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Richard Ríos no solo dejó huella en Palmeiras, también le dio argumentos a Abel Ferreira para reforzar su legado más allá de los títulos. El mediocampista colombiano de 25 años jugará en el Benfica a partir de esta temporada, en una transferencia que mueve 30 millones de euros y que, según el propio entrenador portugués, valida uno de los propósitos centrales de su trabajo en el club: revalorizar talentos y proyectarlos al fútbol europeo.
Ferreira no ocultó su satisfacción. “Cuando me contrataron no era solo para levantar trofeos. También me pidieron fortalecer la marca del club”, dijo en rueda de prensa, con el caso de Ríos como ejemplo concreto. Palmeiras había pagado 1,38 millones de euros por él al Guaraní. Dos años después, lo vende por más de 20 millones. Un salto de valor que, para el DT, habla tanto del jugador como del proceso.
“Ya es la cuarta o quinta venta que hacemos por cifras en torno a los 30 millones. Siempre vienen a buscar a los mejores de nuestro plantel”, apuntó Ferreira, en una mezcla de satisfacción y advertencia. Y aunque no lo convocó para su último partido, Ríos estuvo presente, firmó camisetas, saludó a los hinchas y acompañó a sus compañeros desde el banco. Nada de homenajes. Palmeiras prefirió que la despedida oficial espere hasta que el colombiano firme en Portugal.
Lo más llamativo del caso de Ríos no es solo su rendimiento —138 partidos, 11 goles, 10 asistencias, dos títulos— sino su recorrido. Estuvo a punto de dejar el fútbol para dedicarse al futsal, hasta que un llamado para el Sudamericano Sub-20 en 2018 le cambió la historia. Flamengo le dio la primera oportunidad profesional, luego pasó por México y Guaraní, hasta que llegó a Palmeiras, donde explotó.
Para Ferreira, esa evolución resume su misión: convertir jugadores de seis millones en activos de treinta. Lo dijo sin rodeos y con un dejo de orgullo que va más allá del resultado en la cancha. “Una de mis funciones es exactamente eso. Y con Ríos lo logramos”.
El colombiano parte en silencio, sin parafernalia, pero con números sólidos y un técnico que lo pone como ejemplo. Su reto ahora está en Lisboa. Benfica lo espera. Y Ferreira ya busca al próximo Ríos.
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