La apuesta del América para mantenerse en primera división

América de Cali se reforzó con ocho jugadores para el segundo semestre de la Liga. / Cortesía

América es la pasión de un pueblo. Así reza uno de los trapos que aparece colgados en el Pascual Guerrero. Esas cinco palabras, grabadas en ese pedazo de tela, que permanece inmóvil en las tribunas mientras los jugadores del equipo escarlata defiende a capa y espada su camiseta, resumen una historia llena de alegrías, tristezas, descalabros y resurrecciones. Una historia que comenzó el 13 de febrero de 1927 y continúa llenando los corazones de millones de personas a pesar de las dificultades. Hoy, a un día del debut en el segundo semestre de la Liga, esa historia se detiene. El peso de 90 años se centra en este semestre, que toma una importancia sustancial en el que el cuadro rojo define si se mantiene en primera división o regresa al infierno de la segunda categoría del fútbol colombiano. (También le puede interesar: Millonarios, este año tampoco fue)

Descontarle los dos puntos a Jaguares (108 contra 106) y dejarlo en el camino no será una tarea fácil. América tiene 20 partidos, 1.800 minutos o, mejor, 108.000 segundos para demostrar que es un equipo de primera. Para hacer respetar su historia. Y eso lo tiene claro Tulio Gómez, máximo accionista y presidente del equipo. No quiere dejar nada al azar, como lo hizo en el primer semestre. Su objetivo es claro: dejar la zona roja del descenso. Esa a la que todos los equipos le huyen. Por eso invirtió. Fortaleció la nómina con nombres como los de Alejandro Bernal, Darío Botinelli, Fernando Queso Fernández, Carlos Lizarazo, Olmes García, Eisner Loboa, Nicholas Llanos y Luis Tipton. Con ellos busca darle un nuevo aire al cuadro escarlata, para que sea más protagonista en la Liga.

También depuró la plantilla, con la salida de Ernesto Tecla Farías, David Ferreira, Yorleys Mena, Charles Monsalvo, Jonsthan Álvarez y Camilo Pérez. Con algunos hubo problemas y los otros se fueron sin decir mucho. Tulio Gómez dice que ya cerraron el libro de pases. La nómina que está es con la que se afrontará el segundo semestre. Pero hay rumores que hablan de la llegada de Adrián Ramos y Elkin Blanco; pero parecen ser una utopía, un sueño imposible, sobre todo por el primero. El agente de Ramos, Helmut Wennin, es claro cuando se le pregunta sobre el tema: “América me preguntó por el jugador, pero nunca ha existido ninguna posibilidad para que sea prestado a un club en Suramérica. Él todavía tiene mucho por dar en Europa, donde hay varios clubes de ligas importantes interesados en sus servicios”. Con esas palabras, Wennin cierra la puerta de la llegada de Adrián Ramos.

Pero más allá de esa posibilidad perdida de volver a contar con la figura del último título escarlata, que se veía complicada desde todos los bandos, existe un optimismo grande dentro de la directiva. Los que llegan son nombres importantes que pueden hacer diferencia en el fútbol colombiano. La ilusión llena el corazón de una hinchada que en los últimos años ha vivido muchas desazones. Lo infla de tal forma que pone a soñar en grande. “América siempre tiene que aspirar a ser campeón”, dice Tulio Gómez con seguridad y convicción, como si fuera el sueño que lo acompaña cada noche. Pero cuando se extiende en la conversación repite una y otra vez que la idea inicial es sumar puntos para alejarse del descenso. “Queremos terminar en el puesto 15 o 16 en esta tabla y dejar atrás ese fantasma que no nos ha dejado aún”, manifiesta.

La apuesta del América es importante, pero dejó al equipo sin dinero para traer más jugadores. “Lamentablemente por esos partidos que jugamos sin público, dejamos de recibir $5.000 millones. Nos hemos endeudado confiando en el acompañamiento de nuestra hinchada porque es primordial que salgamos de la zona de descenso”, afirmó Tulio Gómez. Los años de sufrimiento que tuvo que vivir el equipo vallecaucano después de coronarse campeón en diciembre de 2008 parece que están llegando a su fin, pero las tormentas dejarán de caer sobre suelo americano hasta que la lucha por no descender sea un recuerdo grato de una batalla ganada.