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En Colombia, casi siempre que se habla de desigualdad se mencionan cifras generales. El panorama laboral es ampliamente discutido; las brechas, siempre amplias, muestran una realidad con una meta pendiente y una reforma que muestra luces para reducir el problema.
Entre agosto de 2022 y marzo de 2025, se logró beneficiar a 62.000 mujeres en 918 municipios del país de los 32 departamentos del país, de los programas del Fondo Mujer Libre y Productiva, una iniciativa que lidera la implementación de políticas públicas para fortalecer la autonomía económica de las mujeres. Esta estrategia hace parte de la Vicepresidencia de la República.
El esfuerzo sumó $321.000 millones de inversión mediante alianzas con el Ministerio de la Igualdad y la Equidad, el Banco Agrario y el Ministerio de Agricultura. Pero las cifras fueron el eslabón del objetivo real: construir una base económica sólida para las mujeres, con especial énfasis en quienes enfrentan barreras múltiples.
El programa se estructura sobre tres estrategias con enfoque de género, interseccional y territorial, orientadas a una meta común: fortalecer las capacidades financieras de mujeres diversas en todo el país.
Estos son los logros destacados:
- Emprendimiento y formalización: apoyo directo a 11.245 mujeres rurales y urbanas, con herramientas para ampliar sus capacidades productivas.
- Inclusión financiera: ahorro colectivo y acceso al crédito mediante alianzas, seguros económicos y refuerzo de inversión.
- Empleabilidad digna: beneficio directo a 11.348 mujeres, con reconocimiento del trabajo no remunerado y acompañamiento a mujeres cuidadoras.
“Desde el Fondo Mujer Libre y Productiva trabajamos para que más mujeres, en toda su diversidad y en todos los territorios del país, puedan vivir en una Colombia más justa y equitativa. […] Desde enfoques integrales, territoriales, interseccionales y de género, reafirmamos que las mujeres diversas deben contar con las oportunidades necesarias para ser y hacer lo que sueñan, tanto en lo individual como en lo colectivo”, señaló María Fernanda Reyes Roa, directora del Fondo.
¿Dónde están las mayores desigualdades?
A pesar de los avances en la política pública, las cifras oficiales muestran una fotografía desigual persistente: una alta brecha de informalidad que profundiza las raíces de un país complejo.
Según el DANE, en el trimestre febrero-abril de 2025, 59 % de los hombres ocupados en Colombia trabajaban en la informalidad, frente al 53,7 % de las mujeres. Pero el problema no se detiene ahí: la desigualdad se multiplica al observar la participación de las mujeres en el mercado laboral.
De los 40,5 millones de personas en edad de trabajar, 21 millones son mujeres, pero solo 11,2 millones hacen parte de la fuerza laboral activa. Eso deja a casi 10 millones por fuera. En contraste, entre los hombres solo 4,6 millones están inactivos. El doble de mujeres fuera del mercado frente a los hombres.
El informe también detalla una división desigual de los trabajos. Las mujeres participan sobre todo en labores de cuidado, trabajo no remunerado, alojamiento, servicios de comida y actividades artísticas. Los hombres, en cambio, predominan en sectores tradicionalmente formales, como agricultura, ganadería, construcción y reparación de vehículos.
El panorama es aún más duro para las mujeres campesinas, quienes enfrentan una desigualdad aún más profunda. Según el DANE, la brecha entre mujeres y hombres rurales aumentó frente al periodo anterior, y las campesinas siguen al margen del mercado laboral.
Las barreras socioculturales, las violencias basadas en género y el limitado acceso a la seguridad social continúan empujándolas contra las cuerdas.
La reforma laboral: ¿qué cambia para las mujeres?
Mientras programas como el Fondo Mujer buscan romper las cadenas de la formalización laboral, el Congreso aprobó la reforma que incorpora varias medidas que buscan disminuir las brechas para las mujeres.
Uno de los puntos centrales es el artículo 73, que busca formalizar el trabajo de las madres comunitarias, vinculándolas al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) como trabajadoras oficiales. Se estima que en Colombia hay cerca de 40.000 madres comunitarias, y con esta reforma se iniciaría la formalización laboral de unas 2.300 mujeres. Esto implicaría acceso a salarios justos, seguridad social, salud y pensión.
Por su parte, el artículo 39 favorecerá a las empresas que contraten a mujeres, jóvenes y personas mayores de 50 años, poblaciones que hoy enfrentan altas tasas de desempleo respecto al total de personas en edad de trabajar. El objetivo es reducir esas brechas históricas en el acceso al empleo.
Con respecto a las responsabilidades de cuidado, el artículo 50 garantiza jornadas laborales flexibles para quienes tengan a cargo menores de edad o personas con discapacidad. Según cifras del DANE, la mayoría de personas cuidadoras en Colombia son mujeres, muchas de ellas excluidas del mercado laboral por falta de opciones compatibles con sus responsabilidades. Con este mecanismo, podrán acogerse a esquemas de trabajo remoto o flexibilidad en horarios de ingreso y salida, dependiendo de su situación personal.
Por su parte, en cuanto a la protección de mujeres y personas con identidades de género diversas fue aprobado en el debate el artículo 19, que exige la no discriminación y la protección de la diversidad en Colombia.
El debate también dejó en firme el artículo 19, que exige la no discriminación por razones de género o identidad diversa en el entorno laboral. Además, la reforma consagra medidas contra la violencia, el acoso y la discriminación en el trabajo, junto con el compromiso de garantizar representación paritaria en sindicatos y organizaciones empresariales.
Sin embargo, no todo quedó resuelto. Propuestas como las licencias menstruales o la estabilidad laboral reforzada para mujeres embarazadas fueron rechazadas en el debate del Senado, aunque aún podrían ser discutidas en la Cámara de Representantes. Si logran ser aprobadas en ese escenario, podrían integrarse al texto final de la ley.
¿Cómo está el panorama?
Después de conocer las cifras de desigualdad laboral, informalidad y desocupación, queda un sinsabor sobre el lugar que ocupan las mujeres en la búsqueda de una vida digna.
Pese a ello, iniciativas como el Fondo Mujer y las nuevas medidas aprobadas en la reforma laboral abren camino para aliviar parte de esas cargas.
Las mujeres ganan una batalla, al menos en el frente laboral. La reforma avanzó en reducir las brechas, pero el resultado se verá en las cifras, y más allá, en cumplir la deuda histórica con las mujeres, especialmente en el campo. Sin embargo, en medio de las diferencias, hay más puertas abiertas que hace unos años.
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Por Luna Mejía Farías
