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América perdió, y por aquella pagada convivencia que se fue forjando con lo años entre el periodismo y el fútbol, los hinchas creyeron también haber perdido. Y el país entró en una especia de luto, porque como decían por la radio y en los noticieros de televisión, América era Colombia en la copa. A la vuelta de un tiempo, terminó por quedar muy en claro que aquella frase era casi absolutamente cierta: América era Colombia, porque desde el más pequeño hasta el más grande de sus estamentos, Colombia se le había vendido a los distintos carteles de la droga, que se habían multiplicado. América era Colombia, pues sus artimañas, sus gustos, sus modos de vivir y de negociar, sus valores de película de mafia, sus no valores con respecto a la vida, se habían diseminado por todo el país, y se enquistarían en lo más profundo de la sociedad por muchas décadas. El dinero todo lo había podido, todo lo podía y todo lo pudo.
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