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Un video viral encendió la polémica en redes sociales: mostraba una ceremonia de matrimonio celebrada en pleno estadio Nemesio Camacho El Campín, el pasado sábado. La imagen sorprendió a muchos, molestó a otros y generó un aluvión de críticas, al punto que Mauricio Hoyos, CEO de Sencia —la empresa encargada de operar el estadio— tuvo que salir públicamente a explicar qué ocurrió.
Frente a la controversia, Hoyos explicó que el estadio había sido arrendado desde comienzos del año a la Iglesia Universal, una congregación cristiana que necesitaba un espacio con capacidad para más de 20.000 personas. Según afirmó, El Campín era la única opción en Bogotá con las condiciones logísticas y de seguridad adecuadas para un evento de tal magnitud.
El CEO de Sencia aclaró que la ceremonia matrimonial formó parte del mismo evento religioso. No fue una fiesta privada ni se hizo un montaje especial para los novios. “La infraestructura que se vio en los videos era parte del evento cristiano”, afirmó. La boda fue solicitada por una persona vinculada a la congregación y se realizó aprovechando la infraestructura ya instalada. No hubo recepción ni celebración adicional en el estadio; la fiesta se llevó a cabo en el Movistar Arena.
En su comunicado, Hoyos fue enfático: el alquiler del estadio se hizo conforme a los términos contractuales y con el visto bueno de la Dimayor, que verificó que no hubiera conflicto con el calendario del fútbol profesional. El partido entre Millonarios y Chicó, por ejemplo, se jugó sin inconvenientes al día siguiente.
Más allá del incidente puntual, Hoyos aprovechó para insistir en la visión que tiene Sencia sobre el futuro del estadio: convertirlo en un centro de entretenimiento y eventos masivos que trascienda lo deportivo, siempre sin dejar de priorizar el fútbol. “Todas las ideas que tengan para que este templo sea la capital del entretenimiento, por favor, tráiganlas. Siempre que no interfieran con el fútbol, las vamos a considerar”, declaró.
El caso deja claro que el uso de espacios públicos como El Campín puede generar tensiones cuando se percibe que se alejan de su propósito original. Sin embargo, Hoyos defendió que este tipo de actividades están previstas en el contrato de concesión y pueden convivir con la agenda futbolística, siempre que se respete el calendario y el mantenimiento del estadio.
Por ahora, el matrimonio en El Campín seguirá siendo tema de conversación. Pero más allá de la boda en sí, la discusión apunta a una pregunta más amplia: ¿qué tipo de eventos deben permitirse en espacios deportivos emblemáticos? Y, sobre todo, ¿cómo equilibrar lo cultural, lo religioso y lo comercial sin comprometer la identidad del fútbol?
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