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Recientemente se cumplieron 40 años desde que el corredor Domingo Tibaduiza Reyes impuso dos marcas nacionales que han sido imposibles de superar para sus sucesores. Ya van dos generaciones frustradas de atletas que terminaron sus carreras sin correr más rápido que el fondista boyacense.
En junio de 1978, en Zúrich (Suiza), Tiba marcó 13:29:07 en los 5.000 metros y dos meses después, en Viena (Austria), congeló el reloj en 27:53:02 en los 10.000 metros. Y ahí quedaron, inamovibles, durante cuatro décadas. Desde entonces, el único en acercarse al primer registro fue el bogotano Mauricio González, quien en abril de 2013 marcó 13:32:44, en la pista del Hilmer Lodge Stadium de Walnut (California), quedando a 2 segundos y 77 centésimas del mítico récord. (Puede interesarle: "Los mejores atletas en la historia de Colombia")
Consultado por El Espectador, el periodista español Joaquín Carmona opina que “es bueno que perduren los récords, especialmente los mundiales, cuando los ha conseguido un astro al que no hay que olvidar, y se le superará principalmente con los factores para las mejoras que no paran de evolucionar. Es malo cuando los condicionantes hacen pensar que ese registro se consiguió con la ayuda de sustancias prohibidas o cuando se pierde el interés para ayudar a la práctica de esa disciplina”.
En este caso, la marca de Tibaduiza jamás estuvo bajo sospecha y corresponde a su excelencia como deportista de alto rendimiento que se caracterizó por codearse en las pistas europeas con los mejores atletas del mundo, lo que coadyuvó para obtener los registros ya mencionados. No en vano, el sogamoseño es el único atleta colombiano que ha subido cuatro veces al podio de los Juegos Panamericanos (fue campeón de los 5.000 metros, en 1975), y hasta le alcanzó para conquistar la maratón de Berlín, en 1983.
Sobre la inquietud de si es positiva o negativa la longevidad de las marcas, el cubano Javier Sotomayor comenta que “malo no es, a lo mejor para nuestro tiempo escalamos mucho más que el resto de competidores por varios factores que permitieron a atletas como yo hacer registros extraordinarios”, como su marca mundial de 2,45 metros en salto alto, lograda el 27 de julio de 1993 en Salamanca (España), es decir, 25 años de vigencia. (Lea: "Recuerdos de Domingo Tibaduiza en San Silvestre")
Desde Reno, Nevada, en Estados Unidos, el propio Tibaduiza, hoy con 69 años edad, dice que la supervivencia de sus marcas es un efecto del desinterés de las nuevas generaciones por superarlas. “Mi más triste desilusión, cuando regresé temporalmente a Colombia, en 2010, era dejar mi huella como entrenador, pero no contaba con cambios tan drásticos en la forma de pensar de los atletas, quienes me decían que a punta de marcas no iban a sostener a sus familias, por lo que preferían abandonar la pista para correr pruebas de calle y ganar dinero para aspirar a comprar una casa”, recuerda Tiba.
Con esta reminiscencia, el excorredor concluye que los atletas de hoy “ya no tienen esa pasión por superar los récords, la perdieron, y no creo que la Federación Colombiana de Atletismo haya incentivado el asunto porque a ellos como que no les importa, están pendientes de que les entre un porcentaje de dinero por carreras como la Media Maratón de Bogotá y con eso andan felices. Además, tienen una atleta como Caterine Ibarguen y con eso justifican un proceso a mediano y largo plazo. Entonces los proyectos que se hacen en Colombia no están enfocados a las marcas”. (Vea: "Tibaduiza y el recuerdo de una epopeya")
“Hay que crear equipos de marca”
El exatleta y extrenador caleño Pedro Grajales coincide con el diagnóstico de Tibaduiza, al considerar que “el problema es el dinero de las pruebas callejeras, aunque ese es un asunto que no solo ocurre en Colombia. Por ejemplo, en la frontera de México hay carreras a diario y pagan en dólares. Entonces, no se podrán hacer marcas nunca si no hay competencias importantes en pista para 5.000 y 10.000 metros”.
Al hablar de la posible solución para rescatar el fondismo colombiano, Grajales cree necesario aprovechar los centros de alto rendimiento que hay en Bogotá, Paipa y Pasto. “Mire, ya hay gringos blancos que les están ganando a los africanos gracias a la escuela que Alberto Salazar tiene en altura, y allí hasta los africanos se están preparando. Eso hay que replicarlo en Colombia”. ¿Y el papel de la Federación Colombiano de Atletismo? Para Grajales, ese organismo poco puede hacer mientras no exista un plan de incentivos económicos para premiar a los atletas que mejoren las marcas. “Ahí la empresa privada sería vital para patrocinar el proyecto, tal como lo hacen con las carreras de calle. Solo así los atletas pueden aspirar a vivir de esta actividad”.
A los centros de alto rendimiento deberían llegar, además de los fondistas, los técnicos y los científicos. “Hay que crear equipos de marca como los tiene el ciclismo y crear carreras para buscar nuevos récords, aunque reconozco que el asunto no es fácil”, reflexiona Grajales.
Y añade que en la Federación Colombiana de Atletismo y en las ligas se necesitan atletas de fondo entre la dirigencia para que haya sentido de pertenencia, como ocurre en Kenia.
Patrocinadores deben apoyar
Otra voz autorizada para proponer soluciones en esta crisis de récords que afronta el fondismo colombiano es la de Valentín Gamboa, jefe de entrenadores de la Federación Colombiana de Atletismo, quien comenta que “los patrocinadores de las carreras de calle deben apoyar también las carreras en la pista, pero contra marca, es decir, que quien logre una marca debe tener un premio determinado. Ahí sí los atletas buscarán correr más rápido para ganarse el premio”.
Gamboa también reconoce dificultades para sacar adelante esta idea, debido a que “mientras una carrera en la calle la ve mucha gente y el producto del patrocinador va a tener un alta exposición visual, en un estadio este impacto publicitario sería limitado. En este tema los medios de comunicación pueden cumplir un papel importante difundiendo la campaña con el nombre de la firma que pone el dinero para incentivar a los atletas”.
El problema y sus posibles soluciones para reactivar el interés por las pruebas de fondo en las pistas del país están planteadas. Atrás quedó el espíritu deportivo de atletas como Domingo Tibaduiza, a quien la falta de dinero no le impidió seguir adelante. Mientras fue atleta de élite este hombre no tuvo entrenador y era autodidacta. “Hice de las carencias mis fortalezas. No tenía nada, sino la convicción de hacer marcas porque sabía que ese era el legado que iba a dejar”.
Cuatro décadas después de sus perdurables logros las nuevas generaciones no deben dejar de mirar atrás para replicar el ejemplo de Domingo Tibaduiza Reyes, el imbatible.