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La Asociación Colombiana de Futbolistas Profesionales (ACOLFUTPRO) volvió a prender las alarmas sobre una práctica que parece normalizada, pero que no deja de ser grave: varios clubes de la Liga BetPlay y del Torneo de Ascenso adeudan salarios a sus jugadores y jugadoras.
Según el comunicado, Deportivo Cali, Deportivo Pasto y Unión Magdalena —todos participantes de la primera división—, junto con Boca Juniors de Cali en la segunda, no han pagado el sueldo correspondiente al mes de julio a sus plantillas profesionales. El caso más crítico es el del Deportivo Pasto, que además sigue debiendo el salario de junio y la liquidación de las futbolistas que compitieron en la Liga Femenina 2025.
El Código Sustantivo del Trabajo es claro: el salario debe pagarse de manera puntual y completa. El incumplimiento reiterado constituye una falta grave, pues vulnera derechos laborales básicos. Tampoco es excusa una crisis financiera o decisiones administrativas: la relación laboral sigue vigente y el pago a los trabajadores —en este caso, futbolistas— es inaplazable.
Lo paradójico es que estos equipos siguen compitiendo en torneos oficiales organizados por la Dimayor, incluso con buena exposición mediática, pero no cumplen con la obligación mínima de responderle a quienes hacen posible el espectáculo. El atraso salarial no solo afecta la estabilidad económica de los jugadores y sus familias, sino que también golpea la credibilidad del campeonato y la imagen del fútbol colombiano.
No es la primera vez que ACOLFUTPRO denuncia estas irregularidades. La reiteración muestra un problema estructural: la falta de controles efectivos por parte de la Dimayor y de la Federación Colombiana de Fútbol para garantizar que los clubes que participan en torneos profesionales tengan la solidez económica necesaria para hacerlo.
El caso del Pasto con sus futbolistas de la Liga Femenina pone otra capa de gravedad: se trata de jugadoras que ya cumplieron con su contrato y aún esperan su liquidación. Esto evidencia cómo, en un contexto donde el fútbol femenino lucha por mayor reconocimiento y apoyo, el incumplimiento de obligaciones básicas se convierte en un golpe directo a la credibilidad de la competencia.
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