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En la séptima etapa del Tour de Francia, el grupo rodará por la Francia más profunda y carreteras que por momentos se hacen angostas. El día tendrá dos premios de montaña de tercera categoría, uno de cuarta y un kilómetro final completamente llano (una puntilla pequeña en los 100 metros restantes) perfecto para que haya un nuevo embalaje.
En Millau, población que es recordada por las cinco victorias de Ferdi Klüber en 1954, se encuentra el viaducto más alto del mundo sobre el río Tarn (230 metros). La carrera pasará por allí luego de dos años. Un lugar de quesos y vinos y de aromas frescos que se intensifican al final del verano y el comienzo del otoño.
Si bien los ascensos no son tan largos como los de otras jornadas, la rudeza media seguramente desgastará a un grupo que, viendo lo que ha pasado, puede que tome todo con tranquilidad extrema y, por qué no, una fuga logre su cometido de llegar primero.
Lavaur es un lugar en el que se han vivido grandes embalajes, entre ellos la victoria de Mark Cavendish en 2011, la número 18 para él en el Tour.