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Tres ídolos sin inmortalidad

Orestes Minnie Miñoso, Luis Tiant y Tony Oliva, ídolos del béisbol cubano en la jerarquía de las Grandes Ligas, no han podido llegar al Salón de la Fama para conquistar la inmortalidad. Su historia.

Antonio Andraus Burgos
18 de agosto de 2021 - 09:24 p. m.
De izquierda a derecha: Orestes 'Minnie' Miñoso, Luis Tiant y Tony Oliva.
De izquierda a derecha: Orestes 'Minnie' Miñoso, Luis Tiant y Tony Oliva.
Foto: Crédito: Archivo EL ESPECTADOR

Dice la Real Academia de la Lengua Española que “ídolo es aquella persona o cosa excesivamente amada o admirada”. Y señala también que: “la inmortalidad es lo que dura tiempo indefinido”.

Citamos las dos palabras para dejar en claro que una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa.

No es lo mismo ser ídolo, ahí también caben los calificativos de figura, emblema, símbolo e ícono, para apenas tener en cuenta algunas acepciones de la palabra que dignifican el ser ídolo. Otra cosa es la inmortalidad, que es lo imperecedero, lo perpetuo, lo perdurable, lo sempiterno y, desde luego, lo eterno.

Hemos encontrado tres formidables peloteros de origen cubano que, siendo ídolos en el béisbol de las Grandes Ligas, con destacadas actuaciones en sus trayectorias en la Gran Carpa, les ha sido esquivo alcanzar la inmortalidad. Y los tres, sin duda alguna, son considerados ídolos enserio, con el respaldo de los números que los convirtieron, en sus años de vida deportiva, en baluartes en las novenas en donde actuaron.

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Empecemos diciendo que no vamos a hacer ningún tipo de comparación o análisis con otros peloteros que tienen asiento en el Salón de la Fama de Cooperstown, con relación a sus actuaciones y demás referencias que se necesitan para llegar a ocupar un nicho para alcanzar la inmortalidad. Eso se los dejo a ustedes, amables lectores.

¿Olvidados? ¡Jamás!

Saturnino Orestes Miñoso, conocido en el mundo del béisbol como Minnie Miñoso; Luis Clemente Tiant, reconocido en la Gran Carpa como Luis Tiant; y Pedro Tony Oliva, el afamado Tony Oliva, son tres peloteros cubanos que, en nuestra humilde opinión, merecen tener la Ciudadanía de Cooperstown.

Jugador con los Medias Blancas de Chicago, los Indios de Cleveland, y los Cardenales de San Luis durante 17 temporadas, el habanero Minnie Miñoso tuvo conquistas destacadas en su paso por el mejor béisbol del mundo.

El Príncipe de Marianao, Luis Tiant, con 19 campañas en la Gran Carpa, con los uniformes de los Indios de Cleveland, los Mellizos de Minnesota, los Medias Rojas de Boston, los Yanquis de Nueva York, los Piratas de Pittsburgh y los Angelinos de California, compiló más de 200 victorias, sumando más de 2.400 bateadores abanicados.

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Y finalmente, el Gigante de Pinar del Río, Tony Oliva, el referente del bateo con los Mellizos de Minnesota, con cuya divisa jugó sus 15 temporadas en la crema y nata del béisbol, cuenta con promedio superior a los 300 con el bate al hombro, y se llevó tres títulos de bateo de la Liga Americana.

Esas son, a grandes rasgos, las características de estos tres portentosos peloteros cubanos que, por esas cosas de la vida, no han llegado al Salón de la Fama, pese a que por sus actuaciones y trayectoria en la Gran Carpa, no lo decimos nosotros sino que lo reclaman muchos críticos, técnicos y expertos, se lo merecen.

Minnie el grande

Grande de corazón, gigante sobre el campo de juego, señor a carta cabal y pelotero entregado en cada jugada, Minnie dejó una estela de grandeza que muy pocos jugadores han logrado.

Nunca fue a una Serie Mundial, eso es cierto, pero no fue por su culpa. Es que con las novenas con las cuales jugó, no encontraron el camino para llegar a la Gran Cita de Otoño.

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Con apenas 1.78 metros de estatura y promedio de 175 libras de peso, Minnie exhibió todo su talento en cada jugada en donde participaba, y en sus 17 años en las Grandes Ligas, luciendo los uniformes de los Medias Blancas de Chicago, los Indios de Cleveland y los Cardenales de San Luis, obtuvo promedio de por vida de 298 en bateo, con 1.963 indiscutibles en 6.579 turnos.

Se abrió paso en el béisbol en una época en la que la segregación racial acababa de ser superada con la llegada de Jackie Robinson con los Dodgers, aquel inolvidable 15 de abril de 1947, debutando él, el 19 de abril de 1949.

En 1951, dos años después de llegar al mejor béisbol del mundo, Minnie registró una ofensiva de 326, con 173 indiscutibles en 530 veces al bate, incluyendo 34 dobletes, 14 triples, 10 jonrones, 76 carreras impulsadas, 112 anotadas; 31 bases estafadas en 41 intentos, en los 146 partidos que jugó.

Fue ese el camino para alcanzar 300 o más de promedio ofensivo en 8 temporadas, sumando de por vida, 186 bambinazos, 83 triples, 336 dobles; 1.023 carreras remolcadas y 1.136 anotadas; con 814 bases por bolas recibidas, de ellas, 23 intencionales; con apenas 584 ponches y 205 bases estafadas y 125 batazos de sacrificio, 57 de ellos con elevados.

Ganador de tres Guantes de Oro y participante en nueve Juegos de Estrellas, Miñoso tiene un registro complicado de igualar y quizás más difícil de superar, al contabilizar 12 campañas con el mayor número de golpes recibidos por lanzamientos, compilando un gran total de 192 en su brillante carrera.

El Príncipe Tiant

Antes de llegar a los 24 años, Luis Tiant ya estaba en la Gran Carpa, debutando con los Indios de Cleveland, su primer equipo para luego defender a los Mellizos de Minnesota, los Medias Rojas de Boston, los Yanquis de Nueva York, los Piratas de Pittsburgh y los Angelinos de California, en una travesía de 19 temporadas.

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Con cuatro campañas con 20 o más triunfos, con 49 lechadas propinadas y con 187 partidos completos trabajados, Tiant marcó 229 victorias frente a 172 derrotas, con 3.30 carreras limpias por juego, en 573 partidos jugados, 484 de los cuales fueron como abridor; 2.416 abanicados en 3.486 episodios y un tercio laborados; otorgó 1.104 bases por bolas, 53 de las cuales fueron de manera intencional.

Aquella inolvidable campaña de 1968, con los Indios, cuando alcanzó 21 victorias frente a nueve derrotas, con 1.60 carreras limpias por juego, con 46 rayitas en 258 episodios y un tercio; abanicando a 264 bateadores, con 73 transferencias con cuatro intencionales, le mostraron el camino de su grandeza desde la lomita de los sustos, cuatro años después de haber pisado una gramilla de la Gran Carpa.

Calificado como uno de los cinco mejores lanzadores de todos los tiempos con los Medias Rojas de Boston, con cuya divisa actuó en 8 temporadas, llegando a la Serie Mundial frente a los Rojos de Cincinnati, en 1975, con formidable labor en la Cita de Otoño, ganando dos partidos sin perder ninguno, luego de tres aperturas, 25 actos laborados, 10 carreras limpias permitidas, para 3.60 de efectividad, con 12 ponches propinados y ocho bases por bolas otorgadas, dos de ellas de manera intencional, Tiant ejerció con indiscutible calidad, la autoridad que se necesita para ser lanzador estrella en esa y en cualquiera otra novena de las Grandes Ligas.

Participante en tres Juegos de Estrellas, el Príncipe de Marianao no ha sido tenido en cuenta para un nicho en el Salón de la Fama.

A propósito, ¿Cuándo será que los Medias Rojas retirarán el número 23 que utilizó en su uniforme, en señal de reconocimiento a la excelsa tarea de Tiant con la novena?

Esperemos que no llegue ese ganado reconocimiento tardíamente.

El bate de los Mellizos

‘’Tony Oliva no nació para jugar béisbol, vino a este mundo sólo para batear’', fue la expresión que utilizó el ex-capataz de los Mellizos de Minnesota entre 1961 y 1966, Sam Mele, para referirse al sensacional bateador zurdo cubano, Tony Oliva, como referente del equipo en materia de ofensiva.

Novato del Año de la Liga Americana en 1964; ganador de tres títulos de bateo de la Liga Americana; participante en ocho Juegos de las Estrellas; con ocho campañas de 300 o más de promedio con el bate sobre sus hombros; en cinco ocasiones, máximo bateador de indiscutibles del circuito; y con 15 temporadas con los Mellizos de Minnesota, el Gigante de Pinar del Río hizo todo lo que puede esperarse de un bateador en las Grandes Ligas.

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Con promedio de por vida de 304 a la ofensiva, producto de 1.917 imparables en 6.301 turnos al bate, en 1.676 partidos jugados, Tony consiguió en su trayectoria 329 dobles, incluyendo los honores de ser el mejor en la tabla con ese batazo en cuatro oportunidades. Conectó 48 triples y 220 bambinazos, para impulsar 947 carreras y anotar otras 870; abanicó la brisa en 645 oportunidades; caminó a la primera base de manera gratuita en 448 ocasiones, 131 de las cuales, fueron intencionales.

Un consumado jardinero, jugando como patrullero en los bosques izquierdo, central y derecho, este cubano bateaba con facilidad a lanzadores derechos o zurdos, pese a que al consumir sus turnos, lo hacía por el lado izquierdo del pentágono.

Cada vez que se hablaba de peloteros surgidos de las breñas de Marianao, en Cuba, se citaba al Elegante lanzador derecho Pedro Ramos y al formidable Borrego Rogelio Alvarez. Pero, bien pronto, tuvieron que acostumbrarse y agregar al Gigante del bateo, Tony Oliva, quien con 1.88 de estatura y sus 190 libras promedio de peso, hizo de la ofensiva “el bate maravilla de los Mellizos”.

Los Mellizos retiraron el número seis que usaba en su uniforme para elevarlo a la categoría de grande entre los grandes de la novena, el 14 de julio de 1991, y el 8 de abril de 2011, a la entrada del Target Field, develó una estatua en su honor, el día inaugural de la temporada de las Grandes Ligas en ese bello parque de pelota.

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Orestes Minnie Miñoso, Luis Tiant Jr., y Tony Oliva, esperan que algún día los electores de los miembros del Comité de Veteranos del Salón de la Fama de Cooperstown, los elijan para ocupar un nicho que merecen para ser inmortales de la mejor pelota de todo el mundo, ya que ese honor no les fue otorgado por la Asociación de Escritores del Béisbol de las Grandes Ligas.

Por Antonio Andraus Burgos

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