El día en el que Mike se convirtió en Michael Jordan
El mejor basquetbolista de todos los tiempos cumple este miércoles 58 años de edad. Su gran historia en el deporte, sin embargo, comenzó a escribirse el 29 de marzo de 1982.
Más de 60 mil espectadores disfrutaban de la final nacional universitaria de Estados Unidos, en el Superdome de Nueva Orleans, el duelo definitivo del famoso Final Four de la NCAA. Con 18 segundos en el cronómetro el jugador número 23 del equipo de Carolina del Norte recibió el balón y con un lanzamiento desde el perímetro anotó una canasta de dos puntos para poner arriba a su equipo 63-62 sobre el quinteto de Georgetown. Después, con la presión, los rivales se dejaron robar la pelota en la siguiente acción y el duelo terminó.
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Más de 60 mil espectadores disfrutaban de la final nacional universitaria de Estados Unidos, en el Superdome de Nueva Orleans, el duelo definitivo del famoso Final Four de la NCAA. Con 18 segundos en el cronómetro el jugador número 23 del equipo de Carolina del Norte recibió el balón y con un lanzamiento desde el perímetro anotó una canasta de dos puntos para poner arriba a su equipo 63-62 sobre el quinteto de Georgetown. Después, con la presión, los rivales se dejaron robar la pelota en la siguiente acción y el duelo terminó.
“En ese preciso instante nació Michael Jordan. Hasta entonces yo era simplemente Mike . Ahí todo cambió”, afirmó años después el jugador, considerado el mejor basquetbolista de todos los tiempos y uno de los mejores deportistas de la historia.
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Era su segundo año como universitario y aún no se esperaba que se convirtiera en la figura que terminó siendo. Las estrellas de ese equipo de Carolina eran James Worthy, elegido MVP de la serie, y Sam Perkins. Jordan era apenas un buen coequipero.
El partido fue muy parejo y el liderato en el marcador cambió hasta en 15 oportunidades. A falta de un minuto para el final, Eric Sleepy Floyd adelantó a Georgetown, 61-62, con una anotación de dos puntos tras una grandiosa jugada en la que dejó atrás a Jordan.
El entrenador de Carolina del Norte, Dean Smith, quien constantemente había amenazado con dejar sin jugar a Jordan si no pasaba más el balón, recurrió a cambiar su plan, debido a que la idea de meter el balón dentro de la pintura para Worthy no estaba funcionando.
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Fue una jugada que cambió la vida de Smith y de Jordan. La del entrenador porque hasta entonces había llevado en seis ocasiones a la final a Carolina del Norte, pero no había ganado ninguna. “Nunca vi cómo entró el balón”, afirmó Michael Jordan. Simplemente recé para que acabara entrando”.
Después de ese episodio, Jordan se convirtió en el centro de atención. Y a su talento natural y su mentalidad ganadora, le fue integrando más virtudes. Mejoró su rango de tiro de media distancia y su defensa, lo que le permitió ser un jugador más completo.
Claro que desde antes estaba destinado para hacer vibrar a los estadios con su fantasía. Desde niño había demostrado haber sido tocado con la barita del talento y poco a poco se convirtió en un mago. El balón naranja desaparecía en sus manos y volvía a aparecer cuando el rival giraba su cabeza para buscarlo. Esa habilidad combinada con su inteligencia lo convirtieron en un jugador muy desequilibrante.
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Y ya con el reconocimiento del país basquetero gracias a su hazaña con Carolina del Norte, su carrera se disparó. Empezó a pulir otro de los rasgos que marcarían su futuro, el liderazgo. Guiado por Dean Smith evitó ser un jugador egoísta, por lo que rara vez conseguía más de 20 puntos por partido.
Durante las dos siguientes temporadas coleccionó todo tipo de galardones a nivel individual, entre los que se encuentran el Jugador del Año de ACC Basketball, Naismith College of the Year, Wooden College Player of the Year, Oscar Robertson Trophy y el Adolph Rupp Trophy, todos ellos logrados en 1984.
Lo que pasó después, era previsible. Llegó a la NBA y lideró a los Bulls de Chicago a la conquista de seis anillos de campeón, entre 1991 y 1998. Ganó dos medallas de oro olímpicas con la selección de los Estados Unidos y creo uno de los imperios publicitarios más grandes de la historia. Hoy, casi 20 años después de su retiro, la marca Air Jordan sigue siendo una de las que más factura en la industria de los implementos deportivos.
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Este miércoles 17 de febrero, Michael Jordan celebra 58 años de edad, todavía sonrojado y orgulloso por el éxito de su más reciente proyecto, The Last Dance, el documental que apareció en Netflix a mediados del año pasado sobre el sexto título de los Bulls, dirigidos por Phil Jackson.
“Todo lo que toca, lo convierte en oro”, dijo alguna vez el estratega que después también hizo historia con los Lakers de Los Ángeles y quien al ser consultado sobre la carrera de Jordan explicó: “Es tal su grandeza, que esa canasta que anotó en la final de la NCAA en 1982, que sería la cumbre para la mayoría de los jugadores del mundo, para Mike apenas fue el inicio. Ese día comenzó a ser la estrella que todos conocimos, pero incluso, así hubiera fallado y si equipo perdido, se habría levantado al año siguiente para protagonizar la historia que escribió, la de una leyenda”.