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Alfonso Cañón, el “Maestrico”, recibió el premio Vida y Obra en la gala del Deportista del Año de El Espectador y Movistar, sucediendo en el palmarés al ciclista Rigoberto Urán, galardonado el año anterior. Se trata de un reconocimiento que exalta la trayectoria del futbolista más emblemático en la historia de Independiente Santa Fe y una de las figuras más influyentes del fútbol colombiano.
Nacido el 20 de marzo de 1946 en el barrio Samper Mendoza, Cañón creció en medio del fútbol. Desde muy temprana edad llamó la atención de un reclutador que lo llevó directamente a las divisiones menores del club.
Debutó en Santa Fe el 15 de marzo de 1964, con apenas 17 años, en un partido contra Once Caldas. Cuatro días después marcó su primer gol como profesional al enfrentarse a Atlético Nacional; desde ese momento comenzaría su trayectoria goleadora.
Cañón, comenzó a escribir una de las historias más importantes del fútbol bogotano. Con la camiseta cardenal ganó tres ligas colombianas (1966, 1971 y 1975) y una Copa Simón Bolívar (1970), consolidándose como el motor ofensivo y la mayor referencia futbolística del equipo.
A lo largo de dos décadas, se convirtió en el máximo goleador histórico de Santa Fe, con 146 goles, y en el jugador con más partidos disputados de la institución. Entre sus dos ciclos (1964-1976 y 1981), sumó más de 500 encuentros oficiales, registros que lo mantienen como una leyenda insuperable del club. Los hinchas que lo vieron jugar —y los que no— lo reconocen como el gran emblema cardenal de todos los tiempos.
Además, su trayectoria también dejó huella fuera de Bogotá. En 1977, con Atlético Bucaramanga, mantuvo un nivel sobresaliente que llevó al equipo a pelear por los primeros puestos del campeonato.
En 1979, el médico Gabriel Ochoa Uribe lo llamó para jugar con América de Cali. Debutó en Liga el 7 de marzo de ese año contra Millonarios en la capital del Valle y, desde entonces, disputó 59 partidos y anotó 13 goles en el torneo local, además de sumar 10 apariciones y un gol en la Copa Libertadores. Su último partido oficial con los escarlatas fue el 3 de agosto de 1980, nuevamente contra Millonarios, esta vez en Bogotá.
Fue justamente en esas dos temporadas (1979 y 1980) cuando hizo parte del plantel que conquistó el primer título en la historia del equipo escarlata. En aquel 19 de diciembre en el que América se coronó campeón por primera vez, tras vencer 2-0 a Unión Magdalena, Cañón abrió el marcador con un remate desde fuera del área.
El Premio Vida y Obra reconoce el legado de Cañón, un futbolista que marcó época y que actuó siempre con compromiso y una entrega absoluta por la camiseta, como él mismo lo ha recordado. La distinción llega en un momento en el que su figura sigue siendo símbolo de identidad y memoria para Santa Fe.
Hace apenas unos meses, durante la celebración de la décima estrella en el Movistar Arena, Cañón fue grabado por los hinchas celebrando el título entre abrazos y cánticos. Un ícono de los trofeos de los años 60 y 70, viviendo desde la tribuna una estrella más, rodeado de quienes reconocen en él la base de la grandeza cardenal.
La ceremonia de El Espectador y Movistar honra una carrera deportiva excepcional y confirma el legado de Alfonso Cañón. Su impacto, sus goles y su influencia construyeron la historia de Santa Fe y del fútbol colombiano, y ese legado seguirá siendo una referencia para siempre.
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