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Pablo Montoya era uno de los mejores kartistas de Colombia cuando decidió dejarlo todo y apoyar la carrera de Juan Pablo, su hijo. Corrió tres campeonatos mundiales y cuatro suramericanos, y en uno de ellos tuvo como rival al brasileño Rubens Barichello, quien un par de años más tarde llegó a la Fórmula 1.
“Yo empecé a correr karts muy viejo, pero aprendí mucho en los mundiales. En las eliminatorias de un sudamericano que se corrió en Neiva me enfrenté a un Barichello mucho más joven que yo”. En esa misma pista, a finales de los 80, a Pablo le tocó competir contra su hijo, que ya pintaba como talento generacional.
“Lo sacaban de todas las categorías, lo ascendieron a la brava porque no les dejaba ver una. Los papás protestaban porque qué pereza que siempre ganara el mismo”. Tras la largada, Juan Pablo lo pasó y aunque trató de alcanzarlo no pudo.
Eso le recordó a Pablo cuando años antes compitió contra el brasileño Ayrton Senna —quien después sería una leyenda de la Fórmula 1— en el Mundial de Karts. Esa sensación no la tuvo con Barichello, entonces pensó: ¿si él está entrando a la F1, por qué no Juan Pablo?
Don Pablo asegura que el kartismo es clave para distinguir la destreza de los pilotos, porque mientras en el automovilismo la máquina es la que impone el límite, en los karts eso lo define el talento de cada uno. “Yo no tenía ni idea de cómo íbamos a hacer, pero ese día dejé de correr y me dediqué a Juancho”.
A principios de los años 90 el Club Los Tortugas trajo a Colombia unos monoplazas Van Diemen y organizó la Fórmula Renault. A Pablo, al igual que a colegas de su generación, le ofrecieron un cupo. Él dijo que pagaba, pero si el que corría era su hijo. “Yo veía como un error entregar los primeros fórmulas a un poco de viejos como nosotros”.
La idea no gustó en Tortugas al principio, pero cedieron. Había un curso que daban Jorge Cortés y José Clopatofsky, pero Pablo prefirió que su hijo asistiera a la Skip Barber Racing School, en Estados Unidos. El británico Vic Elford, quien corrió la F1 entre 1968 y 1971, quedó asombrado con sus condiciones.
Cuando los Montoya regresaron, J. P. dominó en la Copa Renault. Pablo tenía planeado pagar todo el año, pero después de la primera carrera, que su hijo ganó sobrado, Mobil patrocinó las demás. Ese mismo año compró un auto junto con Roberto Serafín Guerrero —el padre de Roberto José Guerrero— para que Juan Pablo corriera junto a Jaime Guerrero la Copa Lada. También dijo presente en la Swift GTI, con el apoyo de Autoniza. En todas ganó y se convencieron de que ya estaba listo para ir al exterior.
En ese momento había un piloto colombiano que corría en Estados Unidos en la Barber Saab Pro Series: Diego Guzmán. Pablo dice que aprovecharon el boom mediático de su compatriota y fueron para allá. J. P., entonces de 19 años, ganó un par de carreras y quedó tercero en la temporada de 1994.
La Barber Saab era mucho más costosa, pero ya en ese momento se habían sumado nuevos patrocinadores. Como en la categoría daban premios económicos de acuerdo con los resultados y a Juan le iba bien, Pablo endosaba los cheques para financiar lo que era el sacrificio de toda la familia Montoya, pues Libia, su esposa, y sus otros hijos también hacían parte del proceso.
Peter Argetsinger, uno de los instructores, le dijo que no se quedara en Estados Unidos, que allá no entendían la forma de conducción de J.P., y que lo mejor era llevarlo a Europa, donde explotarían su agresividad en la pista. Los puso en contacto con Jackie Stewart, tricampeón de la gran carpa (1969, 1971 y 1973), quien subestimó al bogotano al principio, pero cambió de opinión luego de un test en Donington Park.
Correr en tierras británicas era un sueño todavía más costoso. Le cobraron 70.000 libras para pagar en un plazo de una semana, por lo que Pablo se vio obligado a hipotecar su casa para financiar la inscripción. Juan Pablo primero estuvo en la Fórmula Vauxhall Lotus Championship (1995) y luego en la Fórmula 3 británica (1996). En ambas brilló.
Por su proyección, el siguiente paso era la Fórmula 3.000 —el equivalente a la Fórmula 2 actual—, que por esa época valía US$1,6 millones. “Aquí se acabó todo”, llegó a pensar don Pablo, pues uno de los principales patrocinadores se bajó y lo que podían reunir con los demás les daba un total cercano a los US$300.000.
En su paso por la F1, Juan Pablo Montoya logró:
— Bolavip Colombia (@BolavipCo) January 17, 2024
✅ 7 victorias.
✅ 30 podios.
✅ 13 poles.
✅ 2 podios en el Campeonato Mundial (3º en 2002 y 2003).
Compitió contra fieras como Michael Schumacher 🇩🇪 y Kimi Raikkonen 🇫🇮.
𝐋𝐄𝐘𝐄𝐍𝐃𝐀 🇨🇴 pic.twitter.com/36MzDKhVH8
Antes de que se devolvieran los llamaron de dos equipos, Alpha Plus y Auto Sport Racing, para que hiciera unas pruebas en Estoril (Portugal). En los tests le fue muy bien, pero las cuentas no daban para pagar la temporada con ninguno. Regresaron a Colombia y acá les llegó una llamada de un tipo cuyo inglés no se entendía bien, por lo que prefirieron que les pasara la información vía fax.
La persona que les escribió era Helmut Marko, hoy asesor de la escudería Red Bull, quien insistió en firmar al colombiano. Fue un tira y afloje, hasta que el austriaco dijo: “¿A usted le gustan las apuestas? Deme los US$350.000 y me queda debiendo US$850.000, que me paga al final de la temporada”. Se la jugaron y así J. P. compitió en la Fórmula 3.000. En su primera temporada fue subcampeón y logró tres victorias.
Pablo no mantenía al tanto a su hijo de las dificultades económicas, pues prefería que se concentrara en lo suyo: correr. “Él nunca supo de eso porque nunca le conté. No le mencionaba cosas de plata”.
Desde su llegada a Inglaterra había una persona que los siguió de cerca. Se trataba de Jonathan Williams, hijo de Frank Williams, de la escudería de F1 que lleva su apellido. “No me pude conseguir los US$800.000, pero Frank nos dijo que repitiera la Fórmula 3.000 y que él respondía por la deuda con Marko y la siguiente temporada”.
Juan Pablo asumió la responsabilidad en su segundo año en la Fórmula 3.000 y se llevó el título. Se suponía que iba a subir a la F1 en 1999, pero Williams se decantó por otros pilotos, por lo que el bogotano, indignado, tomó rumbo a Estados Unidos para correr con Chip Ganassi en la CART, en la que también se consagró campeón.
Fue entonces cuando Pablo consideró que ya su hijo podía seguir solo. En EE. UU. Juan Pablo Montoya ganó también las 500 Millas de Indianápolis y Williams pagó una millonada para repatriarlo y ponerlo en la Fórmula 1 para 2001. Lo que pasó después ya fue la consagración de la leyenda, con siete victorias en grandes premios, además de triunfos en otras modalidades como Nascar e IndyCar.🚴🏻⚽🏀 ¿Lo último en deportes?: Todo lo que debe saber del deporte mundial está en El Espectador
