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Santos de la devoción

Tras empatar 0-0 el partido de ida, el onceno brasileño superó 2 a 1 a Peñarol y se consagró en el torneo continental de clubes más importante de Suramérica.

Redacción Deportiva
22 de junio de 2011 - 11:10 p. m.

Peñarol había llegado a la final así, jugando a lo Peñarol: fuerza, coraje, corazón, ganas y amor propio. El equipo dirigido por Diego Aguirre no era un modelo de juego técnico y fluido, pero sí de convicción. Ante Santos, en la serie decisiva de la Copa Santander Libertadores, los uruguayos fueron eso. Primero en Montevideo, en la ida, cuando intentaron quebrar el 0-0. Y después en São Paulo, en el Pacaembú, en la vuelta.

Desde luego, no sólo con las ganas alcanza. Hace falta más, un poco más. Y ayer Santos, sin ser demasiado superior a su rival, tuvo algo de eso. En principio, no fue un partido vistozo. Por el contrario, hubo choque y fricción física. Y un primer tiempo aburrido, en el que ambos conjuntos prefirieron ser cautelosos antes que agredirse. Al término de la etapa inicial era imaginable una igualdad que terminara en los penaltis.

Sin embargo, apenas comenzaba la segunda parte, y tras una magistral habilitación de Marcos Arouca, Neymar empezó a definir la final. Lo hizo con un remate raso, al primer palo de Sebastián Sosa. El golpe fue duro. Los uruguayos debían esperar todo, menos un gol al arranque del complemento (46 minutos). Peñarol intentó remarla y fiel a eso el volante Alejandro Martinuccio estuvo a punto de quedar mano a mano con Rafael, el arquero de los brasileños.

Pero si un gol en contra era ya una diferencia notable, quizá más en lo emocional que en lo propiamente futbolístico, la exquisita definición cruzada de Danilo pareció sentenciar el partido. Por primera vez en el encuentro los de Aguirre lucieron perplejos, como sin fondo. Un autogol de Durbal, a casi diez minutos del final, los devolvió a la definición, pero sólo quedaban los restos. Y un Peñarol que, ante las carencias técnicas, buscaba con el corazón.

No bastó, en todo caso. Y por eso Santos, que logra el tricampeonato en el torneo continental de clubes más importante de Suramérica, es un justo campeón.

Tras el partido, y después de las agresiones entre los jugadores de los dos conjuntos, un Neymar visiblemente emocionado, que lloraba, resumió la consagración del Santos al decir que “es maravilloso”. “Estoy muy feliz, es maravilloso, es historia”, señaló el delantero brasileño, una de las figuras desequilibrantes del cotejo en Pacaembú. El volante Paulo Henrique Ganso, otra pieza fundamental del onceno brasileño, se refirió a una “generación de vencedores”, tras recordar las duras series que su equipo enfrentó para llegar a la gloria continental.

Por Redacción Deportiva

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