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La sangre y el agua de Miguel Ángel Rincón

Un momento de diversión convertido en tragedia. Cuando era niño, una bala le atravesó el pecho y la espalda: no pudo volver a caminar. Sí a nadar y triunfar.

Sebastián Arenas
19 de agosto de 2020 - 02:00 a. m.
Rincón, de 26 años, fue campeón parapanamericano juvenil en los Juegos de Bogotá 2009. En los Parapanamericanos de Lima 2019 se colgó cuatro medallas de plata y dos de bronce.
Rincón, de 26 años, fue campeón parapanamericano juvenil en los Juegos de Bogotá 2009. En los Parapanamericanos de Lima 2019 se colgó cuatro medallas de plata y dos de bronce.

A sus nueve años de edad, Miguel Ángel Rincón experimentaba un momento de felicidad por estar atrapado en el entretenimiento con su consola de videojuegos PolyStation, que funcionaba con casetes. El niño los tenía agrupados en un cajón, adonde se dirigió para cambiar de aventura virtual. Dejó la gaveta abierta y retornó al control y al televisor. No pudo retomar su diversión, porque escuchó una lluvia de pequeños objetos cayendo al suelo.

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Miguel Ángel clavó su mirada en el desorden de los objetos en el piso y se llenó de temor al ver un arma de fuego. Nunca había visto una, y nunca supo por qué estaba allí. “Pensé: Me van a castigar. Entonces la tomé y en ese momento, sin saber cómo, me disparé en el pecho y la bala salió por la espalda”, le relató Rincón a El Espectador.

Una laguna roja comenzó a formarse alrededor del pequeño, quien dio tres pasos mientras vomitaba sangre. Y se desplomó. “Vivía en un tercer piso y me tuvieron que bajar por las escaleras. Llegué al hospital con un litro y medio de sangre en mi cuerpo: desangrado y prácticamente muerto”.

Le tuvieron que reconstruir el estómago y casi todo el aparato digestivo. También lo operaron del páncreas, el hígado y parte de un pulmón. Una esquirla de la bala se había acomodado cerca del corazón y le generó una infección, que, al ser leve, el personal médico pudo controlar tras retirarle el artefacto que provocó el momento revolucionario de la vida de Miguel Ángel.

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“Los médicos decían que era muy fuerte por haber soportado tantas operaciones”, agregó un hombre que luego debió vencer una pancreatitis y quedó con una lesión medular que le impidió volver a mover las piernas. Pero eso no detuvo sus aspiraciones. Siendo todavía un niño, asimiló su recuperación y sus ilusiones de éxitos continuaban indemnes.

Cuatro años después de aquel suceso impensado en medio de casetes de videojuegos, volvería a modificarse el sendero de existencia del ya adolescente. Su mamá tenía una amiga taxista a cuyo esposo le había ayudado la natación para recuperarse de un mal similar. Sin vacilación, Rincón se dirigió a las piscinas olímpicas de su natal Bucaramanga y se enamoró del agua.

“Todo fue por mi obsesión de volver a caminar. Comencé a nadar y a mejorar la capacidad de movimiento”, comentó el ser que asimiló la paranatación como su fuerza salvadora. Poseía un talento encubierto que destacaba por sobre las demás personas de su edad, y fue guiado para que dos años después ya fuera campeón parapanamericano juvenil en las competencias que se realizaron en Bogotá en 2009.

Sus brazadas lo han llevado a la gloria continental. También participó en los Juegos Parapanamericanos de Guadalajara 2011 y el año pasado consiguió cuatro preseas de plata y dos de bronce en Lima 2019, además del cupo a los Paralímpicos de Tokio 2021. Las medallas que adornan su casa en la capital de Santander son el motor de motivación de su existencia.

Miguel Ángel Rincón cierra los ojos y se visualiza frente a las piscinas de la capital japonesa. Se ve escuchando reguetón, electrónica, rock o cumbia antes de comenzar a nadar. Anhela emocionarse previo a eso. “No es fácil representar al país. Se trabaja mentalmente para controlar la ansiedad y la adrenalina”. Y no descarta una presea paralímpica, aunque su objetivo inicial es mejorar sus marcas.

Por ahora, pasa la cuarentena en Bucaramanga con entrenamientos mañana y tarde. Su afición por los videojuegos no ha cesado y hoy en día oprime los controles de la Xbox. Sin embargo, lo que más lo enorgullece son las charlas motivacionales que brinda. Siempre le recalca a su público: “Lucha por tus sueños, porque nadie lo hará por ti. En la vida no hay límites y, desde que abras los ojos y tengas vida, siempre hay puertas abiertas. Escoge la adecuada y mira al futuro”.

@SebasArenas10

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