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Serbia vs. Suiza: la historia de la bandera de Kosovo y el mensaje “sin rendición”

Los europeos se juegan su clasificación a los octavos de final. Un sostenido conflicto en las montañas balcánicas. Un Estado que anhela ser reconocido como tal. Una masacre imperialista que vivieron futbolista de élite. El proyecto jamás consumado de la “Gran Serbia”. Esos son los elementos que reúne esta imagen: el trapo nacionalista serbio.

02 de diciembre de 2022 - 11:42 a. m.
Serbia y Suiza se enfrentan en medio de un contexto político de mucha trascendencia.
Serbia y Suiza se enfrentan en medio de un contexto político de mucha trascendencia.
Foto: Twitter

Imagine por un momento esta situación: es el Mundial de Fútbol y la selección de Colombia está clasificada. En el camerino nacional previo a un partido de fase de grupos, en medio de nuestras camisetas y de la música afrolatina, permanece colgado un gran trapo con el mapa del territorio de Panamá, coloreado con el amarillo, azul y blanco de nuestra bandera. Imagine a James Rodríguez hacer de esa imagen su inspiración antes de un partido de máxima intensidad, como si apropiarse de los símbolos ajenos, y pasar por alto la soberanía de todo un Estado fuese parte del ritual competitivo previo, en el evento deportivo más importante del mundo.

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Pues algo así pasó en el Mundial de Catar 2022. El pasado 24 de noviembre, Brasil debutó en la fase de grupos con una cómoda victoria sobre Serbia por dos anotaciones. Hasta el momento, todo dentro de lo normal. Sin embargo, en internet se filtró la intimidad del camerino serbio previo al encuentro. Los ganchos que sostenían las camisetas de Veljković y Živković, además, templaron un trapo blanco, el cual estaba marcado con el mapa del Estado de Kosovo y los colores de la bandera serbia. Además, el mensaje “nema pedaje”, que en el contexto de los Balcanes europeos significa “sin rendición”.

De inmediato, el ministro del deporte kosovar, Hajrullah Ceku, exigió una sanción a la selección de Serbia por un mensaje “de odio, xenófobo y genocida”. La FIFA abrió un incidente disciplinario contra la misma delegación, pues, como lo expresó hace unos días el presidente Gianni Infantino, lo ideal sería que en Catar 2022 se hablara de fútbol y que las controversias diplomáticas no pesaran sobre el espectáculo. Serbia, no obstante, ofreció un nuevo capítulo de esa mezcla casi que novelística del fútbol y la política, constante desde que la copa mundial se disputa.

Para encontrar Kosovo hay que adentrarse en las montañas de los Balcanes, en todo el corazón de Europa, en donde alguna vez echó raíces Yugoslavia y hoy permanecen divididas las naciones independientes de Serbia, Croacia, Eslovenia, Montenegro, Macedonia y Bosnia y Herzegovina. Bueno, y a veces Kosovo, dependiendo de quien lo mire, pues es un estado reconocido por solo alrededor de 100 países en el mundo. Y dependiendo de quien le haga el empuje simbólico, como la FIFA, que le permite jugar torneos UEFA, o el futbolista suizo Xherdan Shaquiri, quien llevó la bandera kosovar en sus guayos durante Rusia 2018, dado que sus padres nacieron allí.

Entre los países que no reconocen la soberanía de Kosovo está, por supuesto, su vecino Serbia. A esta última le es profundamente incómodo pensar en un Kosovo independiente, pues históricamente se ha considerado ese territorio como la cuna del Imperio Serbio. De hecho, la mitología fundacional serbia guarda el recuerdo de la Batalla del Campo del Mirlo, en 1389 en Pristina (capital de Kosovo), en la que arqueros otomanos -curioso juego de palabras- desnivelaron una sangrienta confrontación en contra de los balcánicos. Los muertos se hicieron mártires y, desde entonces, le dieron la más potente excusa a todo nacionalista serbio para defender el territorio.

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Y para hablar de nacionalistas, se debe mencionar al serbio Slobodan Milosević, un comunista que llegó al poder en 1989 con la idea de refundar su denominada “Gran Serbia”, viva en la memoria colectiva y en antiguos libros de la época medieval. Para ello tenía la mejor delantera de la región, pues había heredado la mayoría del Ejército que rendía cuentas al mariscal Josip Broz Tito, presidente de Yugoslavia entre 1953 y 1980. La muerte de este último desencadenó las guerras balcánicas por la independencia, en las cuales Serbia asistió como la potencia más peligrosa en búsqueda de territorios vecinos. Así lo recuerda el “nueve” bosnio Edin Džeko, quien en los noventa se salvó de morir en los sostenidos asedios serbios en su natal Sarajevo.

Milosević enfocó un proceso violento de “limpieza étnica” en la tierra de los eslavos del sur y tuvo especial consideración con Kosovo, dado que desde décadas antes los albaneses entraron tantas veces por las fronteras que lograron un dato particular: en el presente, alrededor del 88% de los habitantes kosovares son de origen albanés. El futbolista suizo Shaqiri ayudó a soportar ese dato en el pasado Mundial, pues una vez le anotó a Serbia en la fase de grupos, con sus manos hizo la representación del águila bicéfala que vive de negro en la bandera roja de Albania.

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La historia de Shaqiri comienza en 1992, cuando sus padres –Isen y Fatime– emigraron de Kosovo. La pequeña república balcánica entonces pertenecía a Serbia y sufría la xenofobia aplastante de Milosević. El mandatario, en aquel entonces, programó una colonización serbia en Kosovo, la cual le arrebató el empleo a más de 80.000 albanokosovares. Todo terminó en una migración de ciudadanos a gran escala, entre los cuales se encontraba el padre de Shaquiri –quien se desempeñaba como granjero–. La familia de Xherdan Shaquiri emigró a Suiza, donde el futbolista dio sus primeras patadas de gol.

Este dos de diciembre se vuelven a enfrentar suizos y serbios por la última fecha del grupo G en un duelo decisivo. No solo podrían florecer manifestaciones simbólicas de las manos de Shaquiri, también del volante de marca Granit Xhaka, aparte capitán de Suiza, quien tiene ascendencia albanokosovar. Su padre fue prisionero del Ejército serbio y su hermano, Taulant Xhaka, representa los colores y la bandera de Kosovo para su selección de fútbol. Y este partido será la última oportunidad de Serbia para esquivar la “rendición”, en un grupo que comanda Brasil y que, por ahora, supera Suiza con dos puntos más que Serbia y Camerún. Por ahora, la participación de Kosovo en los mundiales queda reducida a las sombras de la guerra de los Balcanes y al nacionalismo que respiran los futbolistas serbios.

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Por Jhoan Sebastian Cote

Comunicador social con énfasis en periodismo y producción radiofónica de la Pontificia Universidad Javeriana. Formación como periodista judicial, con habilidades en cultura, deportes e historia. Creador de pódcast, periodismo narrativo y actualidad noticiosa.@SebasCote95jcote@elespectador.com

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