho equipos y una sede: Cali. Los partidos se disputan en el coliseo Evangelista Mora y los planteles se hospedan en el Hotel Dann Carlton.

“Todos los equipos hicimos pruebas PCR antes de viajar y acá hemos hecho nuevos test y seguimiento. Cumplimos con todas las medidas. Esto ha generado costos adicionales, claro, pero por fortuna contamos con el apoyo del Gobierno, a través del Ministerio del Deporte. La Secretaría del Deporte de Cali tiene un grupo de bioseguridad y cada club asignó a una persona para coordinar todo eso, desde los turnos en el comedor o los entrenamientos hasta los desplazamientos”, explica José Tapias, técnico y dirigente de Piratas.

Admite que ha sido un poco raro acostumbrarse a los chequeos y las recomendaciones, pero “al mismo tiempo hemos tenido un respaldo con las transmisiones por televisión (Win), que es importante para los patrocinadores”.

El único percance surgió antes del inicio del torneo con tres casos positivos en la delegación de Sabios de Manizales, que permaneció aislada durante la primera semana y apenas el jueves pudo debutar.

El buen resultado del experimento llevó a los directivos a confirmar la realización, desde el próximo viernes 30 de octubre, de la Liga Superior de Baloncesto Femenino, en Medellín, y un nuevo torneo masculino en el primer semestre de 2021.

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