Pablo Peirano (izq.), entrenador de Santa Fe, y David González, DT de Tolima.
Foto: Archivo Particular
En el fútbol, volátil y efímero por naturaleza, la defensa de los procesos suele ser un acto de hipocresía. Sucedía también antes, pero ahora parece una realidad crónica. Son contados los casos de quienes defienden a ultranza los proyectos, aunque muchos se ufanan de hacerlo. Cuando sucede, es producto de resultados inmediatos. Por eso, cuando llegan las derrotas nada sirve. Si un equipo empieza a perder, aparecen los pedidos urgentes para que salgan directivos, cuerpos técnicos y jugadores. Un día, un equipo tiene aspiraciones de campeón, al...
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