Melissa Herrera, la tica de oro de Independiente Santa Fe

La delantera costarricense es clave en el equipo cardenal, que este sábado, contra Atlético Huila, quedó campeón de la primera Liga Femenina.

Paula Casas Mogollón
25 de junio de 2017 - 03:40 a. m.
Melissa Herrera con la medalla de campeona de la Liga Femenina. / Mauricio Alvarado - El Espectador
Melissa Herrera con la medalla de campeona de la Liga Femenina. / Mauricio Alvarado - El Espectador
Foto: MAURICIO ALVARADO

“Los golpes de la vida son más que experiencia, trazan el camino de los ganadores”. Esa es la frase que repite una y otra vez Melissa Herrera, delantera de Santa Fe, cuando siente que las cosas no le salen bien en el fútbol, deporte que la apasiona y que escogió como estilo de vida. (Puede leer: Oriana Altuve: la leona que más ruge en Santa Fe)

Desde muy pequeña, su padre, Danilo, la alistaba todos los domingos para que lo acompañara a jugar fútbol, en Costa Rica. Pero lo que Danilo no entendía era que ella amaba la velocidad y la adrenalina que sentía cada vez que participaba en una carrera de atletismo. De hecho, Melissa era considerada una promesa en este deporte.

Sin embargo, su papá no se dio por vencido y le enseñó que detrás de la pecosa podía experimentar las mismas sensaciones que vivía en cada carrera. A los seis años la inscribió en su primera escuela de fútbol y, aunque le tocaba jugar con niños, Melissa no se dejó opacar y su talento en la cancha fue sobresaliendo. (Lea: Leicy Santos, la 10 de Santa Fe)

Tanto así que a los 12 años pudo llegar a las divisiones menores de un equipo profesional, el Municipal de Pérez Zeledón. “A esa edad decidí que iba ser futbolista toda mi vida. Estaba convencida de que quería quitar la imagen de que las mujeres sólo servían para ser amas de casa. También podemos practicar un deporte que, para la sociedad, es de hombres”, aseguró a El Espectador la delantera, nacida hace 21 años.

Luego tuvo que enfrentar su primer gran reto en la vida. El carácter aguerrido que muestra dentro y fuera de la cancha lo forjó a punta de fuertes pruebas. “Pasamos algunas cosas duras con mi padre. Él nos hizo daño, pero mi mamá (Silvia) siempre estuvo ahí, con mis hermanas y conmigo. Hay momentos en los que ella me dice que si aún recuerdo cuando sufríamos y debíamos salir de la casa para evitar problemas y lo fuerte que ella era, todo con el objetivo de que yo siguiera esos pasos ante todos los problemas de mi vida”, relata con nostalgia la delantera. (Le puede interesar: Liana Salazar, la capitana de Las Leonas)

Con las ganas de continuar adelante y seguir llenando de orgullo a Silvia, quien para ella es su motor, Melissa emprendió hace un año un viaje hacia Estados Unidos para jugar con el FC Indiana, equipo de la segunda división de esa liga. En su maleta no llevaba más que ilusiones y ganas de triunfar en el exterior, con el sueño intacto de ser una gran futbolista tras un gran paso por la primera división del balompié tico, con Saprisa.

A su llegada todo fue color de rosa. Un apartamento amplio, horarios accesibles y uniformes de primera calidad. Pero la historia rosa se fue destiñendo con el paso de los días. Comenzó a darse cuenta de que no tenían médicos especializados, que no les daban los suficientes implementos deportivos y que sólo podía ir de su casa a la cancha y viceversa. El sueño americano había sido todo un fiasco y Melissa sentía que, aunque en Costa Rica la liga femenina era semiprofesional, estaba en mejores condiciones que la estadounidense. (Lea: La historia de Lisseth Moreno, defensa de Santa Fe)

Desilusionada, regresó a su país con la convicción de que lo mejor para ella era el campeonato local. Silvia le dijo una vez más que siguiera luchando por sus sueños, porque iba a llegar lejos, y que no olvidara todo lo que estaba consiguiendo con la selección nacional, pues en 2015 había sido la jugadora más destacada del equipo nacional. (Lea: Jénnifer Peñaloza, la “Cuadradita” de la Liga Femenina)

En enero pasado, su impresionante velocidad en la parte de adelante de la cancha, que pone en apuros a las defensas rivales, llamó la atención de Germán Morales, entonces técnico de las leonas, para comenzar el sueño de la primera liga femenina en Colombia. Melissa, convencida de su talento y de sus capacidades, aceptó.

Hoy es una de las piezas claves del cuadro cardenal y cada gol que marca se lo dedica a su mamá. “Ella es muy trabajadora y es la única persona que siempre ha estado para mí. Es conserje en una escuela, pero con esfuerzo y trabajo nos ha sacado adelante. A ella le debo todo lo que soy”, concluyó emocionada la costarricense, quien entró en la historia como campeona de la primera Liga Femenina de Colombia. (Puede leer: Geraldin, la heredera de la dinastía Cardona)

Por Paula Casas Mogollón

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